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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado de la clase de Hermenéutica, del Instituto Integridad y Sabiduría. Para conocer más acerca del II&S, visite su página web.

En los libros proféticos, el Señor levanta a un grupo de mensajeros para llamar la atención de su pueblo sobre asuntos que deben ser considerados. Estos mensajeros, en diferentes épocas, dan exhortaciones necesarias y exponen la voluntad de Dios.

¿Qué necesitamos saber para interpretar la literatura profética en la Biblia? Hablar extensamente sobre ella es casi imposible en un artículo con espacio limitado como este, pero a continuación presento seis puntos que debemos considerar:

1. La profecía tiene un carácter enigmático.

El profeta y los oyentes originales no podían percibir con claridad a qué sucesos se refieren las profecías, porque ellos ocurrirían en el futuro. Sin embargo, lo que sí es evidente son las advertencias del Señor y las consecuencias futuras de la obediencia o desobediencia de su pueblo.

Por ejemplo, en Daniel 12 vemos al profeta recibir una serie de profecías y él hace la siguiente pregunta, “¿Para cuándo será el fin de estas maravillas?”. La respuesta que recibió fue: “Anda, Daniel, porque estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (v. 9).

Es evidente que en las profecías de Daniel hay un carácter enigmático; al autor original y al pueblo contemporáneo les era imposible descifrarlas completamente hasta que el tiempo se hubiera cumplido. La profecía no ha sido diseñada para ser entendida en su totalidad antes de su completo cumplimiento.

2. La profecía incluye mucho material figurativo y simbólico.

Por ejemplo, en la profecía que vemos al final del libro de Daniel, leemos: “Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo” (Daniel 12:7, RV1960).

¿Cómo podemos interpretar “tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo”? No entraré en detalles al respecto aquí, pero esto es una muestra de que, debido al material simbólico y figurativo en la profecía, es necesario tener sumo cuidado con el significado y la interpretación de las palabras y frases.

Toda profecía funciona como un reforzador de enseñanza a la audiencia; como una advertencia a no perder de vista las bendiciones de la obediencia o las maldiciones que la desobediencia produce.

Para interpretar esta literatura debemos investigar profundamente, ir a los comentarios, ir a los estudiosos, recurrir a los expertos; no de una manera simplista, sino tratando de encontrar su significado exacto.

3. La profecía da por sentado que el Señor ha manifestado su voluntad y pacto.

Toda profecía funciona como un reforzador de enseñanza a la audiencia; como una advertencia a no perder de vista las bendiciones de la obediencia o las maldiciones que la desobediencia produce.

Las profecías no tienen que ver con Dios apareciendo de repente, reclamando cosas que antes su pueblo no conocía. Él levanta su voz sobre la base de la observación del pacto o el quebrantamiento del mismo por parte de su pueblo. El Señor reclama en la profecía la vuelta a los fundamentos que ya le ha dado al pueblo. Por lo tanto, debemos entender ese fundamento para luego poder entender por qué las profecías están dichas tal como las leemos en la Biblia.

Esto significa que, para interpretar las profecías, es importante familiarizarse con el contenido de la ley y las categorías de bendición y maldición que se encuentran en pasajes como Levítico 26 y Deuteronomio 28-32.

4. Necesitamos prestar atención a la perspectiva profética.

Toda profecía responde a algo que se conoce como la perspectiva profética, en donde se mezclan juntamente los aspectos cercanos y distantes de una misma visión. Cuando un profeta habla, lo hace en nombre del Señor, y el Dios eterno puede usar una misma profecía para vincular sucesos de cumplimiento inmediato, que están íntimamente vinculados a sucesos que se cumplirán tiempo después.

El Señor tiene un plan perfecto e inmutable que se va desarrollando en medio de las circunstancias cambiantes del ser humano.

¿Cómo podemos ejemplificar esta perspectiva profética? Esto se asemeja a la visión lejana que podemos tener de dos picos de montañas. Podemos ver las dos cumbres y distinguirlas a lo lejos, pero sin distinguir la distancia y las características del terreno que hay entre ambas. Vemos dos cumbres como si estuvieran pegadas una a la otra, pero sin saber que en el medio hay una profunda distancia, y no podemos ver cómo es el terreno que hay entre ambas.

Nosotros tenemos un ejemplo de esto en Jeremías 33. El profeta está en un momento específico de la historia, en el patio de la guardia en Jerusalén mientras la ciudad está sitiada bajo el juicio de Dios. Esta realidad se habla en los versículos 4-5 de la profecía que Dios revela. Esos versos muestran el momento en que Jeremías está, pero inmediatamente, a partir del versículo seis en adelante, sin mostrar cómo lo hará, el Señor habla de la bendición venidera para el pueblo.

El Señor convertirá la ciudad sitiada en una ciudad de gozo, pero la profecía no muestra cuanto tiempo pasará entre lo narrado en los versículos anteriores y el cumplimiendo de la promesa de restauración. Jeremías solamente ve cumbres en este momento; él no ve el proceso que el Señor usará para cumplir su Palabra.

Así es la perspectiva profética: nos permite ver cumbres, pero no distinguir el valle que está entre ellas. Este es un principio que debemos considerar al momento de interpretar las profecías en la Biblia.

5. Toda predicción profética no es absolutamente independiente una de otra.

El Señor tiene un plan perfecto e inmutable que se va desarrollando en medio de las circunstancias cambiantes del ser humano. Por tanto, toda profecía está unida al plan eterno de Dios, como también a las circunstancias particulares de la vida bajo el sol. Toda predicción está dentro del plan de Dios, y también dentro de la realidad de la vida del hombre.

No hay profecía en donde el propósito eterno de redención del Señor no se manifieste; no hay situación profética que no se mueva de acuerdo al plan original de Dios.

Entonces, dentro de esa realidad, debemos encontrar cuál es la relación entre una profecía y otra, y cómo ellas están sujetas al plan redentor de nuestro Señor. No hay profecía autónoma y separada de la Cruz. No hay profecía en donde el propósito eterno de redención del Señor no se manifieste; no hay situación profética que no se mueva de acuerdo al plan original de Dios.

6. La profecía encierra el deseo de Dios para su pueblo de todos los tiempos.

Cuando el Señor envía a sus profetas, es porque de alguna manera su pueblo se ha desviado del conocimiento original que el Señor ha revelado en su Palabra o su actuar; el pueblo se ha desviado de lo que Dios espera de ellos.

Por lo tanto, en la profecía vemos que el Señor espera que creamos correctamente y actuemos correctamente; o sea, que tengamos una correcta ortodoxia y una correcta ortopraxis.

La profecía en la Biblia no es solo para decirnos, “¡Mira! Esto sucederá mañana”. Al leer los libros proféticos, debo buscar lo que el Señor me enseña con respecto a lo que está mal en su pueblo y lo que necesitamos hacer. No debo buscar solo los detalles de los eventos por cumplirse, sino también lo que el Señor demandó a los primeros oyentes con respecto al plan de Dios, al actuar de Dios, y conocer lo que nosotros debemos creer y obrar correctamente.


Imagen: Lightstock.
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