¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

La conversación que hace falta en nuestra rendición de cuentas

Cuando se hace pública una historia de pecados secretos en la vida de un líder cristiano de manera repentina, los resultados son catastróficos. Las familias y las víctimas son devastadas, los ministerios son destruidos y la reputación del Señor Jesús es difamada. Es penoso que lo que vemos en un fracaso público, con frecuencia lo vemos repetido decenas de veces en situaciones mucho más cercanas e íntimas. Mientras tratamos de entender el colapso de un ministerio, nos preguntamos cómo es posible que se haya evitado la rendición de cuentas durante tanto tiempo. ¿Por qué la rendición de cuentas parece fallar con tanta frecuencia?

Por un lado, simplemente descuidamos preguntar a los demás sobre la condición de sus vidas espirituales. Asumimos que los amigos cercanos o los líderes espirituales caminan fielmente con Cristo, así que no preguntamos. Paradójicamente, cuanto más “exitoso” o aparentemente maduro es un cristiano, con menos frecuencia esa persona es involucrada en una verdadera conversación espiritual.

Cuando estamos consumidos con nuestros propios pensamientos, fallamos en entender las preocupaciones o las percepciones de los demás

Pero la razón principal por la que falla la rendición de cuentas es porque la separamos del cuidado espiritual sólido. “Rendir cuentas” se ha convertido en el equivalente de reunirse con regularidad o sacar buena nota en un cuestionario (cuyas preguntas a menudo se centran, al menos en el caso de los hombres, en la pureza sexual). Cuando se tiene un enfoque tan estrecho, es poco probable que se descubran las dudas sobre la bondad de Cristo, las ansiedades profundas por las relaciones rotas o la mundanalidad que amenaza la fe. Si nuestro “grupo de rendición de cuentas” no está abordando nuestras necesidades y vulnerabilidades, mientras que nos brinda una falsa sensación de seguridad y salud espiritual, tal vez deberíamos deshacernos de nuestro grupo de rendición de cuentas.

Más allá de protocolos adicionales, grupos de rendición de cuentas o ministerios de pureza, lo que nuestra iglesia necesita es recuperar la disciplina espiritual del “diálogo santo” (Joanna Jung, The Lost Discipline of Conversation), una especie de conversación espiritual significativa que permea todas nuestras relaciones en la iglesia.

El propósito del diálogo santo

Los puritanos consideraban el diálogo santo como una disciplina básica en la vida cristiana junto con la meditación, el silencio y soledad, la oración y el ayuno. Señalaron a Malaquías 3: 13-17 como el fundamento bíblico para los diálogos espirituales, lo que a menudo llamaban la práctica de “conferencias”.

Malaquías relata cómo algunos del pueblo de Dios se habían decepcionado de caminar en fidelidad ante el Señor. Ellos se quejaron: “¿Qué provecho hay en que guardemos Sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del Señor de los ejércitos?… No solo prosperan los que hacen el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan sin ser castigados” (Mal 3:14-15). La respuesta de los fieles, sin embargo, trajo la bendición de Dios:

“Entonces los que temían al Señor se hablaron unos a otros, y el Señor prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de Él un libro memorial para los que temen al Señor y para los que estiman Su nombre. ‘Y ellos serán Míos’, dice el Señor de los ejércitos, ‘el día en que Yo prepare Mi tesoro especial, y los perdonaré como un hombre perdona al hijo que le sirve’” (Malaquías 3:16-17).

Los puritanos infirieron que este diálogo era una práctica regular fuera del servicio de adoración semanal. En lugar de ser un tiempo de instrucción formal por parte del liderazgo, era un tiempo en el que los santos comunes dialogaban entre sí, edificándose y animándose unos a otros a caminar en las ordenanzas de Dios.

Los puritanos argumentaron que el libro de Hebreos también enseña que el diálogo espiritual es un medio designado por Dios para que los creyentes guarden mutuamente la fe (He 3:13; 10:25). Al hacerlo, el diálogo santo funcionó como un mecanismo robusto de rendición de cuentas en la vida cristiana.

La práctica del diálogo santo 

Las conversaciones espirituales intencionales no eran tristes, incómodas o limitadas. El pastor puritano Robert Bolton (1572-1631) describió el diálogo santo como un momento en el que los cristianos comunes permitían “la comunicación libre y sin reservas de sus almas, el intercambio mutuo de sus corazones, las revelaciones fieles del estado espiritual de sus conciencias entre sí… en ardiente afecto santificado” (General Directions, p. 77).

Isaac Ambrose (1604-1664), un predicador itinerante y primer partidario del presbiterianismo, describió la forma de estas reuniones. Los miembros de la iglesia se reunían todos los miércoles para discutir las Escrituras y la vida cristiana práctica, temas que se acordaban la semana anterior. Las reuniones comenzaban con oración mutua y terminaban con acción de gracias. Los participantes se ponían de acuerdo en mantener la confidencialidad de todo lo que sea de naturaleza personal (Media, the Middle Things, p. 342-44). Las discusiones podrían abarcar desde la examinación y la aplicación del texto del sermón hasta “los secretos de la santificación, las perplejidades de conciencia, la morada eterna [del cristiano] juntos en las mansiones del cielo” (Bolton, General Directions, p. 77).

Richard Baxter (1615-1691) escribió que el tema principal del diálogo santo debería estar repleto de “las gloriosas excelencias, obras y misericordias del Señor, en forma de alabanza y admiración” (The Practical Works Vol.2, p. 446). En su opinión, ningún otro tema era tan “sublime y honorable” de discutir entre sí como “los asuntos de Dios y la vida eterna”. Había visto por su propia experiencia que la conversación santa beneficia al hablante y al oyente, ya que nuestros propios corazones se calientan “cuando soplamos el fuego para calentar a otro”. El escribió que declarar la alabanza de Dios a los demás: “enciende las llamas del amor santo en nosotros”. De la misma manera, cuando hablamos de la odiosidad del pecado con otros, “aumenta el odio al pecado en nosotros” (Vol. 6, p. 246-249).

Superando los desafíos comunes

Los puritanos reconocieron que diálogos como estos requerían práctica, y por eso capacitaban a sus congregaciones para superar los retos habituales.

Los puritanos observaron cómo el ensimismamiento puede obstaculizar nuestra capacidad para escuchar activamente. Cuando estamos consumidos con nuestros propios pensamientos, fallamos en entender las preocupaciones o las percepciones de los demás. Peor aún, podemos apresurarnos a “censurar a otros” o señalar sus faltas. Bolton argumentó que esto a menudo es una evidencia de hipocresía que busca ocultar nuestros propios defectos (General Directions, p. 126). Por lo tanto, animó a los participantes a venir preparados para edificarse unos a otros en su santísima fe y en el “conocimiento de las tentaciones, el conocimiento basado en experiencias, un caminar más cómodo con Dios” de los demás. Las amonestaciones deben ser apropiadas a la gravedad de la preocupación, pero siempre humildes, amorosas y discretas. Bolton también exhortó a los miembros a aprovechar al máximo cada conversación, animándolos a considerar el ejemplo de Jesús, quien convirtió todo tipo de conversaciones en asuntos espirituales (Ibid., p. 146-147).

Los puritanos también consideraron los desafíos que muchos de nosotros sentimos al participar en conversaciones espirituales. Conocemos nuestros propios deseos desordenados. Con frecuencia, nosotros mismos no amamos lo que es más hermoso y mejor. Cuando fallamos, somos reacios a revelar nuestro corazón a los demás. Además de la vergüenza que a menudo sentimos, otras cosas impiden que los cristianos entablen una conversación vulnerable: la falta de vitalidad espiritual, el dolor y el miedo sobre cómo podríamos ser recibidos.

El diálogo santo busca aplicar los beneficios de Cristo comprados con sangre a los recovecos más profundos del corazón humano

Richard Greenham (ca. 1535 – ca. 1594) animó a los creyentes a no dejar que estas luchas internas los mantuvieran en silencio, sino que hicieran algo bueno de ellas. El remedio es “no dar lugar a tal inercia” sino, con humildad, hacer alguna pregunta o hablar brevemente del consuelo que Dios nos ha prometido. Greenham argumentó que Dios usa incluso el discurso más “abrupto y desordenado” para sus propósitos y el bien de los demás (The Workes of the Reverend and Faithfull Servant of Jesus Christ, 1599, 5-7). Baxter hizo eco de esto: cuando, en la fe, “fuerzas tu lengua al principio para hablar de lo que es bueno, las palabras que hablas o escuchas pueden ayudarte a ponerte en un mejor lugar”. Él continúa diciendo que son muchos los hombres que comienzan a orar con frialdad, pero que se han calentado antes de terminar (The Practical Works, Vol 4 p. 225).

Una rendición de cuentas significativa

Lo que distingue la disciplina del diálogo santo de las prácticas de rendición de cuentas contemporáneas es la amplitud de su alcance y la profundidad de su cuidado. En lugar de centrarse exclusivamente en ciertos pecados, las conferencias se centran en la totalidad de la vida cristiana.

El diálogo santo busca aplicar los beneficios de Cristo comprados con sangre a los recovecos más profundos del corazón humano. El diálogo santo aviva el celo por Cristo, fortalece la comprensión de las Escrituras, refuerza la ortodoxia doctrinal, descubre patrones destructivos de pensamiento, se dirige a las almas atribuladas, nutre la oración preservadora, refrena los chismes y las murmuraciones, profundiza la compasión por los demás y desarrolla las habilidades del cuidado del alma.

Tal vez sea hora de abandonar nuestro grupo de rendición de cuentas, o al menos de incorporar la disciplina perdida de la conversación o diálogo espiritual. Si prosperamos en el diálogo santo, Baxter pregunta: “¿Cuán santas, divinas y felices serían esas familias o sociedades?” (4:229).


Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Equipo Coalición.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando