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“[Y] ser hallado en Él, no teniendo mi propia justicia derivada de la Ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe”, ‭‭Filipenses‬ ‭3:9.‬

Es interesante notar y reconocer que cualquier tipo de comentario hacia nosotros muchas veces nos “suena” como una afrenta. Es como un ataque a nuestra persona, un cuestionamiento a nuestro valor e incluso a nuestra misma identidad.

Cuando esto sucede, empezamos a inquietarnos como si una ley en el universo hubiera sido quebrantada y necesitase ser restablecida. En nuestro interior surge un sentido de justicia que ha sido violentado y necesita ser enmendado. Anticipamos nuestra oportunidad de responder con un comentario que ofrezca un “balance” y que justifique nuestras acciones, poniendo no solo las cosas en su lugar, sino también a la persona que se atrevió a cuestionarnos. Sentimos que necesitamos “defendernos” de alguna manera, y que debemos tener la última palabra al respecto.

En el contexto del matrimonio es fácil observar esta dinámica. Muchas veces nuestras discusiones más complejas surgen porque uno de los dos se sintió atacado con los comentarios del otro. Y cuando hablamos sobre lo sucedido, tendemos a justificarnos diciendo: “simplemente fue un comentario”, o incluso, “solo era una pregunta”.

“Pero si ustedes se muerden y se devoran unos a otros, tengan cuidado, no sea que se consuman unos a otros”, ‭‭Gálatas‬ ‭5:15‬.

Tratamos de establecer nuestra propia justicia con base en nuestras acciones, logros, y la apreciación de los demás. Por eso, cuando lucimos con orgullo nuestro currículum cuidadosamente construido con los años y la experiencia, y alguien cuestiona un punto del mismo, lo recibimos como un cuestionamiento a nosotros mismos.

Vivir de esta manera nos desgasta, pues siempre habrá alguien con un mejor récord que el nuestro. Quizá lo reconocemos, pero entonces en ese momento valoramos su opinión acerca de nosotros por sobre todas las cosas. Su apreciación y palabras de afirmación son como un regalo del cielo, pero su crítica es devastadora.

Las buenas noticias para ti y para mí son que precisamente, gracias a la obra de Jesucristo a nuestro favor y en nuestro lugar, hay una manera diferente de vivir. El ser “hallados en Él” nos permite descansar con seguridad, pero no en nuestra justicia adquirida o alcanzada por nosotros mismos, sino en aquella ilimitada y perfecta, conferida a los Suyos y acreditada a nuestro favor. Solo así encontraremos la libertad y el poder para andar “por el Espíritu” (Gá.‬ ‭5:25‬) y servirnos “por amor los unos a los otros” (Gá.‬ ‭5:13‬).

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.


Imagen: Lightstock.
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