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Ángeles, visiones y la necesidad de las misiones

Entre los misiólogos, no es raro oír cómo una persona de un grupo étnico no alcanzado se convierte en seguidor de Jesús a través de una visión o un sueño. Suponiendo que estas historias sean ciertas, ¿qué debemos hacer con ellas? ¿Cómo deberían influir en nuestra forma de pensar sobre la necesidad y la urgencia de las misiones? Si Dios puede utilizar encuentros sobrenaturales para llevar a los perdidos a la fe salvadora, ¿pueden los misioneros y evangelistas simplemente sentarse y dejar que los ángeles hagan todo el trabajo, o al menos orar para que hagan más?

Aunque Dios puede comunicar el mensaje del evangelio a través de cualquier medio que elija, las Escrituras enseñan sistemáticamente que Dios ama hacer avanzar el evangelio a través de Su pueblo. Por lo tanto, los cristianos y las iglesias locales son responsables de llevar el nombre de Jesús hasta lo último de la tierra.

La Biblia no da ninguna evidencia de que Dios use ángeles, visiones o sueños como los medios principales para la salvación de una persona. En cambio, si los ángeles o las visiones tienen un papel en la tarea de las misiones, es auxiliar a la responsabilidad de los cristianos y las iglesias de anunciar el evangelio a los perdidos.

El principio de Romanos 10

Romanos 10:13-15 es una de las declaraciones programáticas de las Escrituras sobre la necesidad de las misiones. Pablo enseña que los individuos se salvan cuando expresan su fe en Jesús (Ro 10:13), lo que ocurre cuando otros seres humanos comparten el evangelio con ellos (Ro 10:14-15).

Si seguimos su lógica hacia atrás a través del texto, el método misional de Pablo es el siguiente: un individuo recibe el encargo de anunciar el evangelio, y los que oyen el evangelio creen e invocan al Señor para salvación. La lógica de Pablo apunta a la normatividad de este principio, porque a menos que el pueblo de Dios comparta el evangelio, Pablo no espera que nadie lo escuche y crea.

Los cristianos y las iglesias locales son responsables de llevar el nombre de Jesús hasta lo último de la tierra

Además, Pablo tiene en mente la tarea universal de las misiones. En el contexto, su pregunta se refiere a cómo invocarán al Señor para la salvación tanto los judíos como los gentiles. Pablo no da pruebas aquí de que considere que los ángeles o las visiones sean los medios normales para el avance del evangelio. Más bien, los «hermosos pies» que anuncian el mensaje del evangelio pertenecen a Pablo y a quienes son como él (Ro 10:15; cp. Is 52:7).

En el ministerio apostólico de Pablo, el principio de Romanos 10 explica que su enfoque se centrará en llevar el evangelio a las naciones. Se propuso «anunciar el evangelio, no donde Cristo ya era conocido» para que las naciones conocieran a Cristo (Ro 15:20-21; cp. Is 52:15). Aunque estaba preso, Pablo pidió a los colosenses que oraran «para que Dios nos abra una puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo» (Col 4:3; cp. Ef 6:19). Incluso el encarcelamiento de Pablo había hecho avanzar el evangelio precisamente porque lo había hablado con valentía a sus guardias (Fil 1:12-13). El estilo de vida de Pablo y sus esfuerzos misioneros asumen y aplican el principio de Romanos 10.

Patrón en Hechos

Del mismo modo, los relatos en el libro de Hechos confirman ilustrativamente el principio programático de Romanos 10. Estos relatos son instructivos para este debate, ya que describen la relación entre la difusión del evangelio y el papel de los ángeles y las visiones. En estos relatos, los ángeles y las visiones no comunican el mensaje del evangelio, sino que proporcionan instrucciones para la difusión de ese mensaje.

Los ángeles aparecen a menudo en la narrativa de Hechos con instrucciones y ánimos para que el pueblo de Dios comparta el evangelio. En Hechos 5:20, después de que un ángel liberara a los apóstoles de la prisión, el ángel les ordena que «hablen al pueblo todo el mensaje de esta Vida». En Hechos 8:26, un ángel instruye a Felipe «ve hacia el sur», donde Felipe debía compartir el evangelio con el eunuco etíope. En Hechos 10:3-6, un ángel en una visión le dice a Cornelio que mande llamar a Pedro. Tras experimentar su propia visión, Pedro anuncia el evangelio a Cornelio. Por último, durante la narración del naufragio del capítulo 27, Pablo cuenta a las personas que le rodean cómo un ángel le dijo que no temiera, sino que se animara, ya que era necesario para Pablo «comparecer ante César» como testigo de Cristo (Hch 27:24).

Del mismo modo, las visiones en Hechos no comunican el evangelio, sino que proporcionan directrices para su recepción. En el camino a Damasco, Jesús se apareció en una visión a Saulo, dirigiéndole a Ananías, quien le proclamó el evangelio (Hch 9:1-19; Hch 22:10-17). En esa misma visión, Jesús encargó a Saulo que compartiera el evangelio con los gentiles (Hch 26:16-19; Hch 22:21). En su segundo viaje misionero, Pablo tuvo dos visiones nocturnas, una de un macedonio y otra de Jesús (Hch 16:9-10; Hch 18:9-11). Ambas le indicaron que anunciara el evangelio en las regiones de Macedonia y Acaya, respectivamente.

Estos relatos son instructivos porque ilustran la manera en que Dios ama hacer avanzar el evangelio a través del testimonio cristiano. En los modelos de avance del evangelio en Hechos, los ángeles y las visiones desempeñan un papel, pero no como heraldos del evangelio. La historia de Cornelio es especialmente instructiva en este sentido, porque es de suponer que el ángel podría haber transmitido a Cornelio el mensaje del evangelio. En lugar de ello, el ángel le indicó que dirigiera su atención a Pedro, quien le comunicaría «palabras por las cuales serás salvo» (Hch 11:14).

Aunque los ángeles actúan como siervos de Dios a lo largo de Hechos, ni una sola vez comparten el evangelio. A menudo instan a los seguidores de Cristo a compartir el evangelio o dirigen a los no cristianos a encontrar creyentes que les comuniquen el evangelio.

Práctica contemporánea

Según el testimonio constante de las Escrituras, los cristianos son responsables de compartir el evangelio por todo el mundo. Si bien debemos afirmar el papel bíblico de los ángeles y las visiones en nuestra misionología, no debemos esperar que sean el medio normal de avance del evangelio. Tampoco debemos suponer que el simple hecho de tener un sueño o una visión sobre Jesús convierte automáticamente a una persona en cristiana. En tales casos, la prudencia bíblica dicta que hagamos un seguimiento de esa persona al explicarle claramente la verdad del evangelio.

Por supuesto, Dios puede comunicar el evangelio como quiera; incluso las rocas podrían proclamarlo. Pero el testimonio coherente del texto bíblico nos instruye a nosotros y a nuestras iglesias locales a asumir la responsabilidad de la difusión del evangelio a todos los pueblos de la tierra.

Dado que esto es así, las Escrituras nos indican cómo orar por la evangelización mundial. Dios usa a las personas para proclamar el evangelio, por lo que debemos orar para que envíe obreros a la mies (Mt 9:37-38). No hay evidencias de que los primeros cristianos oraran pidiendo visitas de ángeles o visiones para hacer avanzar el evangelio. En cambio, oraban pidiendo fuerzas para hablar la Palabra con valentía (Hch 4:29; cp. Ef 6:19). Del mismo modo, cuando oramos por la tarea de las misiones, deberíamos alinear nuestras oraciones con los medios revelados por Dios para el avance del evangelio y así unirnos a Él en el gozo de Su cosecha.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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