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David Powlison murió a las 11 a. m. el viernes 7 de junio de 2019, después de sufrir cáncer de páncreas. Tenía 69 años.

David Arthur Powlison nació el 14 de diciembre de 1949 en Honolulu, Hawái, el primero de los tres hijos de Peter y Dora Powlison. Tenía dos hermanos menores: Daniel y Diane.

La religión y la búsqueda de encontrar significado

Los Powlison asistían a una iglesia protestante muy liberal, que probablemente era unitaria funcionalmente. Siendo adolescente, David razonó:

Jesús es una persona realmente buena que cuidó a las personas menos afortunadas que él. Por lo tanto, debemos ser buenas personas que cuiden de personas menos afortunadas que nosotros.

Eso era más o menos todo su pensamiento sobre Jesús y el cristianismo.

Fue durante sus años de escuela secundaria que se preocupó por las preguntas existenciales: ¿qué vale la pena? ¿Cuáles cosas importan? ¿Qué es significativo? ¿Quién soy? Se separó por completo de su iglesia nominal. El cristianismo, pensó, era una apariencia educada para las personas que se negaban a enfrentar las realidades difíciles.

Durante ese tiempo, él mismo se enfrentó a la muerte y a la depravación, incluyendo el bullying (hacia él y hacia otros), el asesinato de un compañero de clase, amigos suicidas, la exposición a la pornografía, y el hecho de que otros se autoinmolaban con drogas.

Se había matriculado en Harvard como estudiante de matemáticas y ciencias, pero pronto emigró a la psicología y a las ciencias sociales, y luego pasó a la literatura y a las artes.

Fue a través de su lectura de Dostoievski y T. S. Eliot que poco a poco se dio cuenta de que el cristianismo abordaba directamente las grandes cuestiones de la vida, a pesar de que él no abrazaba las enseñanzas del cristianismo.

Conversión a Cristo

En Harvard, el mejor amigo y compañero de cuarto de David, Bob Kramer, se había convertido en cristiano cuando tenían veinte años. Ambos pensaban en el mismo tipo de preguntas y comenzaron una conversación y debate continuos durante los próximos cinco años.

Un domingo por la noche, el 31 de agosto de 1975, unos cuatro años después de haberse graduado de Harvard, Bob le habló a David con una franqueza inesperada e inusitada. Habían hablado muchas veces sobre los temas habituales de las Escrituras, de Cristo, y de la filosofía, dándole vueltas y vueltas, con David siempre esquivando las preguntas.

Yo sabía que él tenía razón. El Espíritu Santo usó sus palabras como algo que perforó mi armadura. Fui sometido a una convicción amplia y específica de mi pecaminosidad, inmundicia, incredulidad, y el hecho de que era inaceptable ante Cristo. Fue un momento en que mi vida entera pasó ante mis ojos. Sentí el peso de muchos pecados.

Bob me invitó a pedirle a Dios misericordia. Y le rogué a Dios por misericordia. Dios fue misericordioso. Las promesas de hace siglos demostraron ser ciertas: Dios salva voluntariamente, perdona pecados, crea una nueva vida, da su propio Espíritu, y promete darnos una gran ayuda para obedecerle. Él hizo todo esto. Me encontró y me llevó a casa. Me sorprendió la alegría y el amor de Jesús.

David no “le pidió a Jesús que entrara en su corazón”. Más bien, clamó para ser rescatado: “¡Dios, ten piedad de mí, pecador!”.

A la edad de 25 años, había renacido.

Seminario y matrimonio

En el otoño de 1975, David conoció a Nancy Gardner. Estaba dando una presentación multimedia en un festival de arte celebrado en el Seminario Teológico de Westminster en Glenside, Pensilvania. Bob Kramer era ahora estudiante en ese seminario, y David, un creyente completamente nuevo, estaba de visita como estudiante prospecto.

Se inscribió como estudiante de Maestría en Divinidad en el Seminario Teológico de Westminster en Glenside, Pennsylvania, y se graduó del seminario en 1980. David y Nancy tuvieron tres hijos: Peter (1980), Gwenyth (1982), y Hannah (1986).

Consejería bíblica

Ese mismo año se convirtió en escritor, editor, y consejero en CCEF (en español: La Fundación Educativa para la Consejería Cristiana), fundada en 1968 en Glenside, Pennsylvania. David también se convirtió en profesor visitante en el Seminario Teológico de Westminster.

