El pastor John Piper recibe preguntas de algunos oyentes de su pódcast Ask Pastor John. A continuación está una de esas preguntas y su respuesta.
En 1 Timoteo está el llamado de Pablo para vivir llenos del «amor nacido de un corazón puro, de una buena conciencia» (1 Ti 1:5). Pero ¿cómo podemos mantener un corazón puro y una buena conciencia en un mundo tan lleno de medios lujuriosos que nos corrompen? Es una gran pregunta, una que nos hacen constantemente, como lo demuestra el hecho de que hemos tratado este tema en profundidad en este pódcast (como puedes ver al hojear el libro Ask Pastor John, en una sección completa dedicada a la televisión, el cine y la cultura del entretenimiento; pp. 291-307). Se ha dicho mucho. ¡Hay mucho que decir!
Entonces, ¿cómo podemos vivir con autenticidad en la era de las pantallas? Ese es el dilema al que se enfrenta una joven que nos escribe.
Hola, pastor John y Tony, ¡gracias por el pódcast! Últimamente he estado aprendiendo mucho sobre la conciencia y sobre cómo algunas cosas me afectan en mayor o menor medida en comparación con otros cristianos. Sé que no puedo juzgar a quienes no comparten mis convicciones de conciencia sobre cosas que no son intrínsecamente pecaminosas. Pero me cuesta aplicar mis convicciones en entornos grupales. Específicamente, ver televisión y jugar videojuegos constantemente como adulto pesa mucho en mi conciencia. Estas son las cosas que mi familia, con la que aún vivo, y mis amigos mantienen como parte de su estilo de vida diario. Si escucho a mi conciencia y no participo, el tiempo que paso con ellos se reduce considerablemente. Pero, si participo, el peso de mi conciencia me causa una gran angustia. Los cuestiono, pero no consigo nada porque no es un tema claramente pecaminoso. Entonces, ¿cómo puedo vivir en un espacio en el que no se comparten mis convicciones con amor y gracia, especialmente en lo que se refiere a las pantallas?
Sospecho que en la era tecnológica moderna en la que hemos entrado —especialmente en una era de entretenimiento visual omnipresente creado en el marco de una cosmovisión que ignora a Dios o le es hostil—, sospecho que en este nuevo mundo saturado de entretenimiento, para ser un verdadero cristiano será necesario recuperar el compromiso antiguo de desprenderse de los patrones del mundo. Hablo de cristianos con rasgos como…
- la búsqueda de la pureza de corazón (1 Ti 1:5),
- poseer la mente de Cristo (1 Co 2:16),
- poner nuestros afectos en las cosas de arriba (Col 3:1-2),
- ser renovados en el espíritu de nuestros pensamientos (Ef 4:23),
- ser transformados en nuestras emociones,
- mantener nuestras vidas sin mancha de la pecaminosidad del mundo (Stg 1:27),
- acumular tesoros en el cielo y no en la tierra (Mt 6:19-20),
- mantener una visión clara de la luz del evangelio de la gloria de Cristo (2 Co 4:4),
- disfrutar la comunión diaria del Hijo de Dios (1 Jn 1:3),
- tener iluminados los ojos de nuestros corazones para conocer cuál es la esperanza de nuestro llamado, las riquezas de la gloria de nuestra herencia y la inmensurable grandeza del poder de Dios hacia los creyentes (Ef 1:18-19),
- gustar el mundo venidero (He 6:5),
- libertad de los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la arrogancia de la vida (1 Jn 2:16),
- el poder del Espíritu en nuestro ser interior (Ef 3:16),
- una visión clara de la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo (Ef 3:17-18), y
- el disfrute de toda la plenitud de Dios (Ef 3:19).
Como he dicho, sospecho que en este nuevo mundo de tiempo incesante frente a la pantalla (ya sea la televisión de pantalla ancha, la computadora, la tableta o el teléfono inteligente), todas estas preciosas marcas de lo que significa ser cristianos auténticos requerirán una especie de recuperación radical del antiguo compromiso de la iglesia primitiva con desprenderse más intencionalmente de los patrones del mundo, especialmente los patrones del entretenimiento, por la causa del disfrute eterno de la grandeza de Cristo.
El camino ancho a la mundanalidad
Durante décadas, la mayoría de los cristianos simplemente nos hemos ido a la deriva para abrazar los patrones del mundo en la forma en que pasamos nuestras tardes y nuestros fines de semana, con la excepción de un par de horas para ir a la iglesia los domingos. Al principio, esta deriva parecía inofensiva porque había una gran superposición entre la supuesta cosmovisión cristiana y los productos de los imperios de los medios de comunicación y el entretenimiento.
