¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

La crisis humanitaria en Etiopía y cómo puede orar la iglesia

El conflicto en la región de Tigray al norte de Etiopía, que ahora se extiende a las regiones vecinas de Afar y Amhara, solo puede describirse como una tragedia profunda y muy compleja. Los informes de los medios de comunicación internacionales y las organizaciones humanitarias sugieren que se han cometido atrocidades por los diferentes actores del conflicto. Estas atrocidades incluyen ejecuciones sumarias o arbitrarias, masacres por motivos étnicos y violencia sexual.

Estos informes también han suscitado preocupaciones sobre la posibilidad de que la hambruna sea inminente, lo que pone a 100,000 niños en riesgo de morir de hambre. Se estima que 400,000 personas en la región de Tigray enfrentan condiciones similares de hambruna y que el 90% de la población de la región, unos 6 millones de habitantes, necesita ayuda alimentaria de emergencia.

A pesar de la urgencia de estos informes, muchos etíopes los descartan o minimizan porque creen que los medios occidentales no colocan lo que ha sucedido en su contexto histórico y, al hacerlo, alejan la responsabilidad moral del liderazgo político de Tigray. La comprensión de ese contexto también es crucial para entender el riesgo multifacético que representa el conflicto tanto para la vida humana como para el evangelio.

30 años de federalismo étnico

A nivel político, muchos entienden el conflicto como el resultado de un experimento de tres décadas con una forma de gobierno conocida como “federalismo étnico”. El más cercano y quizás el único paralelo a esta forma de gobierno es la antigua Yugoslavia, que se desintegró después de la guerra de Bosnia-Herzegovina en 1992-1995. Muchos temen que Etiopía pueda fragmentarse de manera similar, siendo las generaciones venideras las que pagarán el precio incalculable de esta fragmentación.

El federalismo étnico estaba en el centro de la constitución que fue adoptada después de que las fuerzas lideradas por el Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT) derrocaran al gobierno comunista en 1991. La constitución dio relevancia suprema a la identidad étnica y dividió el país en regiones basadas principalmente en las identidades de los grupos étnicos más grandes de Etiopía. Aunque las poblaciones de las regiones de Etiopía siguieron siendo étnicamente mixtas y muchos etíopes se identificaron como de ascendencia mixta, todos los etíopes debían indicar el origen étnico de su padre en sus tarjetas de identificación.

En contraste con los gobiernos imperial y comunista que le precedieron, el nuevo orden constitucional puso poco énfasis en la necesidad de una identidad nacional común. La constitución otorgó a cada grupo étnico un derecho ilimitado de secesión. Como resultado, muchos responsabilizan al FLPT de sembrar las semillas de un etnonacionalismo que ha ocupado un lugar central en la política etíope.

El nuevo orden constitucional de Etiopía puso poco énfasis en la necesidad de una identidad nacional común

A pesar del enfoque en un control basado en las etnias de las regiones de Etiopía, el FLPT mantuvo un control estricto del gobierno central y la asignación de recursos. El resentimiento por este control provocó un malestar creciente, especialmente entre los dos grupos étnicos más grandes, los amhara y los oromo. También llevó al nombramiento de Abiy Ahmed, el actual primer ministro, en 2018. Debido a que Abiy era miembro del partido gobernante controlado por el FLPT, se esperaba que actuara en consonancia con el partido. En cambio, Abiy se movió rápida y exitosamente para reducir la influencia del FLPT y obtuvo el control del partido gobernante, renombrándolo Partido de la Prosperidad.

Después de ser expulsado del poder, el FLPT retuvo el control de la provincia de Tigray, pero la relación entre el nuevo primer ministro y el FLPT se deterioró aún más. Cuando el primer ministro se movió para retrasar las elecciones, citando la pandemia, el FLPT rechazó la propuesta. Los esfuerzos de mediación del Consejo interreligioso de Etiopía y otros resultaron infructuosos.

Las fuerzas del FLPT atacaron una base militar federal dentro de la región de Tigray a principios de noviembre de 2020, alegando que el gobierno etíope estaba concentrando tropas en su frontera. El primer ministro respondió enviando fuerzas federales a Tigray y rápidamente obtuvo el control de gran parte de la región. A pesar de las primeras afirmaciones de victoria del gobierno, a los observadores internacionales les preocupaba que el conflicto se prolongara. El FLPT tenía armamento pesado, liderazgo militar experimentado, conocimiento del terreno prohibido de la región y un fuerte apoyo entre la gente de Tigray. Ese apoyo se hizo aún más fuerte cuando las fuerzas de la vecina Eritrea incursionaron en Tigray durante los primeros días del conflicto.

Dimensión espiritual

A diferencia de la guerra en Bosnia-Herzegovina, los bandos en conflicto en Etiopía no están divididos principalmente por la religión. Hasta este punto, los grupos étnicos que han estado involucrados en el conflicto de manera principal, los tigray y los amhara, son en su mayoría etíopes ortodoxos. Sin embargo, hay una clara dimensión religiosa en el conflicto. El primer ministro Abiy, hijo de padre musulmán oromo y madre ortodoxa amhara, es pentecostal. Se cree que el nombre del Partido de la Prosperidad de Abiy refleja la influencia del evangelio de la prosperidad que ahora está en auge en muchas iglesias independientes de Etiopía. Varias de sus declaraciones públicas reflejan la influencia de esta enseñanza y de los pronunciamientos hechos por los profetas etíopes.

