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El pasado jueves 13 de abril, el gobernador del estado de Florida, Ron DeSantis, firmó una nueva ley que prohibe el aborto después de la sexta semana. La normativa conocida como «Ley de protección del latido» fue aprobada ese mismo día por la Cámara de Representantes de la Legislatura, donde el partido republicano conserva la mayoría.

La nueva ley protege la vida del niño por nacer, impidiendo la práctica del aborto después de las seis semanas de embarazo, aunque reconoce algunas excepciones. Se permitirá el aborto en casos de violación, incesto o cuando la vida y salud de la madre corran peligro, siempre que sea antes de la semana quince y presentando ciertos documentos requeridos por las autoridades.

Además, la normativa prohibirá que los abortos puedan ser prescritos mediante una consulta médica virtual. También especifica que los medicamentos utilizados para inducir abortos —que representa la mayoría de los casos en Estados Unidos— solo podrán ser suministrados por un médico y no por correo.

Estas prohibiciones se enmarcan en un debate nacional respecto al acceso a la mifepristona, píldora abortiva utilizada en los primeros meses de embarazo.

El año pasado, la Corte Suprema de los Estados Unidos anuló las decisiones tomadas en el emblemático caso conocido como «Roe v. Wade», que había dictaminado en 1973 que el derecho al aborto estaba garantizado por la Constitución nacional. Con la anulación de la Corte, la regulación del aborto volvía a manos de cada Estado.

Ahora, con esta nueva ley firmada por DeSantis, Florida se suma a los Estados que han optado por proteger la vida.

Un paso más en la dirección correcta

Gerson Morey, pastor en el sur de Florida y miembro del consejo pastoral de Coalición por el Evangelio, nos comparte una reflexión sobre estos eventos:

Dada la situación actual, sabemos que la ley no es una garantía de terminar con el aborto. Sin embargo, la prohibición hará que la decisión de abortar sea más pensada y conlleve cierto grado de dificultad, lo que salvará más de una vida. La ley firmada por DeSantis es una buena noticia, porque supone que habrá personas que tendrán la posibilidad de seguir existiendo, por extraña que suena esa expresión. Cientos o miles de niños que crucen la línea de las seis semanas estarán a salvo y protegidos por la ley. La sentencia de muerte fue revocada. 

Siento alivio y gratitud por un lado, pero tristeza e indignación por otro, al ver la oposición que genera este tipo de noticias en este mundo caído. Aunque no debemos ser triunfalistas, tenemos que dar gracias a Dios por estos avances, porque esta nueva ley representa y fomenta el respeto por la dignidad de la vida humana. Creo que podemos celebrar, pero con mesura. 

Oremos que esta ley sea un paso más en la dirección correcta para que la sociedad norteamericana sea una que valore y proteja la vida humana desde su concepción. Que esta decisión sirva como catalizador de la completa prohibición del aborto en los Estados Unidos y, por qué no, en todo el mundo.

Pero también sigamos mostrando la dignidad del ser humano, ofreciendo respeto y cuidado a todos durante toda la vida. Esto incluye a recién nacidos, niños, adultos, ancianos, pobres, enfermos, viudas, huérfanos, presos, y muchos más. Que el respeto por todos y el cuidado de los más vulnerables sea el aporte de la iglesia en esta lucha. Que la forma en que tratamos a todo ser humano sea un testimonio de la dignidad humana. 

Hasta que el Señor vuelva, recordemos que el evangelio es la única esperanza, que la iglesia tiene la misión de ser luz del mundo y sobre todo, confiemos que Cristo todavía reina.

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