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Le he pedido a Dios el buen regalo de un esposo y de tener mis hijos en más ocasiones de las que puedo contar. He derramado mi corazón delante de Él. He conocido los momentos paralizantes de dolor del anhelo no concedido, y sé que no soy la única.

Entonces, ¿qué haces cuando tus oraciones parecen quedar sin respuesta? ¿Qué haces con el continuo sentimiento de que Dios está privándote de algo bueno para tu vida? ¿Y si te quedas sin esposo? ¿Qué haces cuando te sientes patética o superficial por desear tanto algo?

El dolor es real

Hermana, tu anhelo insatisfecho por un esposo y familia terrenal es legítimo. No pongas ese anhelo de lado. No pretendas que no está ahí. Abre tu corazón a tu misericordioso Salvador de manera profunda y honesta. Él está escuchando. Él escucha cada suspiro y guarda cada lágrima.

Mientras más profundamente te abras a Él, más profundamente su gracia y verdad pueden inundar tu corazón. Tu fe en el Señor será cada vez más real. Su carácter y su Palabra pueden levantarse frente a tus preguntas más difíciles. Dios quiere todo de tu corazón y Él es honrado mientras te acercas a Él en medio de tu quebranto (Sal. 103: 13-14).

El dolor es un regalo

Este mundo no es nuestro hogar; Cristo nos redimió para una herencia eterna. Nuestro anhelo insatisfecho –sea cual sea– es un regalo que Él nos ha dado para declarar que Él es digno de confianza. ¿Te has dado cuenta de cuánto placer traes a tu Rey cuando declaras con tus palabras y con tu vida, “Yo amo y confío en mi Señor más de lo que deseo _______”?

Los anhelos insatisfechos son también un regalo que podemos usar para ministrar a otros. Estamos rodeadas de personas que necesitan ser reconfortadas por aquellos que sufren. Esa es parte de la belleza de la Iglesia. Jesús no te dejó sola. Él quiere que vivas una vida en toda su gloriosa tensión de alegría y dolor, celebración y ayuno, perdón y confesión, junto a otros creyentes en la iglesia local.

Cada día de tu vida está lleno de propósito, oportunidades para conocer mejor a Cristo y traerle gloria. Ofrece tus manos vacías a aquellos alrededor tuyo en necesidad de cuidado. Deja que el amor de tu corazón se derrame sobre las vidas de aquellos a tu alrededor y encuentra gozo en ello.

El dolor no lo es todo

La gracia de Dios revelada en el evangelio nos capacita para enfrentar nuestros mayores temores con una fe invencible; no por nuestra fuerza, sino porque Dios es digno de confianza. ¿Y si nunca te casas? ¿Es Él verdaderamente suficiente para ti?

Dios el Padre, en amor, ha elegido el camino perfecto para tu bien y su gloria. Dios el Hijo ha comprado tu felicidad eterna con su sangre. Dios Espíritu te ha sido dado para ser tu fortaleza, consuelo, esperanza, paz, y gozo. Dios, el Creador y sustentador del universo, conoce tu nombre y te ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, a una herencia imperecedera, inmaculada, inquebrantable… ¡Él mismo! Incluso si Dios te concede el regalo que tanto anhelas, es solo Él quien verdaderamente satisface los anhelos de nuestros corazones.

Él nos satisface en la mañana con su misericordia para que nos gocemos y alegremos todos nuestros días (Sal. 90:14).

Él nos satisface con bien para que nuestra juventud se renueve como el águila (Sal. 103:5).

Él satisface el alma sedienta y al alma hambrienta Él llena de bienes (Sal. 107:9).

¿No es Él suficiente? 

El dolor no es para siempre

Algún día, pronto, las sombras se convertirán en una brillante realidad y Jesucristo finalmente estará con su novia para siempre.

Si has confiado en su muerte y resurrección para el perdón de tus pecados, serás parte de la santa, feliz, y gloriosa familia por siempre. ¡Pon tu esperanza en ese día! Y gózate en ese día viviendo en el bien de tu futuro seguro.

“Así que los que sufren conforme a la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, haciendo el bien”, 1 Pedro 4:19.

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