¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Muchos preferirían que solo hablásemos del amor y de la gracia de Dios. Pero separados de la realidad de la ira divina, ni el amor ni la gracia tienen mucho sentido. Veremos esto a medida que exploremos diez cosas que todo cristiano debería saber acerca de la ira de Dios.

(1) Algunos teólogos (que tienen muy poco de evangélicos) han argumentado que la doctrina o el concepto de la ira rebaja la dignidad de Dios. C.H. Dodd, por ejemplo, habla en nombre de algunos cuando dice que la idea de la ira divina es arcaica, y que la terminología bíblica se refiere a no más que “un proceso inevitable de causa y efecto en un universo moral”. En otras palabras, para Dodd, la ira divina es una fuerza impersonal que opera en un universo moral, no un atributo personal o una disposición en el carácter mismo de Dios. La ira puede ser tanto ordenada como controlada por Dios, pero es evidente que no es parte de Él, como si lo son el amor, la misericordia, la bondad, etc.

(2) La oposición al concepto de la ira divina a menudo se debe a una mala interpretación de lo que esta ira realmente es. La ira no es la pérdida de autocontrol ni un estallido irracional y caprichoso de enojo. La ira divina no debe ser considerada como un mal temperamento celestial o como que Dios está atacando a los que “le caen mal”.

(3) La ira divina es un justo antagonismo hacia todo lo que es impuro. Es la repulsión que surge del carácter mismo de Dios hacia todo lo que es una violación de la voluntad de Dios.

(4) Hay un sentido muy real en el que se puede hablar de la ira divina como una función del amor divino. La ira de Dios es su amor por la santidad, y la verdad, y la justicia. Es porque Dios ama apasionadamente la pureza, la paz, y la perfección que Él reacciona con ira hacia cualquier cosa y cualquier persona que los contamina. J.I. Packer explica:

”¿Podría un Dios que sintiese placer tanto con el mal como con el bien ser un buen Dios? Sería un Dios que no reaccione negativamente al mal en el mundo moralmente perfecto? Seguramente no. Por eso es precisamente que esta reacción adversa al mal es una parte necesaria de la perfección moral, y es lo que la Biblia tiene en mente cuando se habla de la ira de Dios” (El conocimiento del Dios santo).

Leon Morris está de acuerdo:

“Por lo tanto, a menos que le demos un contenido real a la ira de Dios, y a menos que sostengamos que los hombres realmente merecen que Dios vierta sobre ellos las dolorosas consecuencias de sus malas acciones, vaciaremos al perdón de Dios de su significado. Porque si no hay un justo castigo que merezcamos, Dios debería pasar por alto el pecado. Podemos pensar en el perdón como algo real solo cuando entendemos que el pecado nos ha puesto en la situación en que merecemos que Dios imponga sobre nosotros las más graves consecuencias, y es en dicha situación que sobreviene la gracia de Dios. Cuando la lógica de la situación demanda que Él tome medidas contra el pecador, pero Él toma medidas a favor, entonces, y sólo entonces, podemos hablar de la gracia. Pero no hay lugar para la gracia, si no hay ningún indicio de consecuencias nefastas merecidas por el pecado” (The Apostolic Preaching of the Cross).

(5) Un término bíblico común para la ira es thumos, una palabra derivada de thuo que originalmente significaba “un movimiento violento del aire, el agua, el suelo, los animales o los hombres” (TDNT, III: 167). Vino a significar esa rabia que te deja sin aliento, y que brota del cuerpo y espíritu de un hombre. Por lo tanto, thumos vino a significar ira apasionada, que surge y mengua rápidamente. Aparece dos veces en los escritos de Lucas, cinco veces en los de Pablo, una vez en Hebreos, y diez veces en Apocalipsis. Fuera de Apocalipsis, se utiliza para referirse específicamente a la ira de Dios una sola vez (Ro. 2:8). En Apocalipsis se refiere a la ira de Dios siete veces, seis de los cuales tienen la frase calificativa “de Dios” (14:10,19; 15:1,7; 16:1; 19:15).

(6) Una palabra más adecuada para describir la ira de Dios en el Nuevo Testamento es orge. Deriva de orgao, que implica “ir aumentando hasta lo máximo” de algo o “ir preparándose para descargar”. Así es que se le dio a orge el significado de una predisposición ya establecida, o una emoción que emerge de la naturaleza de Dios. Se dice, específicamente, que es “de Dios” en Juan 3:36 (de los labios de Jesús); Rom. 1:18; Ef. 5:6; Col. 3:6; Ap. 19:15. Leemos de la “ira del Cordero” en Ap. 6:16. Puedes ver también Ap. 6:17; 11:18; 14:10; 16:19.

Apocalipsis 19:15 es especialmente instructivo, donde Juan habla del “lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”, y donde “furor” es una traducción de thumos e “ira” es una traducción de orge.

(7) La ira está, incluso ahora en la actualidad, siendo manifestada y revelada por Dios. Leemos en Romanos 1:18 que la ira de Dios “se revela” (tiempo presente). Hay varias formas de entender este verso. Esto pudiera ser un presente futuro, por lo cual se estaría refiriendo al juicio final. También pudiera ser posible que Pablo tenga en mente la enfermedad y los desastres de la vida terrenal. Dado el paralelo con versículo 17, se ha argumentado que, así como la justicia de Dios se revela en el evangelio, también sucede lo mismo con la ira de Dios (es decir, el evangelio es el anuncio tanto de la gracia como de la justicia, la misericordia y la ira). La explicación más probable es que la ira de Dios se revela en lo que se explica en Romanos 1:24-32. En otras palabras, “la ira de Dios es ahora visible en su abandono de la humanidad a sus maneras elegidas de pecado y todas sus consecuencias” (Moo, pág. 96).

“La ira que está siendo revelada”, escribe Cranfield, “no es una pesadilla de furia indiscriminada, sin control e irracional, sino que a la ira del Dios santo y misericordioso la suscita, y es dirigida en contra” de la impiedad de los hombres (el pecado es un ataque contra la majestuosidad de Dios) y su injusticia (el pecado es una violación de la voluntad de Dios) (pág. 111).

(8) La ira divina también se revelará en el futuro, como lo vemos en Ro. 5:9; Ef. 5:6; Col. 3:6; 2 Tes. 5:18-19; Ap. 20:11-12.

(9) Cuando visualizamos a Dios como lleno de ira contra el pecado y el mal, deberíamos entender esto como una expresión de su justicia. Cuando hablamos de la justicia de Dios, tenemos en mente la idea de que Dios siempre actúa en perfecta conformidad y armonía con su propio carácter. Algunos sugieren que la justicia es, pues, sinónimo de rectitud moral. Todo lo que Dios es, dice, o hace, en virtud del hecho de que es Dios, es por lo tanto, recto, y justo. Lo que está bien o mal, es simplemente, y respectivamente, lo que Dios comanda o prohíbe. En otras palabras, Dios no hace algo, o lo ordena hacer, porque es lo correcto. Es lo correcto, porque es hecho u ordenado por Dios. La justicia o la rectitud o el bien no existen independientemente de Dios como una ley o regla o norma a la que Dios se adhiere o se conforma. Más bien, la justicia o la rectitud o el bien son simplemente el actuar y el hablar de Dios.

La justicia es, por lo tanto, lo que Dios está haciendo y hablando en conformidad con quien Él es. Decir que Dios es justo es decir que actúa y habla consistentemente con lo que su naturaleza recta y justa exige. Ser injusto es actuar y hablar de manera incompatible con lo que su naturaleza recta y justa demanda. Esto, por supuesto, es una contradicción. Sería afirmar que un Dios justo actúa injustamente. Por definición, es imposible.

(10) Cuando hablamos de la ira divina como una faceta de la justicia divina, nuestra principal preocupación es lo que se ha denominado la justicia retributiva de Dios, o aquello que la naturaleza de Dios le obliga a demandar de sus criaturas. La justicia retributiva es aquella según la cual Dios nos paga a cada uno de nosotros lo que merecemos. Es aquella en la que Dios nos trata según nuestras culpas. La justicia retributiva es, pues, sinónimo de castigo. Esta es una manifestación necesaria de la reacción de Dios hacia el pecado y el mal. La justicia retributiva no es algo que Dios pueda elegir ejercer o no ejercer, como sería el caso de la misericordia, el amor, y la gracia. La justicia retributiva, es decir, el castigo por el pecado, es un asunto de deuda pendiente. Es algo que Dios no puede abstenerse de hacer sin violar la rectitud y justicia de su naturaleza y voluntad. El pecado debe ser castigado. Es malentender gravemente el cristianismo y la naturaleza del perdón el decir que los creyentes son aquellos cuya culpabilidad es revocada y cuyos pecados no son castigados. Nuestra culpa y nuestros pecados fueron totalmente imputados a nuestro sustituto, Jesús, quien sufrió la justicia retributiva en nuestro lugar.

Un excelente ejemplo de este principio se encuentra en el Salmo 103:10. La justicia retributiva es aquello en la naturaleza de Dios que le obliga a tratar con nosotros según nuestros pecados, y a que nos retribuya de acuerdo con nuestras iniquidades. Pero el Salmo 103:10 nos dice que Dios “no nos ha tratado según nuestros pecados, ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades”. En cambio, en el versículo 12, se nos dice que así “como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones”.

¿Significa esto, entonces, que Dios ha ignorado simplemente las rectas demandas de su naturaleza, o que haya desechado o dejado de lado los dictámenes de la justicia divina? Ciertamente no. Lee Romanos 3:21-26. Todo pecado es castigado, ya sea en la persona pecadora, o en su sustituto. La justicia retributiva de Dios fue satisfecha a nuestro favor, en la persona de Cristo, quien sufrió la medida completa del castigo que demandan la rectitud y la justicia de Dios. Esta es la razón por la que podemos declarar, con confianza, que Dios no nos ha tratado según nuestros pecados: es porque Él ha lidiado con Jesús de acuerdo a nuestros pecados. No nos pagará conforme a nuestros pecados, porque Jesús ha recibido esa paga por ellos, al ser castigado en nuestro lugar.


Publicado originalmente en Sam Storms. Traducido por Juan Manuel López Palacios.
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando