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Así como hay diversos modelos en la cultura que nos dicen cómo debe lucir una mujer, la Palabra está llena de mujeres en las que podemos ver el obrar de Dios. Una de ellas es Eva, probablemente una de las mujeres en la Biblia de la cual menos información tenemos, y muchas veces la que menos quisiéramos imitar. Sin embargo, como estas 5 características de su vida lo demuestran, tenemos mucho que aprender de lo que Dios hizo con Eva.

1. Creada con propósito

“Entonces el Señor Dios dijo: ‘No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada’”, Génesis 2:18.

La vida viene de Dios y únicamente de Él. Quizás hay momentos en los cuales hemos sufrido, y experimentado situaciones que han marcado nuestras vidas. Quizás nos hemos preguntado, “¿para qué fui creada y cuál es mi propósito?”.

Igual que Eva, no hay duda de que tú y yo fuimos creadas para cumplir un llamado. Somos criaturas diseñadas con propósito por un Ser divino. Como Eva, solo tú puedes cumplir el propósito por el cual fuiste creada. Yo no fui creada para cumplir el llamado que Dios tiene para ti o para mis amigas; ni siquiera para mi hermana. Fuimos creadas únicas, con cualidades, dones, habilidades, y talentos muy diversos las unas de las otras.

Muchas veces nos encaprichamos por ser y hacer lo que otras son y hacen; queremos obedecer las muchas voces que hablan a nuestra vida. Creo que esta es una de las principales cosas que nos llevan a la frustración, la depresión, y la falta de contentamiento.

2. Amada por su marido

“Y el hombre dijo: ‘Esta es ahora hueso de mis huesos, Y carne de mi carne. Ella será llamada mujer, Porque del hombre fue tomada’. Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”, Génesis 2:23-24.

Nunca antes había existido un amor de dos seres humanos. Desde el momento que Dios une a Eva y Adán, el amor de Adán por Eva fue extraordinario, como el que nos explica 1 Corintios 13. Paciente, bondadoso, sin envidia. Un amor puro y sin pecado. Eva era amada por Adán con este amor. No había alguien más en la creación quien pudiera amar a Eva como él la amaba.

Desafortunadamente después de la caída, no hay hombre ni mujer que pueda cumplir y amar de tal manera. El amor del que leemos en 1 Corintios es un amor divino, no terrenal. Es un amor eterno, no temporal. Es un amor inmerecido. Pero como nos enseña Efesios 5:25-27, en Cristo, tú y yo tenemos la promesa de ser amadas por un Marido fiel. El Adán del Madero ama a Su novia aún más que como el Adán del Edén amó a Eva.

3. Revestida de gracia

“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales… El Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió”, Génesis 3:7, 21.

Después de su desobediencia, Eva trató de cubrir su vergüenza. Qué fácil sería si unas simple hojas de higuera pudieran cubrir toda nuestro pecado y culpa. Es interesante ver cómo desde ese momento Dios reveló que los esfuerzos humanos no son suficientes para cubrir el pecado; era necesario que sangre fuera derramada para cubrirlos.

Eva fue revestida no solamente con una vestidura nueva, sino de la inmensurable gracia y misericordia de su Creador. ¿Has experimentado tú esa nueva vestimenta? La promesa de ser revestidas de gracia está al alcance de cada una de nosotras. Al entregar su cuerpo en sacrificio, Jesús se despojó de toda su honra, pureza, y santidad para vestirse de nuestra deshonra, impureza, y pecaminosidad. Al despojarse de sí mismo, lo hizo para hacer un intercambio de vestimentas… uno de gracia por uno de manchas y arrugas.

4. Madre de generaciones 

“El hombre le puso por nombre Eva a su mujer, porque ella era la madre de todos los vivientes”, Génesis 3:20.

El nombre de Eva significa “aquella que da vida”. Suena como una paradoja, ya que la muerte entró al mundo después de que ella y su esposo comieron de aquel fruto en el huerto. Es interesante que la primera vez que Adán le pone el nombre de Eva es precisamente después de la caída, después de que Dios dicta su sentencia y castigo por el pecado.

¿Cómo entonces podemos ser imitadoras de esta característica? Cuando compartimos el evangelio a otros a nuestro alrededor, estamos compartiendo vida a nuestra generación y a muchas generaciones después de la nuestra. La evidencia de Cristo en tu vida no es únicamente para ser vivida en tu hogar, sino también en los diferentes círculos en los que te desenvuelves y con las diferentes personas con quien interactúas.

5. Portadora de la promesa

“Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón”, Génesis 3:15.

Es precisamente Eva la que me deja ver más claramente quién soy.

Génesis 3:15 nos pinta un cuadro de redención; nos revela desde entonces que Eva llevaba en su simiente la promesa de un Salvador. El Salvador que vendría a reconciliarnos con nuestro Creador una vez más. La desobediencia de Eva trajo consecuencias eternas a la creación, pero aun así Dios la usó para mostrar Su amor infinito.

Habrá momentos donde no te sentirás digna de compartir con alguien la promesa de vida eterna en Cristo. Pero a pesar de nuestra condición, tú y yo hemos sido llamadas a reflejar y ser agentes de esa promesa de restauración. No por quienes nosotras somos, sino por quien Dios es. Sin importar en qué etapa de la vida estás, si estás en Cristo, has sido creada con propósito, eres amada por tu Marido, estás revestida de gracia, eres madre de generaciones, y eres portadora de la promesa.

“Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios… Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron. Pues antes de la Ley había pecado en el mundo, pero el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley. Sin embargo, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no habían pecado con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura de Aquél que había de venir”, Romanos 5:1-2;12-14.

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