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En su discurso de despedida antes de su expulsión de Alemania, Karl Barth expresó las siguientes palabras a sus estudiantes: «Ahora ha llegado el final. Así que escuchen mi consejo: ¡exégesis, exégesis y aún más exégesis! Aférrense a la Palabra de Dios, las Escrituras que se nos han dado».1

Aunque no estemos de acuerdo del todo con Barth en su teología, estas palabras señalan a una verdad fundamental: la exégesis no es opcional para el estudiante de teología y mucho menos para quienes exponen la Palabra de Dios en la iglesia.

La definición de exégesis

El término viene del griego έξάγω (exágo), literalmente «extraer, sacar, llevar o conducir fuera». Consiste en extraer, no introducir, el significado del texto. Hacer exégesis bíblica significa que nos esforzamos por no agregar ideas nuestras al texto ni sacar conclusiones que no estén expresadas en él, sino extraer lo que ya está en el pasaje. El objetivo es «ver la realidad a través de los ojos de otra persona»,2 en este caso, de los escritores bíblicos.

La exégesis es el resultado de la hermenéutica aplicada.3 La hermenéutica, por su parte, es la «reflexión sobre los principios que sustentan la interpretación textual correcta».4 Es decir, son las reglas de interpretación que seguimos para un entendimiento adecuado de cualquier texto, tal y como el autor pretendió que se entienda. Cuando aplicamos estos principios a un determinado texto, estamos haciendo exégesis.

La exégesis responde a la pregunta: ¿Qué quiso decir el autor bíblico? Tiene que ver con lo que dijo (el contenido mismo) y por qué lo dijo en cualquier punto dado (contexto literario). Además, primordialmente la exégesis tiene que ver con la intención: ¿Qué se propuso el autor que entendieran sus lectores originales?5

Al hacer exégesis, nos enfocamos en las palabras, oraciones y argumentos del autor humano inspirado por Dios con el fin de tener certeza de lo que escribió, para quién lo escribió y por qué lo escribió.

Los pasos de la exégesis bíblica

Entonces, ¿cómo hacemos una exégesis bíblica? No es la intención de este artículo presentar todo un método para la exégesis, pero hay al menos cuatro pautas que podemos señalar en este espacio.

1. Considera el contexto y la audiencia original

Debido a que vivimos en un contexto distinto al de la audiencia primaria a la que se dirigieron los escritores bíblicos, debemos estudiar el trasfondo y el contexto de la audiencia original. Sobre el trasfondo histórico-cultural, te recomiendo recursos como el Comentario del contexto cultural de la Biblia, del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

2. Lee una y otra vez

La lectura repetida y metódica es una estrategia de estudio que solemos subestimar. Te recomiendo usar una buena traducción confiable como texto de lectura principal y puedes sumar otras versiones para enriquecer tu comprensión.

El punto es leer el texto lo necesario como para familiarizarnos con todas las partes del pasaje, ya que «alcanzar las metas inmediatas de la exégesis simplemente significa leer bien».6 Así que, toma el tiempo de leer varias veces el pasaje y, de ser necesario, todo el libro en el que se encuentra tu texto.

También puedes usar recursos como comentarios exegéticos-gramaticales Lo mejor sería tener bases sólidas en hebreo, arameo y griego koiné, pero si no cuentas con este conocimiento, puedes usar el tipo de comentarios antes mencionados para considerar los detalles gramaticales relevantes.

3. Hazle preguntas al texto

Es muy importante hacerle preguntas al texto. «Los exégetas deben aprender a amar las preguntas… la exégesis significa no tener miedo a las preguntas difíciles, como: ¿Por qué este texto parece contradecir esto o aquello?».7 Hay muchas preguntas que podemos hacer, pero Vern S. Poythress sugiere tres preguntas claves a la hora de interpretar la Biblia, sobre todo si no conocemos los idiomas bíblicos, y son las que conforman el método inductivo:

  1. La observación plantea y responde a la pregunta: «¿Qué dice el texto?».
  2. La elucidación (explicación) plantea y responde a la pregunta: «¿Qué significa?».
  3. La aplicación plantea y responde a la pregunta: «¿Qué significa para mí?».8

En el siguiente cuadro,9 Poythress presenta un ejemplo de cómo aplicar dichas preguntas a un texto en particular:

Este método del Dr. Poythress nos puede ser de gran ayuda en nuestra labor exegética. Hay otros métodos también con el mismo objetivo: entender el sentido que el Espíritu Santo quiso comunicar en las Sagradas Escrituras, a la primera audiencia o al lector real (lector original), para entonces poder comprender sus implicaciones para el lector ideal (lector posterior) a la luz del evangelio.10

4. Haz exégesis con la iglesia

Con esto me refiero a leer y estudiar las Escrituras con aquellos teólogos y pensadores cristianos que nos precedieron y con estudiosos contemporáneos (p. ej., Esd 7:10; Neh 8:8). Es útil nutrir nuestras reflexiones con el aporte de otros hermanos en la fe:

La exégesis también puede definirse como una conversación… [que] implica escuchar a los demás, incluso a aquellos con los que no estamos de acuerdo. Es un proceso que se lleva a cabo mejor en compañía de otras personas, leyendo y hablando con ellas —cuidadosa, crítica y creativamente— sobre los textos. El lector aislado no es el exégeta bíblico ideal.11

Por lo tanto, después de tener tus resultados exegéticos, te pueden resultar útiles las siguientes preguntas:

  • ¿Armoniza mi interpretación del texto con el de otros teólogos o eruditos que hayan analizado o escrito sobre este pasaje?
  • ¿Qué han observado ellos que yo pasé por alto?
  • ¿Han organizado los resultados de mi exégesis mejor que yo?
  • ¿Complementan o corrigen mi exégesis los descubrimientos hechos por estos eruditos?

Espero que estos consejos te resulten útiles para tu entendimiento de las Escrituras. El Señor nos ayude a ser estudiantes humildes de Su Palabra, que nuestra exégesis no solo nos permita crecer en conocimiento, sino también en santidad. Abre tu corazón para que el Señor lo moldee a la imagen de Cristo, mientras más conoces Su Palabra.


1. Visto en Michael J. Gorman, Elements of Biblical Exegesis: A Basic Guide for Students and Ministers (Baker Academic, 2020), p. 27.
2. John Piper, Exégesis bíblica (Desiring God, 2008), p. 3.
3. Phil Sander, Special Hermeneutics for Preachers (Nashville School of Preaching and Biblical Studies Winter, 2004), p. 3.
4. Kevin J. Vanhoozer, Is There a Meaning in This Text?: The Bible, the Reader, and the Morality of Literary Knowledge (Zondervan Academic, 2009), p. 16.
5. Gordon D. Fee, Exégesis del Nuevo Testamento: Manual para estudiantes y pastores (Editorial Vida, 1992), p. 15.
6. John Piper, Exégesis bíblica (Desiring God, 2008), p. 5.
7. Michael J. Gorman, Elements of Biblical Exegesis: A Basic Guide for Students and Ministers (Baker Academic, 2020), p. 11.
8. Vern S. Poythress, Reading the Word of God in the Presence of God: A Handbook for Biblical Interpretation (Crossway, 2016), p. 48.
9. Vern Pyoythress aclara que dicho enfoque de tres pasos lo aprendió en InterVarsity Christian Fellowship cuando era un graduado de la universidad, y se puede hallar en “How to Lead a LifeGuide Bible Study”, por Jack Kuhatschek y Cindy Bunch.
10. Recomiendo el libro del Dr. Gordon Fee, Exégesis del Nuevo Testamento (Florida: Editorial Vida, 1992). Este es un libro que nos ayuda a aprender a hacer exégesis del Nuevo Testamento de una forma accesible.
11. Michael J. Gorman, Elements of Biblical Exegesis: A Basic Guide for Students and Ministers (Baker Academic, 2020), p. 11.
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