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“Instruye al niño en el camino que debe andar,
Y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

¿Conoces a algún padre que se siente terriblemente condenado, pues su hijo se ha apartado de los caminos de Dios? Las preguntas acusatorias llenan su mente: “¿Qué hice mal? Si tan solo hubiéramos leído más la Biblia u orado más. Tal vez no discipliné a mi hijo lo suficiente… o quizá lo discipliné con demasiada dureza”.

En su angustia, el padre ha leído el proverbio de sabiduría como una promesa, y ha creído que la salvación de su hijo es por obras… por las obras de su padre.

Esto es lo que sucede cuando no consideramos los géneros literarios de la Escritura. Los proverbios son solo un ejemplo. En la Biblia encontramos narrativa, genealogías, profecía, hipérbole, poesía, parábolas, apocalíptica, y más.

El intérprete sabio siempre está buscando el significado del autor del texto y no utiliza detalles extraños para sus propios vuelos de fantasía en sus sermones” (loc. 3867-3869).

En la tercera parte de “Preguntas y respuestas sobre cómo interpretar la Biblia”, Plummer nos ayuda a familiarizarnos con las reglas básicas de interpretación de los distintos géneros que encontramos en la Palabra. Solo identificando correctamente el género y respetando sus reglas de interpretación podremos ser fieles y sabios al buscar el verdadero significado de un texto. De otra manera, dar “vuelos de fantasía” es muy sencillo.

Muchos géneros, un propósito

Con todo, sea cual sea el género literario del texto que estemos leyendo, la Escritura tiene un solo propósito:

“Los autores bíblicos tienen un propósito al escribir: convencer a los lectores del mensaje de la revelación de Dios y la necesidad de responder a Dios en arrepentimiento, fe y obediencia” (loc. 3672-3674).

Las Escrituras, de principio a fin, apuntan a Cristo y su evangelio (Lucas 24:27). Mientras leemos e interpretamos la Biblia, es imprescindible que no perdamos esto de vista.

“No estudiamos las cartas del Nuevo Testamento [¡ni ningún otro libro de la Biblia!] con el fin último de llegar a la reconstrucción histórica más convincente y precisa. Más bien, hacemos ese estudio histórico y exegético a fin de entender el mensaje original del autor inspirado, de manera que podamos aplicarlo fielmente a situaciones análogas en la actualidad” (loc. 5848-5850).

¡Los cristianos no interpretamos por interpretar! Nuestra motivación es contemplar a Cristo y ser transformados más a su imagen conforme le conocemos, amamos, y obedecemos.

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