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La mañana del 20 de mayo de 2000 amaneció húmeda y gris sobre un campo en Memphis, donde lo que parecía una ciudad portátil había surgido durante la noche. Miles de tiendas de acampar estaban paradas en hileras húmedas; la niebla hacía que todo se viera confuso.

Aproximadamente 40,000 estudiantes universitarios habían llegado para la cuarta conferencia Passion, la primera al aire libre. Fue un día que no olvidaron, uno que describen con palabras como “especial”, “santo”, y con un “peso de gloria”.

Incluso las personas que no estaban allí lo recuerdan, porque ese día el autor y pastor John Piper dio su famoso mensaje de las “conchas marinas”.

“¡Qué mensaje más épico!”, dijo el editor ejecutivo de Deseando a Dios, David Mathis. “Cuando trazamos la historia de Desiring God y el aumento de la influencia de John Piper a lo largo de los años, One Day 2000 creo que es el evento más significativo en términos de haber expuesto a Piper a un público más amplio”.

Antes de hablar, Piper le pidió a Dios “una palabra profética que tuviera un efecto dominó en los confines de la tierra y en la eternidad”.

Lo consiguió. El mensaje explotó, provocando un libro, una guía de estudio, folletos, e incluso una canción de rap.

“El sermón formó nuestra generación”, dijo Matt Capps, de 35 años, ahora pastor principal en Carolina del Norte. “Solo el tiempo dirá si marca la historia cristiana de la misma manera en que lo hicieron sermones como Pecadores en las manos de un Dios airado [de Jonathan Edwards]. Pero en nuestra generación, al menos en mis círculos, si mencionas la ilustración de las conchas marinas, todos saben de lo que estás hablando”.

Los problemas

Piper habló a primera hora de la tarde, alrededor de la 1 p. m. La temperatura predominó en los 15º C durante todo el día, alcanzando un máximo de 22º. Los estudiantes se sentaron en chaquetas o bolsas de basura en la hierba mojada, alrededor de un escenario de madera.

“Fue el grupo más grande al que le había hablado en toda mi vida”, recuerda Piper. El tamaño de la multitud lo puso ansioso. “Cuando estaba en la escuela secundaria no podía hablar frente a grupos. Me paralizaba el miedo. Era algo extraño. Mi madre me llevó al psicólogo… Así que cada vez que me paro frente a una nueva gran audiencia, siempre tengo muchos recuerdos que debo superar”.

El tamaño de la multitud fue solo el comienzo de los problemas para Piper. También estaban inquietos. No había baños fijos ni descansos programados, por lo que 40,000 personas usaban baños portátiles y pasaban por las carpas que vendían alimentos, y lo hacían a diferentes tiempos (de lo contrario sería una pesadilla logística). Así que los estudiantes se levantaban y regresaban a lo largo del día, compraban merienda, usaban el baño, o estiraban las piernas.

“Era como un estadio lleno de fanáticos de fútbol que constantemente van por hot-dogs”, dijo Piper.

Pero lo peor de todo fue el viento.

“Nueve minutos después de haber comenzado, la mitad de mis notas fueron llevadas por el viento”, dijo Piper. Afortunadamente, fue la mitad izquierda, con las que ya había terminado. “No sé lo que hubiera hecho si las notas de la derecha se hubieran ido lejos”.

Durante los siguientes 27 minutos mantuvo sus notas restantes con una mano, haciendo todos sus gestos con su brazo derecho. Piper, quien mueve ambos brazos casi constantemente cuando habla, sintió que “se había dividido por la mitad”.

“La atmósfera en sí era casi completamente problemática”, recuerda Piper. “El que alguien haya obtenido ayuda de ese mensaje es evidencia de la gracia soberana”.

Las conchas marinas

Para que tu vida haga una diferencia duradera solo debes conocer algunas cosas gloriosas, aferrarte a ellas, y estar dispuesto a dar tu vida por ellas.

De pie en el escenario frente a la multitud en constante movimiento, con un viento húmedo en la cara, Piper oró.

“Padre celestial, ya sabes lo inadecuado que me siento en este momento”, dijo en voz alta. “Y entonces pido una unción muy especial, y ayuda de ti”. Con los ojos cerrados, respiró hondo y pidió gracia.

