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Nota del editor: 

En Coalición por el Evangelio estamos felices de presentarte para descarga gratuita Un libro acerca de libros, un nuevo ebook escrito por Ana Ávila. Aquí tienes el prefacio de este recurso, que oramos pueda ser de edificación para ti y te invitamos a compartir con otras personas.

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Desde que tengo memoria, los libros han sido fundamentales en mi vida. En gran parte, mis recuerdos de la infancia se reducen a bibliotecas y sesiones «clandestinas» de lectura después de que mis padres me mandaban a dormir. 

No leer jamás ha sido una opción.

Pero sé que mi niñez llena de libros es una excepción más que una regla. Después de todo, mi amor por la lectura fue inculcado en gran manera por mis padres y, como indican algunas estadísticas, el adulto promedio en México (mi país de origen) lee unos 3,9 libros al año. Esto no significa que todos los mexicanos estén contentos leyendo hasta detenerse casi al final del cuarto libro. Más bien, lo que estos números suelen indicar es que una pequeña proporción de la población lee una considerable cantidad de libros cada año, mientras que la mayoría lee prácticamente nada, lo que reduce el promedio hasta el número que vemos en las estadísticas. Pocos adultos leen, así que pocos adultos animan a sus hijos a leer.

Lo más peligroso de esto es que, en algunos círculos evangélicos, esta tendencia suele vestirse de piedad: «Dios nos ha revelado todo lo que necesitamos en la Escritura… ¿por qué habríamos de leer otra cosa?». Líbreme Dios de sonar como alguien que menosprecia la suficiencia de la Palabra: no hay duda alguna de que en las páginas de la Biblia encontramos todo lo que necesitamos para conocer a Dios, Su plan de redención y lo que Él espera de nosotros para vivir en la piedad (2 Ti 3:16-17; 2 P 1:3). Sin embargo, cometemos un error cuando pensamos que valorar la suficiencia de la Escritura significa rechazar los regalos de conocimiento y sabiduría que Dios nos permite obtener a través de los libros.

Dios no nos ha diseñado para caminar solos. Esta es la razón por la que florecemos en las familias y las iglesias sanas. También es la razón (tal vez menos obvia) por la cuál los libros son ocasión de gozo para nosotros. Cuando leemos, estamos teniendo una conversación con alguien más. Estamos escuchando lo que el autor ha aprendido. Estamos refinando nuestras propias ideas. Estamos siendo confrontados con nuestra ignorancia. Estamos poniéndonos en los zapatos de los demás y descubriendo que tal vez no son tan distintos a nosotros. Como dijo C. S. Lewis: «cuando leemos vemos con un sinfín de ojos, pero seguimos siendo nosotros los que vemos».

Si bien ningún autor —cristiano o no— es infalible, eso no significa que no podemos aprender de ellos mientras somos iluminados por el Espíritu Santo y ejercemos discernimiento. Si nos rehusamos a aprovechar el regalo de la lectura, nos rehusamos a recibir el regalo de la inteligencia y sabiduría que Dios ha concedido a incontables hombres y mujeres a lo largo de la historia. Es necedad.

Ciertamente, al leer debemos guardarnos de la mentira. Pero el temor a ser confundidos no debe llevarnos a «enterrar la cabeza en la arena» y aislarnos, como si el error no existiera en nuestros corazones. Si nuestro deseo es guardarnos de la mentira, lo que debemos hacer es conocer profundamente la verdad, para celebrarla en los lugares donde la encontremos y señalar la mentira incluso cuando sea sumamente sutil (¡y hasta venga de nuestros autores cristianos favoritos!). 

De eso trata este libro digital acerca de libros. Que sus páginas te lleven a glorificar a Dios por el regalo de aprender a través de la palabra escrita, a llenar tu mente de la verdad para guardarte del error y a desarrollar el hábito de la lectura por amor a Dios y a tu prójimo.

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