A partir de ahí, recibió una maestría (1986) y luego un doctorado (1996) de la Universidad de Pensilvania, escribiendo su disertación en el área temática de la historia de la ciencia y la medicina: “¿Capacitado para aconsejar? La historia de un movimiento conservador antipsiquiatría protestante” (más tarde publicado en El movimiento de la consejería bíblica: Su historia y contexto).

En 1970, Jay Adams, un ministro presbiteriano de 41 años, publicó un libro titulado Competent to Counsel (Capacitado para aconsejar), que lanzó efectivamente un movimiento antipsiquiátrico entre los protestantes conservadores estadounidenses.

Adams llamó a esto consejería “noutética” (de la palabra griega, noutheteo, “amonestar”).

Antes del trabajo de David Powlison, nadie había estudiado este conflicto sobre la jurisdicción profesional que se estaba librando entre Adams y los psicoterapeutas evangélicos. Trabajó casi exclusivamente de fuentes primarias, incluyendo de entrevistas, publicaciones, y registros de casos.

Cuando CCEF entró en los años 80 y 90, fue evidente que la segunda y la tercera generación de líderes se beneficiaron de las fortalezas de sus predecesores y de sus debilidades. Movieron CCEF en una dirección de mayor sensibilidad al sufrimiento humano, a la dinámica de la motivación, a la centralidad del evangelio en la vida diaria del creyente, a la importancia del cuerpo de Cristo (la iglesia), y a un compromiso más articulado con la cultura secular.

El legado de David Powlison

El legado de David Powlison comienza en su familia. Era un hombre que amaba mucho a su esposa, a sus hijos, y a sus nietos.

Su legado se extiende hacia aquellos a quienes instruyó e inspiró a través del movimiento de la consejería bíblica, en particular a través de CCEF y el Seminario Teológico de Westminster.

David no fue un autor de libros prolífico, según algunos estándares. Sin embargo, fue un prolífico ensayista, y sus folletos, en particular, están llenos de gentil sabiduría y profunda reflexión sobre cómo la Palabra de Dios habla a cada situación de la vida. Sus últimos libros por completo los dedicó a algunos de los temas que enseñó particularmente bien:

  • Haciendo que todas las cosas sean nuevas: Devolverle la alegría a las personas rotas.
  • Gracia de Dios en tu sufrimiento.
  • Bien y enojado: Redimiendo la ira, la irritación, la queja, y la amargura.

El libro en el que estaba trabajando cuando murió está programado para ser lanzado este otoño:

  • Sanos y salvos: Firmes en las batallas espirituales.

¿Por qué no yo?

En su libro sobre el sufrimiento, David Powlison notó que muy a menudo nuestra reacción inicial al doloroso sufrimiento es:

¿Por qué yo? ¿Por qué esto? ¿Por qué ahora?

¿Por qué?…

Él escribió:

[Dios] viene por ti, en la carne, en Cristo, a sufrir en tu nombre. No te ofrece consejos y perspectivas desde lejos; Él entra en tu sufrimiento. Él te atenderá y trabajará contigo todo el camino. Él te llevará incluso a través de lo extremo. Esta realidad cambia las preguntas que surgen de tu corazón. Ese mirar hacia adentro, “¿Por qué yo?”, se calma, levanta los ojos y comienza a mirar a su alrededor. Te vuelves hacia afuera y se forman nuevas y maravillosas preguntas.

¿Por qué tú, Señor? ¿Por qué tú? ¿Por qué entrarías en este mundo de males? ¿Por qué pasarías por la pérdida, la debilidad, las dificultades, el dolor, y la muerte? ¿Por qué harías esto por mí habiendo tantas otras personas?

Pero lo hiciste.

Hiciste esto por la alegría puesta delante de ti. Hiciste esto por amor. Hiciste esto al mostrar la gloria de Dios en Cristo.

Por supuesto, no quieres sufrir, pero estás dispuesto a hacerlo: “Si es posible, que pase de mí esta copa; pero no como yo quiero, sino como tú quieras”.

Como sucedió con Él, el que salva de la muerte escuchará tus fuertes gritos y lágrimas. Como sucedió con Él, aprenderás la obediencia a través del sufrimiento. Como Él, simpatizarás con las debilidades de los demás. Como Él, tratarás gentilmente a los ignorantes y descarriados. Como Él, mostrarás fe a un mundo sin fe, esperanza a un mundo sin esperanza, amor a un mundo sin amor, vida a un mundo moribundo.

Si todo lo que Dios promete se cumple, entonces ¿por qué no yo?


Una versión de este artículo se publicó originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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