Tomó aire, y comenzó: “No tienes que saber muchas cosas para que tu vida haga una diferencia duradera en el mundo”.

No tienes que ser inteligente, guapo, o de una buena familia, les dijo. “Solo debes conocer algunas cosas básicas, gloriosas, majestuosas, obvias, inmutables, y eternas, y aferrarte a ellas, y estar dispuesto a dar tu vida por ellas”.

Cinco minutos después, presentó la comparación que nadie olvidó:

Hace tres semanas, recibimos noticias en nuestra iglesia de que Ruby Eliason y Laura Edwards murieron en Camerún. Ruby Eliason: más de 80 años, soltera toda su vida, una enfermera. Dio su vida por una cosa: hacer que Jesucristo fuera conocido entre los enfermos y los pobres en los lugares más difíciles y más inalcanzados.

Laura Edwards, una doctora en las Ciudades Gemelas. En su retiro se asoció con Ruby. [Ella] también tenía casi 80, yendo de pueblo en pueblo en Camerún. Los frenos no funcionaron, se van por un precipicio, y mueren instantáneamente. Y le pregunté a mi gente: “¿Es esto una tragedia?”.

Dos mujeres, casi de 80 años, y una vida entera dedicada a una idea: Jesucristo engrandecido entre los pobres y los enfermos en los lugares más difíciles. Y 20 años después de que la mayoría de sus contrapartes estadounidenses comenzaran a desperdiciar sus vidas en trivialidades en Florida y Nuevo México, [ellas] vuelan a la eternidad en una muerte instantánea. “¿Es esto una tragedia?”, les pregunté.

La multitud supo la respuesta y gritó: “¡No!”.

“No es una tragedia”, afirmó Piper. “Te leeré lo que es una tragedia”.

Sacó una página de Reader’s Digest.

(“No sé de dónde la saqué, porque no estoy suscrito”, recuerda Piper ahora. “Debo haberla encontrado en un consultorio médico en alguna parte”).

La leyó:

Bob y Penny… se jubilaron antes de tiempo hace cinco años, cuando él tenía 59 y ella 51. Ahora viven en Punta Gorda, Florida, donde navegan en su barco de 9 metros, juegan sóftbol, y recogen conchas.

“Esto es una tragedia”, le dijo a la multitud.

“Y hay personas en este país que están gastando miles de millones de dólares para que compres esa idea. Y tengo 40 minutos para suplicarte, no lo hagas. Con todo mi corazón te ruego, no compres la idea de ese sueño… Cuando llegue el último capítulo de tu vida, antes de comparecer ante el Creador del universo, darás cuenta de lo que hiciste: “Aquí está, Señor, mi colección de conchas. Y tengo un buen swing. Y mira mi bote”.

La forma de no desperdiciar tu vida es darle gloria a Dios por cada regalo, porque cada uno es gracia comprada y pagada a través de la cruz.

“No desperdicies tu vida”, dijo, las palabras en voz baja antes de dar otra anécdota memorable, esta vez sobre una placa en su casa con el poema de C. T. Studd: “Solo una vida, pronto pasará / Lo que has hecho por Cristo, eso durará”.

La forma de no desperdiciar tu vida, dijo Piper, es darle gloria a Dios por cada regalo, porque cada uno, desde un auto nuevo, la seguridad física, hasta tu próximo latido, es gracia comprada y pagada a través de la cruz.

A Piper le gustó este punto lo suficiente como para titular su mensaje: “Jactándose solo en la cruz”.

Pero “no desperdicies tu vida” también atrapa el punto del mensaje de Piper, y se convirtió en el título de todo: de su libro, el rap de Lecrae, mensajes futuros; todo surgió a partir de ese día.

Los estudiantes

“Recuerdo que tenía 54 años, y tenía cuatro hijos de 17 a 27 años y, por primera vez, me sentía paternal con esta multitud”, dijo Piper. Su continua participación en las conferencias de Passion es “un enigma de la historia”, dijo. “Cuanto más viejo me pongo, más extraño suena”.

También se veía raro, al menos para Justin Converse, que entonces tenía 24 años.

“Recuerdo haber pensado: ¿Quién es este viejo que sube al escenario?”, dijo Converse, quien ahora escucha el podcast diario de Piper, tiene a desiringGod.org marcado en su navegador, y posee todos los títulos de Piper.

“Tenía el pelo loco por el viento, y parecía un padre”, recuerda Paul Coleman, que entonces tenía 19.

Entonces Piper comenzó a hablar.

“Cambió mi perspectiva no solo sobre la jubilación, sino sobre lo que haría con mi carrera”, dijo Converse. Continuaría trabajando unos años en publicidad para clientes por parte de los hoteles Hilton antes de unirse al ministerio FamilyLife de Dennis Rainey, y luego al programa de radio Revive Our Hearts de Nancy Leigh DeMoss.

“Probablemente nunca vaya a ‘retirarme’”, dijo. “Quiero hacer algo con mi vida más allá de los 50, 60, o 70 que haga la diferencia, ya sea de voluntario en un comedor o como mentor de niños, o lo que sea”.

El miembro del Consejo de TGC, Matt Carter, de The Austin Stone Community Church siente lo mismo. “Yo estaba entre la multitud. Ese sermón terminó con todos mis sueños de jubilación”, tuiteó.

Coleman llamó el mensaje: “un elemento crucial que me ayudó a ver que valió la pena vivir para Jesús”. Hoy es pastor en Carolina del Sur, trabajando con niños de la escuela secundaria y la universidad.

Chad Huddleston acababa de terminar su primer año en la universidad y estaba sentado en medio de la multitud.

“Ese fue probablemente uno de los sermones más impactantes de mi vida”, dijo. Varios años más tarde, Huddleston y su esposa se fueron para hacer trabajo misionero en China.

Marian Jordan Ellis estaba sentada en la parte posterior, una voluntaria de 27 años y una nueva cristiana. El poema que Piper citó “literalmente resonó en mis oídos durante 15 años”, dijo. Pasó las siguientes dos semanas en un viaje a Israel con el fundador de la conferencia de Passion, Louie Giglio.

“Fue como tener dos caminos frente a mí”, dice sobre la conferencia y el viaje. “O vas a vivir para la gloria de Dios o para ti mismo. Y yo ya había estado viviendo para mí, así que sabía que tenía que ir en otra dirección. Porque, ¿quién quiere perder su vida, verdad?”.

Ella comenzó a enseñar la Biblia a sus estudiantes cristianos de secundaria, luego regresó al seminario antes de comenzar el ministerio Redeemed Girl. Ahora enseña la Biblia a mujeres jóvenes de todo el país.

Pero esas no fueron las únicas formas en que el mensaje de Piper salió de Memphis.

Las ondas

Piper pidió ondas; Dios le dio olas.

“El crecimiento del ministerio y la influencia de John fue bastante lento, constante, y orgánico durante los años 90, hasta que One Day lo impulsó como ninguna otra cosa”, dijo Mathis. “La ola de los millenials estaba empezando a estrellarse en la edad adulta… Al hablarle a 40,000 universitarios, en su mayoría del sur, lo expuso a una audiencia masiva que probablemente nunca había escuchado hablar de él antes, y estaban en la etapa formativa de la vida, adecuada para unirse a la convocatoria de no desperdicies tu vida”.

Crossway le pidió un libro, y Don’t Waste Your Life (No desperdicies tu vida) se publicó en 2003. Hasta la fecha, el libro ha vendido más de 600,000 copias.

“Es significativo cuando un libro vende más de 100,000 copias en sus primeros nueve meses, y luego 300,000 en sus primeros tres años en total”, dijo el vicepresidente ejecutivo de Crossway, Justin Taylor. “Pero tan importante para mí es que vendió más de 30,000 copias en 2016, que es 13 años después. Eso significa que en cada día del año pasado, 80 personas compraron una copia. Muchos libros son como petardos: una explosión impresionante al principio, luego se disipan. El libro de Piper ha tenido poder de permanencia”.

“Había mucha gente en el seminario en aquellos días que había sido impactada por el ministerio de Passion y la predicación y el libro de Piper”, dijo Denny Burk, profesor del Seminario Teológico Bautista del Sur que estuvo allí ese día, usando un impermeable. “Ese fue el principal legado que recuerdo de One Day”.

No solo estaban leyendo el libro, estaban viendo el video. Ben Peays, director ejecutivo de The Gospel Coalition, escuchó por primera vez el sermón mientras estaba sentado en su escritorio, en la compañía de servicios financieros donde trabajaba.

“Estuve dos años en la fuerza de trabajo estadounidense, e intenté reprimir una parte de mí que se preguntaba: ¿de esto se trata la vida?”, dijo Peays. “Las palabras de Piper fueron una poderosa llamada de atención para mi generación. Ese sermón nos dio permiso para cuestionar la corriente cultural que se extendía a lo largo de tantos estadounidenses”.

Peays les puso el video a sus compañeros de cuarto y a su padre. Luego renunció a su trabajo, rompió su compromiso, y se dirigió a Europa del Este para plantar iglesias antes de inscribirse en el seminario.

“Fue empoderador y liberador el sentir que alguien más estaba hablando a mi corazón”, dijo. “Eso se extendió y me agarró, y volvió mi rostro hacia la idea de un gran Dios, y de hacer las cosas de manera diferente”.

“La primera vez que lo escuché, no sabía cómo procesarlo”, dijo Matt Capps, quien aún comparte los archivos de audio y video con la gente. “Nunca escuché a nadie trazar una línea en la arena de esa manera… Cambió la forma en que invertí mi tiempo, mi dinero, y la trayectoria general de mi vida”.

Empezó a estudiar teología, desarrolló una pasión por la enseñanza, y fue al seminario. Ahora, en la oficina de su iglesia, un jarrón de cristal con conchas marinas se puede ver en su estante de libros.

“No le digas a Piper”, dice riendo, aunque las conchas le recuerdan que debe vivir para Dios y no para el retiro.

Él no es el único que se ríe entre dientes: las conchas se han vuelto tan familiares que son un recuerdo cultural para los “jóvenes inquietos reformados”, quienes hacen chistes en línea y en persona: “¿Vas a la playa? ¡No recojas conchas!”.

Más ondas

El sermón no solo afectó a los estudiantes universitarios, sino también a sus padres.

“He tenido probablemente más personas de cincuenta y tantos años dándome gracias por ese libro; más que los jóvenes”, dijo Piper. “La pareja que fue a Punta Gorda tenía 59 y 51, eso es lo que les incomodaba. Estas eran personas en su mejor momento, que deciden jugar por el resto de sus vidas. Creo que he tenido un igual número de cincuentones [tanto como jóvenes] dándome gracias por rescatarlos de la locura de la jubilación”.

(Para dejarlo claro, Piper no está en contra de “un hombre de 85 años que no puede ver o caminar” y quiere disminuir la velocidad de su vida. Pero él no está de acuerdo con “¿el de 62 años que tiene 20 años de buena salud y se va a jugar al golf? ¡Por favor!”).

El sermón también llegó a los hijos de esos estudiantes universitarios.

Zack Curry, que se sentó en el césped junto a Converse, ahora lleva a sus tres hijas de edad primaria en viajes misioneros cada año a un orfanato en Tijuana. El año pasado, Converse se unió a ellos con su hija Anna, de 15 años.

“Quería darle forma a su pensamiento, llevándola a algún lugar donde vea pobreza extrema”, dijo Converse. “Nada emocionaría más mi corazón que se enamorara de la gente de México”. (Anna quiere volver el próximo año, también quiere especializarse en español).

Chad Huddleston ahora regresó de China, y está enseñando y entrenando deportes en una escuela pública en Texas. Pero él también quiere que sus hijos experimenten el campo misionero.

“Cuando el Señor pregunta, nuestro ‘sí’ ya está sobre la mesa”, dijo.

“Ya seas un ingeniero, un médico, un maestro, un misionero en el extranjero, o un recolector de basura, seas lo que seas, lo que tomé de Piper es que la verdadera tragedia llegaría si al final de tu vida todo lo que tienes son las cosas que has logrado para ti”, dijo. “No importa lo que haces, si lo haces para Su gloria”.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Emanuel Elizondo.
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