En ocasiones se nos ha dicho que la palabra Abba en arameo (Ro 8:15, Gá 4:6) indica que debemos llamar a Dios Padre «papito», como una expresión de intimidad relacional reverente.
Murray Harris, el estudioso del Nuevo Testamento quien ha sido llamado una de las más grandes mentes griegas de nuestros días, nos dice por qué esto no es cierto.
A continuación comparto un extracto de su libro Navigating Tough Texts: A Guide to Problem Passages in the New Testament (Navegando por textos difíciles: Una guía de pasajes problemáticos en el Nuevo Testamento).
Es cierto que en el Talmud judío y otros documentos judíos encontramos declaraciones tales como: «cuando un niño experimenta el sabor del trigo (esto es, cuando es destetado), aprende a decir ‘abbā e ‘immā» (en el Talmud babilónico Berakot 40a) (= nuestro «dada» y «mama»).
Sin embargo, aun si el término abba comenzó como un balbuceo infantil (y esto no está muy claro), en los tiempos de Jesús era una palabra de adultos que significa «Padre» o «mi Padre» (como un vocativo) o «el Padre» o «mi Padre» (como una referencia).
Es decir, abba no es un término infantil de guardería comparable a «papito». Era un término cordial y serio, pero también coloquial y familiar, usado con regularidad por hijos e hijas adultos al referirse a su padre. Unida a esta palabra familiar de confianza y obediencia infantil están las nociones de simplicidad, intimidad, seguridad y afecto. Entonces, para evocar la sensación de intimidad cálida y confiada que pertenece a la palabra, podríamos parafrasearlo de manera apropiada como «querido padre».
Si Pablo hubiese querido expresar el sentido de «papito», él pudo haber usado una palabra en griego que él sin duda conocía: papas o pappas que quiere decir «papá» o «papito», la primera palabra que un niño dice para «padre».
Estas son cuatro razones por las que «papito» no es una traducción apropiada para Abba.
Primero: En los tres pasajes del Nuevo Testamento donde la palabra abba aparece (Mr 14:36, Ro 8:15, Gá 4:6), es traducido de manera inmediata con el término «Padre» (ho patēr, el nominativo articular griego usado en un sentido vocativo).
Segundo: Jesús mismo indicó a sus seguidores que llamarán a Dios como «nuestro Padre», pater hēmōn (Mt 6:9).
Tercero: Cada una de las diecisiete oraciones de Jesús (no contando los paralelos) registradas en los Evangelios comienzan con «Padre», posiblemente Abba en cada caso.
Cuarto: Es totalmente inapropiado que los cristianos, jóvenes o mayores, llamen a Dios «papito», ya que el término usado en español es muy casual, ligero y modesto como para ser usado para llamar al Señor Dios Todopoderoso, el creador y sustentador de todas las cosas, sin mencionar el hecho de que «papito» se abrevia comúnmente como «papi».
Es posible que un sentido inadecuado de familiaridad con Dios por parte de algunos cristianos llevó a Pedro a decir: «Y si invocan como “Padre” a Aquel que imparcialmente juzga según la obra de cada uno, condúzcanse con temor durante el tiempo de su peregrinación» (1 P 1:17).
Es decir, llamar a Dios como «Padre nuestro que estás en los cielos» en el Padre Nuestro es recordar que Él es el Juez Supremo, omnisciente e imparcial de cada persona, que debemos acercarnos a Él con reverencia, no como si fuera simplemente otro «papito».