¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×
Nota del editor: 

Este artículo forma parte de nuestra Revista Coalición: La iglesia frente a la ideología de género. ¡Haz clic en el enlace para descargarla gratis!

DesCARGA GRATIS LA REVISTA

El avance de la ideología de género en la vida pública y en los gobiernos civiles presenta un escenario desafiante para la iglesia. En especial, para los líderes que deben pastorear al pueblo de Dios en este contexto.

Es por eso que hablamos con Joselo Mercado, pastor en la Iglesia Gracia Soberana (Gaithersburg, MD) en el área metropolitana de Washington D. C., para reflexionar sobre el papel de la iglesia local frente a la revolución sexual.


¿Cómo deben las iglesias locales responder frente a las presiones del Estado cuando se legisla la ideología de género en la vida pública?

Desde mi perspectiva, debemos empezar con un entendimiento bíblico robusto sobre hasta dónde se extiende la autoridad del Estado. Ya que el Estado está para proteger a los que hacen justicia de los malhechores (Ro 13:1-7), los individuos deberían buscar formas políticas en donde se legisle de forma acorde con esta ley natural (2:14-15) y aún más los cristianos, que conocen la voluntad revelada de Dios. Lo que quiero decir es que un miembro de una iglesia puede votar y apoyar propuestas políticas que afirman las verdades bíblicas, sin que su deseo de beneficiar a la sociedad a través de la política denigre el evangelio o perjudique su responsabilidad y lealtad para con el reino de Dios.

Pensando en las iglesias locales, en ellas se debe enseñar a los miembros a discernir entre la verdad y la mentira, y a relacionarse con la sociedad de una manera que honre a Dios. Los líderes locales capacitan a los santos para que hagan el trabajo del ministerio (Ef 4:11-12). Parte importante de esta capacitación es ayudar a los creyentes a no atacar a las personas, portadoras de la imagen de Dios, sino a debatir sus ideas erróneas, pues muchas veces los creyentes comunican verdades, pero de manera incorrecta.

¿Cómo pueden las iglesias locales modelar una cultura interna diferente a la posmodernista e individualista que da cabida a la ideología de género, y buscar alcanzar con el evangelio a las personas que abrazan esta ideología?

Creo que el mejor argumento en estos tiempos al respecto lo ha hecho Rob Dreher en su libro Vivir sin mentiras, que se nutre de pensadores como Aleksandr Solzhenitsyn y Francis Schaeffer. Los creyentes debemos, hoy más que nunca, abrazar la verdad bíblica en todas las áreas de nuestras vidas. Muchas veces mostramos una gran indignación cuando algunas personas niegan la verdad de Dios con la ideología de género, pero no nos damos cuenta de que, con nuestra conducta, afirmamos mentiras en áreas menos controversiales. A medida que los cristianos abracemos las verdades bíblicas en todas las áreas de nuestras vidas, las iglesias locales podrán modelar una cultura bíblica ante el mundo.

Los creyentes debemos, hoy más que nunca, abrazar la verdad bíblica en todas las áreas de nuestras vidas

Para alcanzar a quienes abrazan la ideología de género, debemos demostrarles que vemos la imagen de Dios en ellos aunque no estamos de acuerdo con las mentiras que defienden. Estoy convencido de que podemos amarlos sin tener que comprometer la verdad. Además, si estamos seguros de nuestras convicciones bíblicas, no estaremos ansiosos por discutir ni defenderemos la verdad de manera ofensiva. 

¿Qué consejos darías al pastor y líder cristiano para poder liderar a la iglesia frente a los males que representa la ideología de género?

Estudia, estudia, estudia y estudia. Tienes que entender los argumentos y mentiras que se presentan en la actualidad antes de poder responder con la verdad precisa. El libro El origen y triunfo del ego moderno, de Carl Trueman, es un buen recurso para entender el mundo actual. 

Es fácil decir «la ideología de género es pecado», pero es más complicado entender cómo nació dicha ideología y de qué formas estamos dando paso a ideas similares en nuestras vidas. Por ejemplo, la ideología de género es, en esencia, un grito de autonomía. Sin embargo, cada vez que los cristianos afirmamos que podemos vivir para nuestros deseos antes que para la voluntad de Dios, estamos albergando ideas similares.

Con respecto a la conversación sobre política dentro de la iglesia, muchos pastores y líderes han pendulado entre el silencio que permite cualquier opinión política o el discurso exacerbado que termina incomodando a los miembros. ¿Cómo mantener un balance bíblico y demostrar que el evangelio transforma nuestra cosmovisión política, sin que el evangelio pierda su centralidad en la vida de la iglesia?

Creo que hay dos cosas que podrían ser de gran ayuda. Por una parte, no debemos participar de la política partidista, es decir, los líderes de una iglesia local no deberíamos ser identificados como «fanáticos» o promotores de un partido político. Esto no quita que no debamos señalar de forma clara cuando se legislan políticas malvadas que atentan contra la verdad de Dios, ni significa que un pastor no pueda tener una opinión formada sobre política.

Tienes que entender los argumentos y mentiras que se presentan en la actualidad antes de poder responder con la verdad precisa

Por otra parte, debemos permitir que la predicación expositiva consecutiva nos ayude. Si somos pacientes, podremos abordar temas delicados, como la política o el rol del Estado, cuando lleguemos a los pasajes bíblicos apropiados. Esas son oportunidades saludables para explicar a la congregación lo que Dios enseña al respecto y aplicar el evangelio a esas áreas de la vida.

En medio de una «batalla» contra las ideologías y la presión del Estado se pueden cometer excesos. ¿Cómo mantenernos «sujetos a las autoridades» pero fieles a Dios antes que a los hombres?

Creo que debemos estudiar y meditar en los pasajes bíblicos que abordan el tema (p. ej., Ro 13; 1 Ti 2:1-8) o en historias como la de Daniel. Algo que tienen en común es el llamado al amor. Por lo tanto, debemos velar por nuestro corazón al abordar temas delicados y controversiales. Nuestra motivación nunca debe ser el temor de perder poder o el deseo de mantener ciertos beneficios en la sociedad. La motivación debe ser el amor al prójimo al promover una cultura que afirma las verdades que fomentan la vida humana fructífera y en paz. 

Al final sabemos que, en persecución o en libertad, debemos predicar el evangelio, pero debemos desear una vida de paz y libertad, como Pablo nos anima a orar (1 Ti 2:1-2). El evangelio nos libra del temor para que, como iglesia, podamos amar y actuar de formas que reflejan el carácter de Cristo en la sociedad.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando