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Martín Lutero no estuvo solo hace 500 años. Y no está solo hoy. Para marcar los 500 años de la reforma, Desiring God preparó una serie con un artículo nuevo cada día por el mes de octubre a través de personajes claves de este evento.

Si estás familiarizado con los menonitas contemporáneos, te sorprenderá saber que el fundador del grupo comenzó como un sacerdote católico que nunca había leído la Biblia.

Un sacerdote sin Biblia

En 1524, a los 28 años, Menno Simons fue ordenado como sacerdote de la Iglesia católica en Utrecht, Alemania. Aunque estaba familiarizado con el griego y el latín, y había estudiado la doctrina católica, Simons nunca había leído las Escrituras mismas. “No las había tocado en toda mi vida”, escribió después, “pues temía que si las leía pudieran guiarme mal”.

En 1526 comenzó a cuestionar la veracidad de la doctrina católica de las transubstanciación (la idea de que el pan y el vino se transforman en la misma carne y sangre de Jesús en la eucaristía). Simons pensó que esta duda venía del Diablo quien lo engañaba, así que renuentemente comenzó a estudiar la Biblia. No pudo encontrar en ningún lugar la doctrina de la transubstanciación, ¡pero descubrió el evangelio de la salvación por gracia a través de la fe en Cristo! Comenzó a compartir sus descubrimientos con otros desde el púlpito, lo que lo propulsó a un lugar de prominencia regional como predicador evangélico.

Humo sin flama

Su estudio lo convenció de que la Biblia tenía la autoridad suprema, y esto lo llevó a examinar la doctrina católica a la luz de las Escrituras. También rechazó la práctica del bautismo de infantes, considerándola no bíblica, y comenzó a animar a los congregantes a bautizarse de acuerdo con su confesión de fe en Cristo. A pesar de su doctrina evangélica, permaneció un sacerdote, trabajando por reformar la Iglesia católica. Al mismo tiempo, sin embargo, su fascinación con la enseñanza bíblica era meramente intelectual. Saboreaba el dulce olor de la nueva flama que había encontrado, pero no tenía la pura flama del verdadero afecto por Cristo.

La ejecución de trescientos anabaptistas en Old Cloister cerca de Bolsward en abril de 1535 lo llevó al punto de crisis.

Reflexioné sobre mi vida sucia y carnal, también en la doctrina hipócrita y la idolatría que aún practicaba diariamente en apariencia de piedad, pero sin gusto. Mi corazón temblaba dentro de mí. Ore a Dios con sollozos y lágrimas para que me diera a mí, un pecador adolorido, el regalo de su gracia, y creara dentro de mí un corazón limpio, y por gracia a través de los méritos de la sangre carmesí de Cristo, perdonara mi sucio caminar y vida frívola y fácil.

Vencido por sus pecados de orgullo, timidez, y amor de la comodidad, Simons decisivamente renunció a su “reputación mundana, nombre, y fama”. “En mi debilidad”, escribió, “temía a Dios; buscaba a los piadosos, y aunque eran pocos en número, encontré a algunos que eran celosos y mantenían la verdad”.

Enemigo del Estado —y del Diablo

Después de ser bautizado, Simons inmediatamente se dedicó a predicar el evangelio, explicando las Escrituras, y viajando mucho. Simons descubrió que el Diablo lo había alejado de la Biblia y la verdadera conversión, y ahora estaba determinado en ser el jurado enemigo de Satanás. Su predicación rápidamente atrajo la ira de los oficiales católicos. El emperador Carlos V inclusive emitió un edicto contra Simons, ofreciendo una recompensa significativa a cualquiera que lo llevara a las autoridades.

Aun con eso, Simons exhortó a sus compañeros reformadores anabaptistas, diciéndoles que rechazaran los medios violentos para atraer reforma, abogando por el pacifismo y la separación del poder mundano. Su predicación y reforma tuvo tal éxito que, eventualmente, los anabaptistas del norte de Alemania, al igual que los de Holanda, fueron llamados: menonitas. En el aniversario 25 de su renuncia al catolicismo, la salud de Simons declinó rápidamente y murió al siguiente día, enero 31 de 1561, a los 66 años.

Engañado nunca más

Así como el diablo engañó al joven Menno, nuestro enemigo quiere desviarnos, también. Quiere alejarnos de las Escrituras, del temor de Dios, la confesión del pecado, y la fe humilde. Quiera Dios que nosotros, “con sollozos y lágrimas”, roguemos por y con gozo recibamos el don de gracia en nuestro prometido Salvador, Jesucristo.

“Aunque resistí en el pasado tu preciosa palabra y tu santa voluntad con todo mi ser […] aun así, tu gracia paterna no me dejó a mí, un miserable pecador, más bien en amor me recibiste, […] y me enseñaste por tu Santo Espíritu hasta que de mi propia voluntad declaré guerra al mundo, a la carne, y al diablo […] y conscientemente me sometí a la pesada cruz de mi Señor Jesucristo, para poder heredar el reino prometido” (Simons, Meditation on the Twenty-Fifth Psalm [Simons, meditación en el salmo veinticinco]).


Todos los escritos de Menno Simons están disponibles en línea gratuitamente (en inglés).
Publicado originalmente en Desiring God. Traducido por Emanuel Elizondo.
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