Durante años he escrito artículos y libros sobre evangelismo. En la superficie, esto parece un deseo de ayudar a fomentar el evangelismo en la comunidad cristiana. Es verdad; sí deseo eso. Pero en un nivel más profundo, surge de procesar mi propia angustia interna respecto al evangelismo. ¿Cómo presento el evangelio con honestidad y audacia sin ofender innecesariamente? ¿Cómo me aseguro de no caer en herejía al añadir o quitar algo al evangelio? ¿Cuándo necesito recordar que el evangelio es ofensivo para quienes aman su pecado y rebelión, y que su aversión por el evangelio no tiene nada que ver conmigo?
¿Puedes identificarte con esta lucha interna? Después de décadas haciéndome preguntas como estas, me gustaría ofrecerte siete sugerencias para que las tengas en cuenta mientras consideras cómo empezar en el evangelismo.[1]
1. Elimina las ideas erróneas que tienes sobre el evangelismo.
Es fácil, tras escuchar a creyentes bien intencionados, formarse una idea equivocada sobre el evangelismo. Las ideas erróneas son casi demasiado numerosas para enumerarlas.
El evangelismo es simplemente enseñar, compartir o predicar el evangelio con el deseo en tu corazón de que alguien llegue a la fe
El evangelismo no se trata de cuántas personas guías a Cristo, aunque es hermoso cuando eso sucede. Ciertamente, el evangelismo debe ocurrir para que la gente venga a Jesús, como Pablo enfatiza en Romanos 10:17: «Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo». Pero el evangelismo ocurre incluso si la gente no viene a Jesús. Tampoco el evangelismo es simplemente mostrar nuestras buenas obras. El evangelismo es un mensaje, y un mensaje debe ser hablado. Tampoco el evangelismo es un método, un conjunto de preguntas memorizadas que llevan a la gente a la conclusión de que deben entregar sus vidas a Jesús.
El evangelismo es simplemente enseñar, compartir o predicar el evangelio con el deseo en tu corazón de que alguien llegue a la fe. Como dice Pablo: «persuadimos» (2 Co 5:11).
2. Prepara tu corazón.
Por supuesto, debes orar sobre el evangelismo. Todo el mundo dice eso, y por numerosas buenas razones. Es bueno orar principalmente porque yo suelo olvidarme de hacerlo. Pero recuerda, es bueno orar para que los incrédulos lleguen a la fe porque es bíblico. Pablo da el ejemplo nuevamente en Romanos 10:1, cuando dice que el deseo de su corazón y su oración es que su pueblo, los judíos, lleguen a la fe. Así que ora para que Dios ablande los corazones de aquellos que conoces y que no conocen al Señor.
Orar por la conversión de otros nos recuerda que es tarea del Espíritu Santo convertir, no nuestra. Nos recuerda que la fe es un don de Dios, un don que Dios quiere dar. Hay otras buenas razones para orar que los incrédulos lleguen a la fe. Lo mejor de todo es que moldea nuestros corazones para estar más en línea con el corazón de Dios. Encuentro que, cuando oro, mi corazón desarrolla más amor por los perdidos y una mayor conciencia de las necesidades a mi alrededor.
3. Reconoce que esto no se trata de tu personalidad.
La gente justifica su falta de evangelismo diciendo que no tienen la personalidad adecuada. No estoy seguro de dónde viene esta idea, pero son tonterías. Tanto los introvertidos como los extrovertidos luchan con el evangelismo. Para la mayoría de las personalidades, el evangelismo siempre es como remar contra corriente. Los extrovertidos se ven fuertemente tentados a distorsionar el evangelio para adaptarlo al oyente. Algunos de los evangelistas más eficaces que conozco son introvertidos.
Orar por la conversión de otros nos recuerda que es tarea del Espíritu Santo convertir, no nuestra
El evangelismo no comienza con la personalidad correcta, sino más bien con la conciencia de que los cristianos somos criaturas que vivimos en el mundo físico y, sin embargo, hemos recibido el don de conocer la realidad del mundo espiritual. Es ser consciente de que cada persona que conoces se dirige a uno de dos destinos: una existencia eterna y gloriosa en un paraíso que apenas podemos imaginar, o una existencia inmortal en lo que Jesús llamó las «tinieblas de afuera». Esta comprensión nos ayuda a enmarcar el evangelismo correctamente. Es útil saber que el evangelismo puede expresarse de manera diferente según los distintos tipos de personalidad, pero se trata del mismo evangelio.
4. Reconoce que puedes mejorar en esto.
Muchos hablan de «pre-evangelismo», que consiste en ayudar a las personas a prepararse para escuchar el evangelio. No estoy seguro de qué es el pre-evangelismo o si es un término bíblico particularmente bueno pero, de todos modos, nadie habla de pos-evangelismo. Para que conste, soy el mejor pos-evangelista que conozco: «Debería haber dicho esto» u «Olvidé decir aquello». Siempre estoy repasando en mi mente cosas mejores que podría haber dicho.
Antes solía culparme por eso, pero con los años, he llegado a verlo más como un ejercicio de perfeccionamiento para la próxima vez que como una derrota. Como todas las disciplinas espirituales, el evangelismo no es algo que hagas perfectamente cada vez. Siempre hay margen para crecer. Así que lee libros sobre apologética para estar equipado y poder responder a las objeciones. Escucha atentamente los testimonios de cómo las personas llegaron a Jesús. Piensa en cómo convertir las conversaciones en conversaciones espirituales.
5. Ensaya el evangelio. Practícalo o lo perderás.
Conviértete en un estudiante del evangelio. Como he mencionado, el evangelio es un mensaje con cierta complejidad, por lo que debe ser estudiado. Si lo estudias bien, puedes expresarlo bien. Así que, primero, domina los elementos esenciales del evangelio:
- Quién es Dios (Santo, Amoroso, Creador, Padre).
- Quiénes somos nosotros delante de Dios (criaturas valiosas, hechas a Su imagen y reflejando Su gloria, pero en rebelión contra los caminos de Dios y esclavos de nuestro pecado).
- Quién es Jesús (el Hijo divino de Dios, igual a Dios y plenamente hombre, quien vino con una misión de rescate para salvarnos de las tinieblas y llevarnos a la luz de Dios y comunión con Él, ofreciendo voluntariamente Su vida como pago de rescate por nuestro pecado, y luego demostrando la verdad de Sus palabras y acciones mediante Su resurrección de entre los muertos).
- Qué debemos hacer entonces (arrepentirnos de nuestro pecado, lo cual es principalmente nuestra incredulidad respecto a que el camino de Dios es el correcto, y poner toda nuestra fe en Jesús).
Se podrían escribir libros enteros sobre cada parte del evangelio mencionada anteriormente, así que no te limites a memorizarlas; sigue trabajando en su significado. Conecta esos cuatro principios del evangelio con la Escritura. Es un rico tesoro de conocimiento espiritual. Reflexiona sobre ello y piensa en formas de decirlo con precisión, pero con un lenguaje sencillo.
6. Piensa en pasos específicos que puedes dar.
Aquí es donde la teoría se encuentra con la práctica. Primero, piensa en tus amigos, vecinos, compañeros de estudio, compañeros de trabajo y familiares que conoces y que no son cristianos. Escribe sus nombres y ora por ellos, como en el punto número dos. Los nuevos creyentes probablemente tendrán listas largas, y las personas que llevan mucho tiempo caminando con el Señor pueden tener listas más cortas.
Piensa si hay algún trabajo de amistad que deba hacerse para que puedas llegar al punto de compartir el evangelio (está bien, quizás eso sea el pre-evangelismo). Tal vez sea invitarlos a la iglesia, aunque debes recordar que invitar a alguien a la iglesia no es hacer evangelismo tú mismo. Ahora bien, es de esperar que tu pastor exponga claramente el evangelio en cada sermón, pero independientemente de eso, tu evangelismo comienza después del servicio cuando preguntas: «¿Qué te pareció el servicio?». Quizá sea hacer amistad en la iglesia con alguien que está buscando conocer más de la fe e invitarlo a almorzar después del servicio.
Los familiares son complejos, pero podrías enviarles un correo electrónico y decirles que has estado pensando en ellos (orando por ellos) y que te gustaría tener una conversación espiritual. Para otros, puede ser el paso audaz de iniciar un estudio bíblico en el vecindario. Estudiantes universitarios, ustedes tienen las mejores oportunidades para el evangelismo, ya que su situación de vivienda, vida laboral (sus estudios) y círculos sociales están todos cercanos; estas cosas se dividirán una vez que se gradúen. Así que, estudiantes, aprovechen esto e inicien un estudio bíblico evangelístico. Todos deberían acostumbrarse a preguntar: «¿Te interesan las cosas espirituales?» o «¿Cuál es tu trasfondo de fe?».
7. Lánzate.
Una de las mayores necesidades en el evangelismo no es la preparación interminable, sino la audacia y la claridad. En Efesios 6:19, Pablo pidió oración para ser audaz y claro con el evangelio, lo cual también debería estar en nuestros corazones. Como digo a menudo, no me gusta sonar como un viejo anuncio de zapatos deportivos: «Simplemente hazlo». Fija tu mente en Cristo y lánzate. Mira a dónde te lleva el Espíritu Santo.
Una de las mayores necesidades en el evangelismo no es la preparación interminable, sino la audacia y la claridad
Sobre todo, sigue adelante. ¡Persevera!
Ayer mismo escuché cuatro informes del ministerio universitario de fin de año llamado «ACross», en la Universidad de Louisville. Este grupo de estudiantes está profundamente motivado para alcanzar su campus para Jesús. Las tres primeras historias fueron informes fantásticos sobre cómo se había proclamado el evangelio a numerosas personas, muchas de las cuales llegaron a la fe. ¡Qué ánimo!
El último testimonio vino de una joven llamada Megan. Se levantó tímidamente y dijo: «Hace ocho meses, ni siquiera sabía qué era el evangelismo». Pero en una conferencia cristiana fue convencida de compartir su fe. Megan se armó de valor y dio el paso.
Primero, intentó organizar un estudio bíblico con algunas amigas, pero nadie asistió. Luego comenzó a llevar en su auto a una compañera de estudios de su programa de enfermería, quien le informó a Megan que era adoradora de Afrodita (¡una verdadera pagana!). Aunque leyeron algo de la Biblia, finalmente le dijo a Megan que no le hablara sobre cristianismo. Megan continuó llevándola en auto. Luego, Megan se reunió con otra compañera de clase y leyeron completo el libro de Greg Gilbert ¿Qué es el evangelio?, pero al final, la mujer dijo que el cristianismo no encajaba con su estilo de vida lésbico. Megan compartió el evangelio con otra amiga que simplemente pensó que Megan era rara. Y así terminó su historia.
Todo lo que Megan intentó, yo lo recomiendo: estudio bíblico, estudio de un libro y compartir el evangelio uno a uno. Pero nadie llegó a la fe ni pareció tan interesado en el mensaje que Megan tenía para ellos. Pero Megan fue fiel. Lejos de rendirse, Megan habló de lo mucho que había aprendido y de lo agradecida que estaba con Dios. Dijo que estaba deseando evangelizar el próximo semestre en el campus. ¡Qué bien!
Para mí, eso convierte a Megan en una heroína evangelística. Creo que así es como Dios también la ve.