Pablo concluye su majestuoso tratado sobre el evangelio de Jesucristo en el libro de Romanos con un llamado a tener una mente renovada que es transformada por el evangelio. Escribe: “Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto” (Ro. 12:2). En otras palabras, el creyente tiene una cosmovisión completamente diferente porque su pensamiento es liberado del molde de esta era (el mundo caído) por los lentes del evangelio. La transformación de la cosmovisión es la única forma en que el creyente puede vivir la voluntad de Dios en la vida diaria.
La transformación de la cosmovisión es la única forma en que el creyente puede vivir la voluntad de Dios en la vida diaria.
La cosmovisión es la forma como enmarcamos el mundo y le damos sentido a todo lo que experimentamos. Dios no ha dado a los cristianos un conjunto de instrucciones detalladas para que las sigamos sin necesidad de pensar. Más bien, Él nos ha dado su Palabra, el evangelio, y el Espíritu para transformarnos. Poner “todo pensamiento en cautiverio a la obediencia de Cristo” (2 Co. 10:5) implica redefinir cada categoría de la vida, incluyendo la hombría. Un hombre cristiano debe replantearse el verdadero significado de su existencia como hombre en el mundo. La hombría debe ser, en lo profundo del corazón del hombre, re-orientada radicalmente y enmarcada de acuerdo al evangelio. Esta re-orientación del evangelio involucra las categorías más fundamentales de la vida de un hombre.
En Génesis 2, las Escrituras enseñan que Dios creó al hombre para vivir bajo Su autoridad como líder, proveedor, y protector, comprometido con la gloria de Dios y el florecer humano. Vivir con propósito implicaba para el hombre adorar a Dios, trabajar por el bien común, y cuidar a la familia. Después de que los portadores de la imagen de Dios se unieron a una rebelión satánica en Génesis 3, el pecado corrompió el pensamiento del hombre en todas las categorías que existen para guiar su vida. Y entonces leemos que el hombre caído culpa a los demás en lugar de dirigirlos, se sirve a sí mismo en lugar de proveer para otros, y daña a los demás en lugar de protegerlos. La adoración a Dios y el servicio a la comunidad ya no son más la prioridad en su pensamiento; él mismo lo es.
Por lo tanto, cada aspecto de la cultura está corrompido por la realidad del pecado en el mundo, la comunidad, el hogar, y el lugar de trabajo. Es por eso que la búsqueda de la hombría redimida siempre nos conduce de regreso a Cristo Jesus. Él es el mejor ejemplo de lo que significa ser un verdadero hombre, pero lo más importante, Él es nuestro Salvador. Un error que los hombres suelen cometer es tratar los problemas en sus vidas como si fueran asuntos aislados, y como si el verdadero problema radicara fuera de ellos. El punto de partida de una cosmovisión redimida es saber que el mayor peligro para cualquier hombre radica dentro de él, no afuera.
Cada hombre debe darse cuenta que lo más importante para ganar la batalla espiritual de nuestras vidas es enmarcar la vida de acuerdo con la verdad bíblica.
Cada hombre debe darse cuenta que lo más importante para ganar la batalla espiritual de nuestras vidas es enmarcar la vida de acuerdo con la verdad bíblica. Aquí hay algunos recordatorios sugeridos para ayudar a un hombre a enfocar su pensamiento (y el de sus hijos) en la batalla por una cosmovisión renovada:
- ¿Me veré hoy como el dueño de mi vida o como el mayordomo de la vida que mi creador y salvador me ha dado?
- ¿Adoraré hoy a Jesús como Señor o serviré mis deseos como señor?
- Yo merezco el juicio de Dios, pero tengo salvación y vivo por la gracia de Cristo. ¿Continuaré hoy con un sentido de derecho o con una conciencia de la gracia?
- ¿Agregaré más a la oscuridad del mundo caído al ver a los demás como si ellos fueran el problema, o haré brillar la luz del evangelio al ver a los demás como personas a quienes puedo dirigir y servir en amor?
- ¿Me veré hoy a mí mismo como el más importante a expensas de otros, o pensaré humildemente y caminaré en acorde al evangelio, proveyendo con sacrificio por los demás?
- ¿Pensaré hoy que soy superior a los demás y que estoy dispuesto a perjudicarlos por mi beneficio, o conoceré mi propia necesidad y protegeré valientemente a los demás, incluso si es personalmente costoso?