La iglesia que regularmente hace del mundo la fuente de su relajación y disfrute se convierte en una iglesia mundana
Pero esa superposición no era tan grande como pensábamos; al menos, creo que de niño lo dejé pasar y no lo percibía. Era una cultura superficialmente cristiana en el sentido de que muchos tabúes de la cultura todavía eran compartidos con los cristianos, pero Dios estaba ausente. Apenas lo notábamos, mucho menos nos sentíamos descorazonados u ofendidos. Pero ahora esa superposición superficial entre la cultura mediática y la cultura cristiana es muy pequeña. La gran mayoría de los programas y películas están vacíos de principio a fin, no solo de Dios, de Cristo y de cualquier defensa digna de Su grandeza o Su rectitud, sino que también están cada vez más vacíos de cualquier restricción a la celebración del pecado. El pecado se normaliza y se desestigmatiza constantemente en aquello que los cristianos ven con placer.
Sin embargo, a pesar de que se han dado estos cambios, la mayoría de los cristianos no han modificado su patrón de inmersión en esa cultura del entretenimiento para su propio disfrute. Por lo tanto, millones de cristianos se encuentran satisfechos con un entretenimiento que omite a Dios, descuida a Cristo, se centra en el hombre, exalta el ego, es sexualmente excitante y normaliza el pecado, noche tras noche. El efecto de esto es una iglesia que absorbe cada vez más las intuiciones, los instintos, los reflejos, las preferencias y los deseos del mundo.
La iglesia que regularmente hace del mundo la fuente de su relajación y disfrute debe convertirse en una iglesia mundana. Una iglesia mundana es una iglesia sin poder. No experimentará la llenura del Espíritu Santo, la audacia en la oración, la valentía en el testimonio y la disposición al sacrificio por la salvación de los perdidos y la exaltación de Cristo. No puedes sentirte con el corazón quebrantado por los perdidos cuando disfrutas, noche tras noche, del entretenimiento que te brindan en su perdición.
Diremos no a la excitación a corto plazo e insatisfactoria de nuestras pasiones, a cambio de la profunda y significativa satisfacción de saborear a Cristo
Por eso dije que para ser un verdadero cristiano en los días venideros se requerirá una especie de recuperación radical del antiguo compromiso de la iglesia primitiva con desprenderse más intencionalmente de los patrones del mundo, especialmente los patrones del entretenimiento.
Decir no por un sí más dulce
En verdad creo que Dios levantará una generación tan emocionada con lo que ganan en Dios y Cristo, en la salvación, en el camino de la justicia y en los sacrificios de amor, que no se dejarán intimidar por las acusaciones de que son una nueva clase de fundamentalistas. Recuperarán con seriedad y alegría las palabras del apóstol cuando dijo:
¿O qué acuerdo tiene el templo de Dios con los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios dijo:
«Habitaré en ellos, y andaré entre ellos;
Y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo.
Por tanto, salgan de en medio de ellos y apártense», dice el Señor;
«Y no toquen lo inmundo,
Y Yo los recibiré.
Yo seré un padre para ustedes,
Y ustedes serán para Mí hijos e hijas»,
Dice el Señor Todopoderoso» (2 Co 6:16-18).
La recuperación de este tipo de desprendimiento radical del vacío del mundo no se dará por sí misma. No cometeremos el error de pensar que la separación por el simple hecho de separarse es una virtud que exalta a Cristo. No lo es. Diremos no por causa del glorioso y satisfactorio sí.
No puedes sentirte con el corazón quebrantado por los perdidos cuando disfrutas, noche tras noche, del entretenimiento que te brindan en su perdición
- Diremos no a ser hijos de esta era, debido al espectacular privilegio de que somos hijos e hijas del Señor Dios Todopoderoso.
- Diremos no a la excitación a corto plazo e insatisfactoria de nuestras pasiones, a cambio de la profunda y significativa satisfacción de saborear a Cristo y servirle con la convicción de que «más bienaventurado es dar que recibir» (Hch 20:35).
- Diremos no a los deseos de la carne, a los deseos de los ojos y a la arrogancia de la vida, porque buscamos algo mucho más profundo, sublime, rico, pleno y duradero de lo que cualquier entretenimiento secular pueda ofrecer.
Nuestros placeres mejores
Esto no será fácil. La joven que ha escrito esta pregunta nos muestra a qué nos enfrentamos. Miles de cristianos se dedican simplemente a ver la televisión y jugar a videojuegos. Aún no son conscientes de lo que les está pasando. El hecho de que resientan el descontento de alguien con su patrón de entretenimiento es simplemente una prueba más de lo profundamente saturados que están del espíritu de la época.
Mi sencillo consejo para esta joven es que dé gracias a Dios por la dirección que le indica su conciencia y que ponga todo su enfoque en cultivar un gran y glorioso sí a Dios, a Su reino, a Su justicia, a Sus promesas y a Su comunión, de modo que cualquier no que tenga que decir y vivir ante su familia, apunte principalmente a un gran y mejor sí: la gloria de Cristo. No te arrepentirás, y ellos tampoco, si las palabras de Pablo se convierten en tu pasión:
Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra (Col 3:1-2).
Los placeres que se encuentran en este camino son mayores y duran para siempre.