×
Nota del editor: 

El pastor John Piper recibe preguntas de algunos de sus oyentes de su programa Ask Pastor John. A continuación está su respuesta a una de esas preguntas.

Hoy presentamos una pregunta de un oyente llamado Ben. “Pastor John, gracias por este podcast. Desde los 10 años de edad, me volví adicto a los videos pornográficos. Fue mi batalla principal durante los próximos siete años de mi vida. He experimentado maravillosas victorias en el transcurrir del tiempo. Sé que estos videos son irreales y perversos. El diseño de Dios para el sexo debe ser muy diferente a lo que he visto. Pero, lo que he visto es el único modelo que conozco. Anhelo casarme, pero temo que lo que ya he visto ha moldeado mis expectativas. ¿Qué consejo tienes para mí? ¿Hay esperanza de que pueda experimentar una intimidad amorosa, piadosa y saludable en el matrimonio? ¿Y qué puedo hacer ahora para asegurarlo?”.


La respuesta es que hay esperanza de que tengas una intimidad amorosa, piadosa y saludable en el matrimonio, si, en la misericordia de Dios, ocurren un grupo de milagros en ti y en tu futura esposa. Estoy hablando de una transformación subconsciente, hecha por el Espíritu, de tus instintos (aquello que haces sin pensar) y unos pasos conscientes que puedes tomar junto con esta mujer de la que podrías enamorarte, basados ​​en la Palabra de Dios, para proteger tu relación del pecado y para profundizar y purificar tu experiencia de intimidad. Entonces sí, hay esperanza. No será automático solo porque seas cristiano. Debes buscar estos milagros.

Deja todo atrás

Una de mis preocupaciones al abordar la pregunta de Ben, o hablarle directamente de esta manera, es que no puedo entender por su pregunta si ha obtenido o no la victoria sobre esto, porque dice: “He experimentado maravillosas victorias en el transcurrir del tiempo”. Eso no parece (y quizás simplemente no eligió sus palabras con cuidado) que los videos pornográficos son parte de su pasado, sino que sigue volviendo a ellos, tal vez con menos frecuencia. Eso no va a funcionar. Tus expectativas no pueden ser tan bajas, Ben.

Sé santo, porque has sido comprado para ser santo y habitado por el Santo

Si hay alguna mujer escuchando esto que está considerando casarse, debes preguntarle a un hombre sin rodeos sobre la última vez que miró cualquier cosa pornográfica. Debes insistir en obtener victoria, no mirar pornografía jamás, no simplemente una exposición poco frecuente. Mucha gente hoy piensa que la pornografía es simplemente inevitable; es un hecho, y los matrimonios deberían sobrellevarlo, simplemente adaptarse a ello. Creo que es como decir: “El veneno es inevitable y simplemente me voy a acostumbrar a tomarlo”.

Comprado por un precio

Aquí está mi camino sugerido hacia la esperanza, Ben. Primero, humíllate admitiendo que, por el resto de tu vida, esos siete años de envenenamiento de tu mente van a tener consecuencias de las que eres responsable y que requerirán una inusual humillación en relación a tus expectativas sexuales y a tu esposa. Esto es lo que quiero decir. La Biblia dice en 1 Corintios 6:18-20:

“Huyan de la fornicación… ¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en ustedes, el cual tienen de Dios, y que ustedes no se pertenecen a sí mismos? Porque han sido comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios”.

Tu cuerpo, sus deseos sexuales y su involucramiento con tu esposa ya no es vulgar, es santo. El cuerpo es la morada del Espíritu Santo. Pablo dice esto sabiendo que va a dar instrucciones una oración más adelante, en 1 Corintios 7:3, sobre cómo un hombre y su esposa deben tener relaciones sexuales. Las relaciones sexuales en el matrimonio no son vulgares; son puras en Cristo.

Entonces Ben, si eres cristiano, tu cerebro perversamente distorsionado pertenece a Dios. Él te compró. Sabía lo que estaba comprando. Te compró en cuerpo y alma con su sangre. Ya no te perteneces. Él te compró para poder morar en ti. El que habita en ti es explícitamente llamado santo. Ese es tu llamado: sé santo, porque has sido comprado para ser santo y habitado por el Santo.

Den preferencia unos a otros

Ahora vienen estas asombrosas palabras en 1 Corintios 7:3-4:

“Que el marido cumpla su deber para con su mujer [es decir, debe satisfacerla sexualmente], e igualmente la mujer lo cumpla con el marido [sus derechos conyugales]. La mujer no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino el marido. Y asimismo el marido no tiene autoridad sobre su propio cuerpo, sino la mujer”.

Está hablando específicamente de las relaciones sexuales; de esos momentos de intimidad en el lecho matrimonial. Esta es la ley que Pablo establece. Ahora, esa es una declaración misteriosa, maravillosa y paradójica, ¿cierto? Justo cuando un hombre piensa que puede hacer lo que quiera sexualmente con su esposa porque tiene esa autoridad, Pablo dice que ella puede hacer lo que quiera sexualmente con su marido, lo que muy probablemente incluirá informarle que algunas cosas que le agradan a él no son de su agrado. A ella le gustaría que él no las hiciera.

