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Dios no necesita de tu canto, pero tu prójimo sí

Martín Lutero dijo una vez: «Dios no necesita tus buenas obras, pero tu prójimo sí». Lo mismo es cierto acerca del canto congregacional.

Aunque Dios ordena a los cristianos cantar, no necesita de nuestro canto para ser Dios. Él tiene un coro eterno de seres vivientes que nunca dejan de cantar Sus alabanzas (Ap 4:8). Sin embargo, Él nos ha diseñado para experimentar gozo y ánimo cuando elevamos nuestras voces en alabanza. Aunque a menudo concebimos la adoración corporativa de forma vertical, también existe una rica dimensión horizontal. Tu prójimo necesita el canto de tu iglesia.

¿Cuál prójimo? Considera cuatro.

1. Tu prójimo con dudas

Algunos creyentes a duras penas consiguen ir a la iglesia cada semana. Tienen dudas sobre la bondad de Dios, sobre si Él les ama, sobre si vale la pena ir a la iglesia. Cantar puede ser lo último en lo que piensen.

Cantar la Palabra de Dios puede fortalecer a los que dudan más de lo que nos imaginamos

Pero en el canto congregacional, nos enseñamos y amonestamos unos a otros (Ef 5:19; Col 3:16). En su excelente libro Corporate Worship [Adoración corporativa], Matt Merker escribe: «Mientras dirigimos nuestra adoración a Dios, al mismo tiempo nos animamos unos a otros: ¡Escucha estas alabanzas! ¡Deleita tu alma en el Señor! Consuélate en Sus promesas».

Cantar la Palabra de Dios puede fortalecer a los que dudan más de lo que nos imaginamos.

2. Tu prójimo desafinado

«Pero yo no sé cantar bien», protestarán algunos. Afortunadamente, Dios no ordena a los cristianos que canten bonito, sino que canten. El canto congregacional es participativo, no escénico; es para edificar, no para entretener. En lugar de ser espectadores, todos están llamados a participar, incluso los que no saben cantar.

Como a uno de mis pastores le gusta decir: «Cuando te unes a la iglesia, te unes al coro». Tu canto puede ayudar a un hermano o hermana desafinado mientras juntos hacen un ruido alegre al Señor.

3. Tu prójimo perdido

¿No sería más atractivo para los no creyentes empezar el servicio con canciones de Maná o Soda Stereo? Puede ser. Pero con aquello con lo que ganas a las personas es a lo que los ganas. Los trucos pueden atraer a los no creyentes, pero una vez convertidos, ¿servirán los mismos trucos para hacerles crecer?

Considera lo que sucede cuando cantas con los santos. Demuestras a los no creyentes que, aunque la iglesia consta de diferentes partes, es un solo cuerpo. Aunque para cantar armonía se utilizan notas diferentes que para cantar melodía, cuando se juntan sucede algo hermoso: las notas se mezclan para crear un coro unificado.

¡Qué imagen del amor de la iglesia unos por otros! Aunque somos diferentes, nuestro amor mutuo muestra a los perdidos que el evangelio crea una comunidad en la que la unidad y la diversidad van de la mano. «Dios quiere que nuestra adoración corporativa provoque al mundo que nos observa», escribe Merker. «Nuestras reuniones no solo proclaman el evangelio. También muestran un pueblo del evangelio, un anticipo de la nueva creación venidera».

Aprovecha eso para atraer a los perdidos a Jesús y a Su iglesia.

4. Tu prójimo que sufre

Me designaron director musical de nuestra iglesia en una época en la que los miembros sufrían. Muchos siguen sufriendo. Una familia que se ofreció como voluntaria para dirigir la música perdió a una sobrina y a su mejor amiga en el transcurso de tres semanas. A pesar de las circunstancias, esta hermana quiso servir a su iglesia cantando. La canción que dirigió era la favorita de su mejor amiga. Durante el ensayo me dijo llorando: «Puede que necesite que la cantes por mí». Le respondí: «Hermana, para eso estamos aquí. Puede que todos tengamos que cantar esta canción por ti, y eso está bien».

Nos empobrecemos cuando descuidamos la dimensión horizontal de la adoración corporativa

Cantó la canción entre lágrimas, con toda una congregación para ayudarla. El canto congregacional ayuda a los santos que sufren cuando no pueden cantar. Puedes cantar por ellos cuando ellos mismos no pueden cantar.

Nos empobrecemos cuando descuidamos la dimensión horizontal de la adoración corporativa. Merker lo resume muy bien:

La exaltación y la edificación se refuerzan mutuamente. No podemos separarlas. Glorificar a Dios anima a los demás, y amar a nuestros hermanos y hermanas deleita a Dios. Lo vertical y lo horizontal van juntos, cada domingo.

Dios no necesita tu canto, pero tu prójimo sí.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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