Dios ha dado a nuestros hijos sus órganos sexuales. Ellos se topan con ellos todos los días. A medida que sus órganos se desarrollan, también debería hacerlo su comprensión, con especial rapidez al inicio de la pubertad.
Los padres sabios sirven a sus hijos en cada etapa de desarrollo, ayudándoles a comprender mejor para qué Dios diseñó toda esta ingeniería. Los niños disciernen las diferencias entre la masculinidad y la feminidad muy temprano. Los padres sabios ayudan a esclarecer el entendimiento que sus hijos tienen de estas innumerables diferencias y los propósitos de Dios en ellas (Pr 16:4).
La masculinidad y la feminidad son ideas divinas. “Varón y hembra los creó” (Gn 1:27). Dios fue quien inventó todas estas partes del cuerpo y sus funciones y las declaró buenas. Si bien no sería saludable para nuestros hogares insistir demasiado en estos temas, tampoco sería saludable ignorarlos y mucho menos prohibirlos estrictamente como temas de enseñanza. Les estamos enseñando a nuestros hijos no solo sobre sexo, sino también sobre la mayordomía, sobre el diseño de Dios y sobre Dios mismo. El sexo no es un tema oscuro y malvado cuando se administra de forma adecuada. Cuando Dios dijo que no era bueno que Adán estuviera solo, dio a entender que lo que Él llamó bueno podía ser mejor.
Dios se complace en tratar los asuntos sexuales en las Escrituras, por lo que sería una necedad silenciarlos, pensando que tenemos mejores estándares que Él.
¿Por qué los padres?
Uno de los roles de los padres es enseñar. Dios le dijo a su pueblo: “Reúneme el pueblo para que Yo les haga oír Mis palabras, a fin de que aprendan a temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos” (Dt 4:10). Pablo les dice a los padres: “no provoquen a ira a sus hijos, sino críenlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Ef 6:4).
No solo estamos enseñando a nuestros hijos sobre sexo, sino también sobre mayordomía
En términos generales, los padres deberían ser los que inicien las conversaciones con sus hijos sobre el sexo, ya que puede que el maestro de educación sanitaria o los niños con los que ellos juegan no compartan los mismos valores y son los valores, más que los diagramas biológicos y anatómicos, los que importan.
Aprender de los padres puede evitar el error y ayudar a enfrentar el shock (algunos jóvenes recién informados responden como era de esperar con un “¡Qué asco!”). Por ejemplo, hoy, si eres virgen, el mundo piensa que hay algo muy malo contigo, algo incluso inmoral. Algunos dicen que si no puedes evitar que los jóvenes tengan relaciones sexuales, simplemente debemos enseñarles cómo hacerlo “de manera segura”. Pero no hay una manera segura de burlarse de Dios, quien ha colocado barreras alrededor de este aspecto maravilloso, poderoso y, a veces, misterioso de la vida y la espiritualidad humana.
Hay mucho en juego. En asuntos sexuales, las recompensas y remordimientos con frecuencia son mucho más importantes que en la mayoría de los otros asuntos en los que los padres tienden a enfocarse: calificaciones, amistades, deportes, etc. Son lamentables los naufragios que han ocurrido en las turbulentas aguas del sexo.
Los niños están aprendiendo sobre el sexo
Tus hijos ya están adquiriendo un entendimiento sobre el sexo. Pero, ¿qué tipo de información está moldeando ese entendimiento? Quizás ya nos hemos quedado atrás. No quería que mis hijos llegaran un día a un momento donde se preguntaran: “¿Por qué mi papá no me habló de esto?”.
Nuestros niños escuchan voces que dicen: “Si no miras pornografía, ¿cómo sabrás cómo tratar el sexo?”. Pero si miran pornografía, serán engañados con respecto a cómo ser buenos mayordomos sobre sus cuerpos, mentes y almas. La visión dominante del sexo en la actualidad, la visión que impregna la pornografía, ignora a (incluso se burla de) Dios y deshumaniza a los demás. Desde este punto de vista, otras personas son simplemente objetos para la propia gratificación inmediata, sin importar las consecuencias de esa gratificación en las vidas de esas personas. Pero el sexo implica más que anatomía porque está inevitablemente entrelazado a los valores, dinámicas relacionales, aceptación o rechazo del diseño de Dios para la propia vida y el señorío de Dios mismo.
Es probable que tus hijos ya estén aprendiendo acerca del sexo. ¿Están aprendiendo lo que saben de ti? ¿O de algún otro lugar? Si en otro lugar, ¿realmente confías en sus profesores?
Entonces, ¿cómo empezamos?
Podemos suponer que los padres ya saben algo sobre los aspectos biológicos del sexo. Después de todo, es la forma en que los padres suelen llegar a ser padres. Supongo que sabes más que los amigos de tus hijos, quienes tal vez ya estén hablando con tus hijos de sexo. No se trata principalmente de cuánto sabes (no necesitas un título médico), sino del contexto en el que conversas al respecto con un espíritu de reverencia y corazón de amor.
No te preocupes por tratar el tema exhaustivamente. Tus hijos tienen años para crecer en su entendimiento, al igual que tú has crecido en el tuyo. Dicho esto, estas son algunas lecciones que puedes aplicar a largo plazo.
1. Empieza con Dios
El primer paso para responder cómo hablar con tus hijos sobre sexo es aceptar el respaldo de Dios del tema.
La sexualidad es buena y no es vergonzosa cuando ejercemos una buena mayordomía sobre ella. Después de crear al hombre y a la mujer, Dios declaró que era una buena obra (Gn 1:31). Les encomendó (y a los matrimonios cristianos de hoy): “Sean fecundos y multiplíquense” (Gn 1:28). Más adelante, llamó al sexo entre un esposo y su esposa algo que le causaba asombro:
“Hay tres cosas que son incomprensibles para mí,
Y una cuarta que no entiendo:
El rastro del águila en el cielo,
El rastro de la serpiente sobre la roca,
El rastro del barco en medio del mar,
Y el rastro del hombre en la doncella” (Proverbios 30:18-19).
Al enseñar y advertir a tus hijos sobre los peligros de la inmoralidad sexual y la impureza, recuerda apoyar el sexo (piadoso) tanto como Dios lo apoya.
En segundo lugar, toma otros pasos importantes mucho antes de abordar el tema del sexo, porque la preparación para comprender el sexo comienza mucho antes de que tengan la “edad suficiente”. ¿Tienen tus hijos primero una base espiritual sólida? ¿Saben que Dios lo hizo todo? ¿Han aprendido la diferencia entre servir y ser servido? El sexo es solo una de las porciones de un pastel más grande llamado discipulado.
2. Cultiva la credibilidad
El tema del sexo es solo una de las porciones de un pastel más grande llamado discipulado
La sabiduría tiene en cuenta lo que es apropiado a la edad, pero si te preguntas: “¿Cuánto tiempo puedo posponer hablar sobre esto?”, estás haciendo la pregunta incorrecta.
Establece una credibilidad amorosa con tu hijo. Cuando le pregunté a mi hija ahora adulta (que hoy tiene sus propios hijos) sobre este tema, ella me recordó que la abordé sobre las citas románticas cuando era una preadolescente de 11 años y “acaparé su corazón” antes de tratar el tema del sexo. “Te amo, y por lo tanto seré sincero (pero discreto) sobre este tema importante (y cualquier otro tema)”, fue el preámbulo de todo un año para hablar de sexo.
3. Ten cuidado de posponer la conversación
En tercer lugar, sé proactivo. Poco después de que me solicitaran escribir este artículo, estaba trabajando en un proyecto del hogar con dos nietas de 15 y 10 años. Les dije que me habían invitado a escribir un artículo sobre cómo hablar de sexo con tus hijos y les pregunté qué pensaban que debía decir. No hubo horror ni un silencio largo incómodo. Hablaron como lo harían sobre cualquier otro tema. Parecía natural, no forzado o artificial, como si debíamos volver a la vida real después de hablar sobre este tema falso y vergonzoso. No se sintieron avergonzadas, fueron sinceras y de ayuda.
Nuevamente, sé proactivo. El tema del sexo se vuelve más incómodo cuanto más se pospone. La incomodidad es nuestra, no de ellos, a menos que adopten nuestra incomodidad como suya. Sé abierto; dale la bienvenida a cualquier pregunta sobre cualquier tema, incluyendo el sexo.
4. Aprovecha los momentos de aprendizaje
Aparte de tener una conversación más amplia, aprovecha los pequeños momentos de aprendizaje con los niños más pequeños: sobre partes del cuerpo, modestia, privacidad y extraños. Algunos lo llaman el método del goteo: muchas charlas pequeñas en vez de la gran charla.
Considera esto: ¿Alguna vez has escuchado a padres preguntar a otros padres si le han dado a sus hijos la gran charla sobre conducir, conseguir un trabajo, buscar la santidad o cualquier otro tema en todo el mundo? Rara vez les das a tus hijos la gran charla sobre cualquier otro tema. No les das la gran charla sobre nutrición, dinero o casi cualquier otra cosa, entonces, ¿por qué hacerlo de esa manera con el sexo? No necesitamos darle más importancia de la que ya tiene.
5. Lee toda la Biblia con tus hijos
En tu lectura familiar de la Biblia, no evites los textos que mencionan cosas como la circuncisión, las prostitutas, la violación y el período menstrual fingido de Raquel en Génesis 31. Toda la Biblia es para toda la familia. Al tratar tales incidentes bíblicos con naturalidad cuando los lees, haces depósitos útiles en el desarrollo constante de tus hijos. Si tu hijo de 4 años no pregunta qué es una prostituta, sigue adelante. Pero, si tu hijo de 10 años pregunta: “Mamá, ¿qué es una prostituta?”, ese es un momento de enseñanza.
Enséñales de manera explícita los preceptos bíblicos tales como no cometerás adulterio, no casarse con un incrédulo, etc. Moisés da detalles sexuales considerables al dar la ley de Dios a Israel. Luego dice esto: “y diligentemente las enseñarás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando te sientes en tu casa” (Dt 6:7). Sí, a los niños: enséñales a los niños los preceptos de Moisés sobre el sexo.
El corazón del discipulado sexual
Ayuda a tu hijo a ver el sexo dentro del contexto de principios más amplios, por ejemplo, el principio de Eclesiastés: hay un tiempo para todo y un tiempo para abstenerse de todo. También considera este principio general: el deseo impulsivo de gratificación inmediata puede destrozar la felicidad futura y, en cambio, traer dolorosos remordimientos.
El órgano sexual más importante es el corazón y el segundo más importante es el cerebro
Recuerda que no todos los niños son iguales, algunos son más directos y otros más reservados. Adapta tus interacciones de acuerdo a ello. Sé discreto. Cuanto mayor sea el niño y haya más detalles específicos a tratar, sería más sabio tener la conversación en privado. Hazles saber que si tienen preguntas más adelante, siempre pueden acudir a ti.
Al instruir a tus hijos, ten pendiente que el órgano sexual más importante es el corazón y el segundo más importante es el cerebro.
Emplea todos sus recursos
¿Para qué es el sexo? El sexo no se trata solo de un acto. Se trata de las formas de Dios: sus formas de hacer bebés, de poblar la tierra y el cielo (nadie nace de nuevo si no nace primero), de proporcionar intimidad en el matrimonio, de mostrar la complejidad de su diseño creativo.
En el camino, felicita a tus hijos por las evidencias de masculinidad o feminidad en contextos que no se relacionen principalmente con la intimidad sexual: un hijo carga cajas pesadas para su madre, una hija interactúa cortésmente con los adultos, un niño demuestra autocontrol en cualquier área de la vida.
Escarba las riquezas de los recursos de tu congregación. Específicamente, habla con los padres que han conversado con sus propios hijos sobre el sexo y pregúntales cómo lo hicieron. ¿Llevaban a sus jóvenes adolescentes a salidas especiales o leían un libro juntos? ¿El papá habló con los hijos y la mamá habló con las hijas? Pregúntales.
Ora, pidiéndole a Dios que guarde el corazón y la mente de tus hijos. Luego anímate. Siempre es el momento adecuado para crecer en la mayordomía de los dones de Dios y hablar con tus hijos sobre ellos.