Al inicio de un nuevo año, una meta en la lista de muchos es mejorar su hábito de lectura. Ya sea leer la Biblia completa, leer más libros cristianos, leer algunos clásicos literarios, o alguna otra cosa, leer es una buena costumbre que cada creyente debería procurar. Al leer tenemos al alcance pensamientos de muchos autores, misioneros, pastores, y ministros que nos ayudan a incrementar nuestro conocimiento de Dios, su Palabra revelada, y la manera en cómo aplicarla en el diario vivir.
La lectura no es algo que se me da de forma natural como a algunas personas que conozco. Sin embargo, he tenido que disciplinarme al respecto por lo esencial que es en mi crecimiento como creyente, ministro de Dios, y en mi preparación académica. Así que, ya seas un lector ávido o alguien que recién empieza con este hábito, quiero darte algunas recomendaciones prácticas que me han servido en mi trayecto.
1) Elige cuidadosamente los recursos que vas a leer
Existen cientos y cientos de miles de libros escritos. En casi cualquier tema que se te ocurra, alguien escribió un libro al respecto. Por tanto, elige cuidadosamente, porque no vas a querer malgastar tu tiempo ni dinero. Piensa bien en el porqué quieres leer sobre este tema, y asesórate antes de comprar o tomar prestado un libro.
Evalúa quién es el autor, su educación y experiencia en ese tema. No querrás caer en el error de, por ejemplo, tomar consejos de cocina de alguien que nunca ha tenido experiencia cocinando. Y con el estado de la iglesia hispanohablante, hay muchas personas hablando y escribiendo sobre teología que no tienen la sabiduría de la Biblia en primer lugar.
2) Sé un lector crítico
Al decir “crítico” no me refiero a que tu motivo al leer sea encontrar hasta el más mínimo error. A lo que me refiero es a que no leas por leer. Es muy fácil caer en el engaño de leer sin realmente comprender lo que el autor plantea y sin interactuar con lo que leemos. Esto es algo frecuente, particularmente cuando un autor famoso escribe algo que asumimos que es bueno o malo solo porque él lo escribió.
Algo que ayuda a mejorar en este aspecto es buscar identificar la razón por la cual el autor decidió escribir ese recurso. Esto normalmente aparece en la primeras páginas del libro, en la introducción o el prefacio. El hacerlo nos ayudará a conectar los diversos puntos de la obra. Una vez escuché a alguien decir de un libro sobre evangelismo: “no me gustó ese libro porque solo se enfoca en evangelizar a los católicos y nuestro llamado es de evangelizar a todo el mundo”. Bueno, ese comentario puede verse como piadoso, sin embargo con tan solo empezar a leer ese libro puedes ver que el autor especifica que su propósito al escribirlo fue proveer un recurso para ayudar a los creyentes a evangelizar a personas católicas.
Luego de descubrir el propósito del libro, trata de identificar cómo se llevó a cabo ese propósito. Identifica sus puntos principales en cada capítulo o en cada párrafo clave. Esto te ayudará a identificar si el autor realmente cumplió su propósito.
3) Identifica cómo aprendes mejor
Está demostrado que no todos aprendemos de la misma manera. Vivimos en la mejor época de toda la historia para poder abordar este asunto, especialmente a la hora de leer. Ya no solo tenemos libros físicos sino que hay libros electrónicos para Kindle, iPad, cualquier tableta electrónica, computadora, y hasta en nuestros teléfonos.
No existe un estilo de aprendizaje que encaje a todo el mundo, ni un método, ni una técnica exclusiva para leer. En mi caso particular, he descubierto que me es más provechoso leer libros físicos y a la vez hacer anotaciones ya sea en el libro mismo o en mi libreta. Otras personas prefieren hacerlo de manera digital y les resulta útil. Lo importante es que conozcas cómo aprendes mejor. Aun puede influir la hora en la que estás leyendo, el lugar, la iluminación, y muchos otros factores.
Indistintamente del método que elijas, sí te recomiendo que tomes notas. No solo subrayes, sino también ten un diario, ya sea electrónico o físico, donde escribas los puntos que encuentras más importantes de lo que lees. No caigas en el error de pensar que esos conocimientos no se te van a olvidar.
4) Pon atención a las referencias bibliográficas
Este es un aspecto en el cual muchos no ponen atención, pero que es de gran importancia. No solo te conformes con leer algo: también identifica y nútrete de a quiénes el autor cita. Por ejemplo, si estás leyendo el libro de La Predicación de John MacArthur, identifica cuáles autores o predicadores él utiliza como referencia, cuáles son los autores que le influenciaron, para que a la vez tú puedas conocerlos y también ser influenciado por ellos.
Si no sabes por dónde empezar, te recomiendo leer esta lista creada por el Pastor Sugel Michelén en su blog, sobre 50 libros que han sido provechosos para él. Como él resalta, “la cantidad de libros disponibles puede resultar abrumadora. Pero esta lista te puede servir como parámetro cuando te preguntes: ¿Por dónde comienzo?”.
Empieces por donde empieces, es mi oración que este sea un tiempo donde una y otra vez puedas acercarte a los libros que te acercan a la Escritura, para así conocer cada vez más y mejor a Aquel que nos llamó.