Esfuérzate por encontrar tu mayor placer sexual en el mayor placer sexual de tu cónyuge

Ahora puedes ver lo paradójico que es esto. Esto es muy parecido al mandato de Pablo en Romanos 12:10: “…con honra, dándose preferencia unos a otros”. ¿Cómo haces eso? Es como decir: “Te voy a ganar”. “No, yo te voy a ganar a ti”. “Voy a demostrarte que te doy más honra”. “No, yo voy a demostrar que te honro más a ti”. En el lecho matrimonial esto significa lo siguiente: superarse mutuamente en la búsqueda de maximizar el placer del uno al otro, el placer del uno al otro. Otra forma de decirlo sería esta: cada uno de ustedes se esfuerza por encontrar su mayor placer sexual en el mayor placer sexual de su cónyuge.

Aprende a hablar

Ahora Ben, con respecto a tu historia, lo que esto significa es que no asumirás que conoces mejor los actos de intimidad que traerán mayor satisfacción para tu esposa. Asumirás que tu mente está distorsionada. De hecho, todos deberíamos asumir eso. Por eso debería haber muchas conversaciones. Por lo tanto, debes ser especialmente humilde, especialmente vacilante a la hora de presentar tus deseos inmediatos como la guía para lo que sucede en el lecho matrimonial. Por eso dije que hay milagros que tendrán que suceder en tu corazón y en el de ella.

Eso me lleva a la siguiente parte de tu camino hacia la esperanza, es decir, que tú, quizás incluso más que la mayoría de los maridos (aunque todos lo necesitamos), necesitarás hablar con ella con mucha franqueza sobre lo que le agrada. Le habrás confesado muy temprano en tu relación, antes del matrimonio, todo sobre tu historial sexual; antes de tu matrimonio, temprano en tu relación. Reconocerás que probablemente no tengas los mejores instintos e inclinaciones cuando se trata de las formas más saludables de intimidad sexual en el matrimonio. Ella necesitará saber todo sobre esto con anticipación para decidir si se tomará ese riesgo contigo. No te atrevas a ocultarle esto y contárselo después de casados, sabiendo que ya no hay salida alguna. Sería muy falso, deshonesto y malvado de tu parte hacer esto.

Luego ustedes dos, en el matrimonio con el tiempo, si ella aceptó seguir su relación contigo, aprenderán a hablar; aprenderás cómo hablar. De sus conversaciones, aprenderás una especie de lenguaje tácito, una especie de señalización delicada, de modo que surja un ritmo natural de intimidad que ambos encuentren dulce y profundamente satisfactorio con el tiempo.

Apréciala

Permíteme mencionar una característica absolutamente crucial de esta intimidad satisfactoria. Creo que sería justo decir que toda mujer madura y sana en el matrimonio quiere disfrutar de su marido y quiere ser disfrutada por su marido, pero no ser usada por él. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre disfrutar de tu esposa y usar a tu esposa? Lo pondré en una oración lo mejor que pueda y luego mencionaré tres formas de hacerlo realidad.

Proponte ir en pos de la santidad, la pureza y la transformación profunda, y habrá esperanza para ti

Una mujer se sentirá disfrutada por su esposo, en lugar de utilizada, si ella se da cuenta de que él se deleita con su cuerpo y su persona como una misma cosa. Si el disfrute físico y el cariño personal están unidos, quedará muy claro cuándo y cómo el esposo disfruta de su cuerpo. Pero debe quedar claro que en este disfrute él está apreciando su persona. En otras palabras, es bastante obvio para una mujer cuando el esposo disfruta de su cuerpo. Puede que no sea tan obvio para ella que él aprecia su persona. Entonces, aquí hay tres cosas que contribuyen a esta hermosa sensación de no ser usada, sino de ser disfrutada tanto por el cariño de una persona como por el disfrute de un cuerpo.

  1. Palabras: No tiene que ser un poeta, pero puede decirle en el momento: “Te amo. No quiero a otra. Mis ojos y mis manos no van detrás de nadie con el deseo de hacer lo que estamos haciendo ahora. Eres preciosa para mí. Te aprecio”. Él puede decir eso. Él puede decir eso. Las palabras importan.
  2. Contacto visual: Que ninguno de los dos dé la impresión de que, a medida que avanzan hacia el mayor deleite, pierden el contacto personal y flotan hacia un mundo de fantasías alejado de la persona en sus brazos. Abre tus ojos. Mira tan profundamente a los ojos de tu cónyuge como puedas, hasta el alma misma, y ​​di con tus ojos: “Tú, solo tú, solo tú y para siempre tú”.
  3. Y finalmente, y esto es cierto para todos, pero especialmente, Ben, para las personas con tu trasfondo. A través de toda la comunicación y la experimentación, construye ese hermoso jardín del placer con una cerca alrededor hecha con los alegres deseos y permisos de tu esposa.

Entonces, proponte Ben, en estos próximos años, buscar la santidad, la pureza y la transformación profunda, y habrá esperanza para ti.


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando