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El ayuno no es una disciplina exclusiva para alguna élite espiritual, sino para cada creyente. La Biblia describe con claridad qué es el ayuno y cómo, cuándo, y por qué practicarlo. Lee estos versículos y reflexiona en ellos tomando en cuenta la centralidad del evangelio:

«Así que sus siervos le dijeron: “¿Qué es esto que ha hecho? Mientras el niño vivía, usted ayunaba y lloraba, pero cuando el niño murió, se levantó y comió pan”. Y él respondió: “Mientras el niño aún vivía, yo ayunaba y lloraba, pues me decía: ‘¿Quién sabe si el Señor tendrá compasión de mí y el niño viva?’. Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer que vuelva? Yo iré a él, pero él no volverá a mí”» (2 Samuel 12:21-23)

“Cuando oí estas palabras, me senté y lloré; hice duelo algunos días, y estuve ayunando y orando delante del Dios del cielo” (Nehemías 1:4)

“Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho” (Salmo 35:13)

“Volví mi rostro a Dios el Señor para buscarlo en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza” (Daniel 9:3)

“Promulguen ayuno, convoquen asamblea; congreguen a los ancianos y a todos los habitantes de la tierra en la casa del Señor su Dios, y clamen al Señor” (Joel 1:14)

“‘Aun ahora’, declara el Señor, ‘vuelvan a mí de todo corazón, con ayuno, llanto y lamento’” (Joel 2:12)

“Toquen trompeta en Sión, promulguen ayuno, convoquen asamblea” (Joel 2:15)

“Entonces los habitantes de Nínive creyeron en Dios, y proclamaron ayuno y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de ellos” (Jonás 3:5)

“Y cuando ayunen, no pongan cara triste, como los hipócritas; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que están ayunando. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa” (Mateo 6:16)

“Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no hacer ver a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará” (Mateo 6:17-18)

«Entonces los discípulos, llegándose a Jesús en privado, dijeron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?” Y Él les dijo: “Por la poca fe de ustedes; porque en verdad les digo que si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará; y nada les será imposible. Pero esta clase no sale sino con oración y ayuno”» (Mateo 17:19-21)

“Los discípulos de Juan y los fariseos estaban ayunando; y vinieron y dijeron a Jesús: ‘¿Por qué ayunan los discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos, pero tus discípulos no ayunan?’” (Marcos 2:18)

“Y Jesús les respondió: ‘¿Acaso pueden ayunar los acompañantes del novio mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Pero vendrán días cuando el novio les será quitado, y entonces ayunarán en aquel día’” (Marcos 2:19)

“Y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones” (Lucas 2:37)

“El fariseo puesto en pie, oraba para sí de esta manera: ‘Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: estafadores, injustos, adúlteros; ni aun como este recaudador de impuestos. Yo ayuno dos veces por semana; doy el diezmo de todo lo que gano’” (Lucas 18:11-12)

“Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron” (Hechos 13:3)

“Después que les designaron ancianos en cada iglesia, habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído” (Hechos 14:23)

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