Se cree ampliamente que el nombre del Partido de la Prosperidad de Abiy refleja la influencia del evangelio de la prosperidad

Cuando Abiy llega al poder en 2018 fue aclamado como un líder transformador, capaz de unificar las divisiones étnicas y religiosas del país. Al principio de su mandato, Abiy inició un acuerdo de paz con el presidente Isaias Afewerki de Eritrea. Eritrea y Etiopía habían librado una guerra sangrienta que duró dos años en 1998-2000, y los gobiernos de los dos países habían permanecido enemistados.

Esta acción hizo que Abiy fuera galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Sin embargo, muchos estimaron la medida como impulsiva e imprudente, especialmente el FLPT. Aunque era un exaliado del FLPT, el presidente Isaías lidera un régimen que es considerado por la mayoría como uno de los más represivos del mundo. Los evangélicos eritreos, incluyendo a los pentecostales, han sido encarcelados de forma rutinaria y sus iglesias han sido cerradas. Al mismo tiempo, Isaías también era un enemigo a voces del FLPT. La oferta unilateral de paz de Abiy en ausencia de compromisos claros por parte del gobierno de Eritrea dejó a muchos preguntándose si la medida era un intento de presionar al FLPT.

Al comienzo del conflicto, el gobierno etíope negó en múltiples ocasiones que Eritrea estuviera participando en la guerra, pero finalmente admitió su involucramiento. La presencia de Eritrea en Tigray, así como los informes sobre las atrocidades cometidas tanto por soldados eritreos como por grupos de milicias amhara aliadas al gobierno etíope, ayudaron a movilizar a la población de Tigray. En un giro dramático de los acontecimientos a finales de junio, las fuerzas del gobierno etíope se vieron obligadas a retirarse apresuradamente de Tigray. Citando la necesidad de permitir a los agricultores de Tigray plantar cultivos, el gobierno declaró un cese al fuego unilateral. Sin embargo, el avance liderado por FLPT no se detuvo en las fronteras de la región de Tigray. Las fuerzas de Tigray ahora ocupan partes de las regiones vecinas de Afar y Amhara.

Creciente preocupación internacional

La incursión liderada por el FLPT y la ocupación de las regiones vecinas ha generado críticas internacionales. La incursión, junto con las acusaciones de crímenes de guerra cometidos por las fuerzas lideradas por el FLPT, ha fortalecido el llamado del gobierno para que el país se unifique en la resistencia. En agosto, Abiy pidió la movilización militar de todos los etíopes aptos para revertir el avance liderado por el FLPT.

El llamado a las armas también ha ido acompañado de acciones emprendidas contra personas de etnia tigraya que viven fuera de Tigray que, según informes, han sido objeto de detención y confiscación de negocios y propiedades. El gobierno sostiene que está apuntando solo a los partidarios del FLPT, pero a muchos dentro del país les preocupa la creciente evidencia de que la etnia por sí sola se ha considerado un motivo suficiente para el arresto. Mientras tanto, el FLPT anunció que había formado una alianza con un grupo rebelde oromo separatista, una medida que amenazaba con ensanchar el conflicto aún más.

A medida que la guerra se expande y se intensifica, también lo hace el sufrimiento, especialmente de las mujeres y los niños dentro de Tigray.

A medida que la guerra se expande y se intensifica, también lo hace el sufrimiento, especialmente de las mujeres y los niños dentro de Tigray

Los bienes y servicios básicos escasean. Ambas partes acusan a la otra de impedir el flujo de ayuda humanitaria a quienes la necesitan y el gobierno afirma que se debe establecer la seguridad para que las cantidades necesarias de alimentos ingresen a la región. Mientras tanto, un gran número de refugiados de Tigray viven ahora en campamentos mal abastecidos dentro del vecino Sudán. El avance liderado por el FLPT en las regiones vecinas de Amhara y Afar ha provocado el desplazamiento interno de un estimado de 250,000 personas.

Para los evangélicos tanto en Etiopía como en todo el mundo, el conflicto ha proporcionado abundantes pruebas de que, independientemente de las oportunidades que el poder político pueda crear para ellos, también existen muchos peligros, incluyendo peligros para el evangelio. Esos peligros se multiplican cuando el evangelio confesado por aquellos en el poder ha sido sutilmente distorsionado por los profetas de la prosperidad.

Esto también debería servir como un llamado a la oración:

  • Ora por el fin de la guerra y una resolución del conflicto que asegure la paz duradera y la unidad nacional, mientras se valoran las riquezas culturales de la población étnicamente diversa de Etiopía.
  • Ora por la pureza del evangelio y del testimonio de las iglesias etíopes frente a la creciente influencia de los profetas y predicadores de la prosperidad, sobre todo en aquellos que ocupan altos cargos en el país.
  • Ora por la unidad entre los evangélicos. Aunque el número de evangélicos en la región de Tigray es relativamente pequeño, es poco probable que comprendan por qué los evangélicos de otras partes del país han apoyado la guerra. Algunos evangélicos de Tigray que viven fuera de la región han sido detenidos u obligados a huir del país.
  • Ora para que la ayuda humanitaria pueda llegar a los más necesitados sin obstáculos, tanto en la región de Tigray como para los cientos de miles que ahora viven en campamentos para refugiados y personas desplazadas.

Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando