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¿Las máquinas pueden pensar? Esa pregunta llevó al matemático Alan Turing, en 1950, a crear un experimento para probar la inteligencia de las primeras computadoras. El Test de Turing consistía en una conversación escrita entre un interrogador y dos participantes —un humano y una máquina—, sin que el interrogador supiera cuál era cuál. El objetivo del interrogador era identificar al humano y a la máquina: si la máquina lograba engañarlo, se consideraba que había superado la prueba.
En la actualidad, la pregunta de Turing ha evolucionado hacia algo más asombroso: ¿Las máquinas pueden sentir? Cada vez más personas consultan a la Inteligencia Artificial (IA) sobre sus emociones, le comparten sus luchas de salud mental e incluso conversan con ella para abrir su corazón sobre lo que sienten. Cada vez más personas recurren a la IA en vez de acudir a un consejero o terapeuta calificado.
El consejero bíblico debe encarnar la compasión, la sabiduría y el discernimiento de Dios, en dependencia del Espíritu Santo y la Palabra
¿Cuál debería ser la postura de los cristianos? ¿Podemos utilizar la IA para hacer consejería, o debemos alarmarnos ante su uso cada vez mayor? Quiero ofrecer una respuesta desde la perspectiva de la consejería bíblica, a partir de tres cuestiones cruciales para comprender el uso de la IA en la terapia personal.
El ser humano como representante de Dios
La antropología bíblica muestra a Dios creando al ser humano con dignidad y propósito, como el único portador de la imago Dei (Gn 1:26-27). El Señor lo integra con una parte material y otra inmaterial, pues lo formó «del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida» (Gn 2:7).
Según el teólogo Juan Calvino, la imagen de Dios reside principalmente en la parte inmaterial, en la mente y el corazón, subrayando que no se trata de una semejanza física sino espiritual (Institución, 1.15.3). Esto implica que el ser humano refleja aspectos del carácter divino, como el conocimiento, la justicia, la santidad, la racionalidad y el dominio responsable sobre la creación.
Herman Bavinck amplía esta comprensión al afirmar que el ser humano —como ser espiritual, racional y moral— refleja a Dios no solo en su alma, sino también en su dimensión relacional. Después de todo, fuimos creados por un Dios que es amor y existe como una comunidad de tres personas. Así, el ser humano no solo carga con la imagen de Dios, sino que además está llamado a ser Su representante en todas las relaciones que establece en el mundo (Reformed dogmatics, vol. 2).
No dejes el cuidado de tu alma a una serie de algoritmos impersonales a los que no les interesa tu crecimiento a la imagen de Cristo
Esto significa que aunque la IA puede ser una herramienta útil para ayudar a una persona a procesar sus emociones, nunca puede sustituir el encuentro presencial con otra persona portadora de la imagen y semejanza de Dios. Por eso también el consejero bíblico debe encarnar la compasión, la sabiduría y el discernimiento de Dios, en dependencia del Espíritu Santo y la Palabra.
La IA puede asistir y brindar recursos útiles, pero jamás podrá superar la dinámica y la comunión entre personas creadas a la semejanza de Dios que están siendo transformadas a la imagen de Cristo por el poder del Espíritu Santo. Como el pastor y consejero Paul Tripp advierte: «No debemos permitir que la Inteligencia Artificial reemplace a los portadores de la imagen de Dios como los principales cuidadores de Su creación».
La iglesia como el diseño de Dios para el crecimiento
Dios nos llama a vivir en comunidad para crecer en humildad. No solo para ofrecer ayuda, sino también para recibirla: «Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo» (Gá 6:2). Pero la razón no es solo práctica, sino también teológica.
Cuando somos salvos, somos unidos a Cristo, pues tenemos vida juntamente con Él (Ef 2:5). Está unión con Jesús significa también una unión con nuestros hermanos en la fe (Ef 2:14). Dios nos salva del pecado y nos introduce en una comunidad. Esa es la voluntad de Dios y Su diseño para nuestro crecimiento y madurez espiritual. Cuando comprendemos este diseño perfecto y maravilloso del Señor, nos damos cuenta de que el aislamiento no es una opción.
La inteligencia artificial no puede llorar con los que lloran, llevar las cargas de otros ni sostener las manos de los que están sufriendo. No puede dar un abrazo sentido y necesario en momentos de debilidad o de felicidad. Tampoco puede escuchar con genuina compasión y comprensión, en el contexto de una relación y compromiso entre miembros del mismo cuerpo, quienes experimentan juntos la transformación de sus vidas y la redención de sus relaciones humanas.
Así que, por favor, no dejes el cuidado de tu alma a una serie de algoritmos impersonales a los que no les interesa tu crecimiento a la imagen de Cristo. En cambio, abre tu corazón a Dios en la compañía y la comunión de hermanos maduros que te llevan a la Biblia, oran por ti y luchan contigo codo a codo por la santidad. Ellos están verdaderamente preocupados por tu alma.
La consejería bíblica como cuidado del alma
El trabajo de la consejería bíblica se inserta en el contexto de una iglesia local. Es el ministerio de discipulado personal e intensivo unos a otros, bajo la supervisión de la iglesia, en dependencia de la Palabra, a través de la obra del Espíritu Santo.
La IA es útil para procesar ciertos datos, pero lo que te hará crecer a imagen de Cristo es el consejo de tus hermanos en la fe que caminan a tu lado
La consejería bíblica implica presencia física, amor y compasión en la comunión, exhortación y acompañamiento. Esta no se puede desarrollar al máximo si el consejero no está caminando con la persona que necesita el consejo de la Palabra. La IA es útil para recopilar, analizar y procesar ciertos datos que le brindas, pero lo que te hará crecer y cambiar a la imagen de Cristo es el consejo de tus hermanos en la fe que caminan a tu lado en el proceso de santificación (Ef 4:24-25).
Es importante subrayar que el enfoque y la meta de la consejería bíblica es ayudar a los hermanos en la fe a ser conformados a la imagen de Cristo. No se trata solo de solucionar los problemas y calmar sus emociones. La IA puede dar información útil, pero no puede «encarnar» la verdad que nos transforma; ella nunca sufrirá con nosotros ni puede decir que haya sido tentada como nosotros. En cambio, los consejeros bíblicos imitamos la compasión de Cristo, quien se hizo como nosotros y fue tentado en todo, pero sin pecado (He 4:15).
El poder del consuelo y del cambio bíblico no viene solo de «decir la verdad», sino de hacerlo en amor (Ef 4:15), de parte de alguien que también lucha, ora, falla, se arrepiente y crece. Por eso me gusta decirles a aquellas hermanas a quienes aconsejo que la cruz está delante de nosotras y estamos yendo juntas hacia ella. Un consejero bíblico quiere reflejar a Cristo para su hermano en el proceso de transformación. La consejería bíblica es una expresión del cuidado de Jesús a través de Su cuerpo, la iglesia.
Esperanza en Cristo
La IA es una herramienta maravillosa para muchas cosas, pero no puede reemplazar la presencia alentadora de alguien que nos conoce y tiene genuina compasión por nosotros. La IA puede dar buenos consejos para trabajar las emociones, pero no puede sustituir el diseño de Dios para la iglesia y la madurez espiritual. La IA puede brindar información útil, pero no puede darnos la verdad en amor para nuestro crecimiento.
La IA puede dar información útil, pero no puede «encarnar» la verdad que nos transforma
Al mismo tiempo, te invito a no caer en la desesperación al creer que los avances tecnológicos traerán el fin del mundo apocalíptico. Tampoco nos desviemos de la voluntad de Dios para nuestras vidas: «Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Cuídense de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz de amargura, brotando, cause dificultades y por ella muchos sean contaminados» (He 12:14-15).
La historia del mundo no terminará con superordenadores y con la rebelión de máquinas inteligentes, sino con el regreso triunfal de Jesús para consumar Su plan eterno y completar Su obra en nosotros. Mantengamos esta esperanza hoy, de modo que vivamos de acuerdo a Su diseño perfecto para nuestra transformación.