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“Mejor de lo que merezco”. Hace unos años escuché al pastor C. J. Mahaney responder de esa manera cuando le preguntaron cómo estaba. Sus palabras me impactaron y las adopté. Aunque incluso las personas cristianas se sorprenden cuando respondo así, cuando caen en cuenta de lo que quiero decir, a muchos les gusta y terminan adoptando estas palabras también.

Una vez alguien me preguntó: “¿Por qué dices que estás mejor de lo que mereces?”. Traté de buscar algunos versículos que me recuerdan el porqué de esta afirmación. Con fines prácticos, los he organizado en ocho pilares, aunque pudiéramos tener muchos más.

La Palabra nos da razones para decir que estamos mejor de lo que merecemos. Aunque la vida en este mundo caído presenta muchos retos, pruebas, y sufrimientos, es bueno recordar que, en medio de todo eso, estamos mejor de lo que merecemos.

1. Dios nos hizo nacer de nuevo.

“En el ejercicio de Su voluntad, El nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas”, Santiago 1:18.

“Porque Dios nos escogió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de El”, Efesios 1:4.

Dios, por su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad. ¡Cuánto amor, cuánta gracia, cuánta misericordia que Dios nos haga nacer para una nueva vida en Él!

¿Te das cuenta de que Dios ya te tenía en la mente aun antes de la creación del mundo? Ya te amaba y tenía en su mente tu salvación. Eso nos debe hacer saltar de gozo. Dios nos tenía en su mente antes de todo lo creado. Por eso que podemos decir que estamos mejor de lo que merecemos.

2. Cristo vino a salvarnos.

“Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero”, 1 Timoteo 1:15.

Tú y yo nos conocemos. Estamos conscientes de las más profundas intimidades de nuestra conducta, nuestros pecados. Es bueno recordar eso, pero es aún mejor recordar que Cristo vino a salvar pecadores como tú y como yo. Nosotros, merecedores de la condenación eterna, ahora tenemos vida en Él.

Pablo se consideraba el primero de los pecadores. Nosotros también ocupamos ese lugar, pero por la gracia de Dios somos lo que somos. 

3. Somos nuevas criaturas.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron, ahora han sido hechas nuevas”, 2 Corintios 5:17.

Somos una nueva criatura en Cristo, el Creador del universo. Esto no significa que seamos perfectos como Él, pero sí que vamos por el camino de una santificación progresiva y ascendente que nos llevará a la gloria eterna.

4. El Espíritu Santo mora en nosotros.

“¿No saben que ustedes son templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes?”, 1 Corintios 3:16.

Esto es algo que no alcanzo a entender; ¡el Dios Santo nos da a la tercera persona de la Trinidad para que more en nosotros! Piensa por un momento en quiénes tienen ese gran privilegio: solo los que están en Cristo, se han arrepentido de sus pecados, y han creído que Cristo es el Señor y Salvador de sus vidas.

5. Tenemos la Palabra de Dios.

“Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”, 2 Timoteo 3:16-17.

Tenemos el gran tesoro que no tiene ninguna otra religión: la Palabra de Dios. Las demás religiones tienen palabras de los hombres, pero nosotros tenemos la Escritura, útil para perfeccionarnos y prepararnos para toda buena obra. ¿No te parece que estamos mejor de lo que merecemos?

6. Jesús ha prometido estar con nosotros.

“… ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”, Mateo 28:20.

“El Señor es mi pastor, nada me faltará”, Salmo 23:1.

Otra maravilla de nuestro nuevo nacimiento es que Cristo no nos deja solos. Él promete estar con nosotros siempre. Además, aunque tenemos pastores en nuestra iglesia, a nuestro alcance siempre está el Pastor de pastores.

7. Dios nos lleva de gloria en gloria cada día.

“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu”, 2 Corintios 3:18.

Dios nos está transformando para parecernos más a Cristo. Ser transformados a Su gloriosa imagen no es poca cosa. ¿Comprendes el privilegio tan grande que Dios nos ha concedido por su sublime gracia?

8. Dios nos ha dado vida eterna.

“Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en Su Hijo”, 1 Juan 5:11.

“Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 6:23.

“En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes”, Juan 14:2.

¿Sabes lo que significa “vida eterna”? ¿Comprendes el horror que te esperaba por tu pecado? Pero la culpa por nuestra maldad fue pagada por Cristo. No tuvimos que pagarla nosotros, Él pagó el precio que ni tú ni yo podíamos saldar.

Y no solo fuimos librados de la muerte, sino que además el Dios del universo está preparando un lugar para nosotros, indignos pecadores. ¡El Dios santo, santo, santo, quiere tenernos en su presencia por toda la eternidad!

Lo que hemos recibido en Jesucristo no se puede medir. Sin minimizar para nada la realidad de las dificultades en este mundo, cuando vemos las cosas desde la perspectiva externa, llegamos a una conclusión inevitable: ¡estamos mejor de lo que merecemos!


Imagen: Lightstock
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