Cuando el primer hombre se presentó a su primera jornada laboral, estaba en un paraíso con las condiciones perfectas para crear, gestionar y florecer (Gn 2:15). El ser humano comenzó a utilizar su mente, palabras y manos para administrar la creación de Dios, desde antes de que el pecado comenzara a cobrar la deuda insaciable de la muerte.
Han pasado miles de años desde esa primera jornada laboral, y tanto el pecado como los avances de la tecnología y el desarrollo humano han transformado la forma en que los seres humanos trabajamos. Sin embargo, todavía es fácil detectar el diseño de nuestro Creador, quien intencionalmente nos programó a los hombres para cuidar y cultivar. Lo vemos de manera evidente en, por ejemplo, cómo el trabajo es una parte importante en la identidad de los hombres de cualquier sociedad.
Dios nos ha dado diferentes dones, capacidades e instintos que nos ayudan a llevar a cabo nuestros trabajos, pero ¿cómo podemos mantener una masculinidad bíblica en medio del trabajo que realizamos? Lo que diferencia a los seguidores de Cristo es que Su Palabra nos orienta con principios eternos para nuestra filosofía del trabajo. En este artículo quiero hablarte de un principio que considero fundamental: hacemos todo para la gloria de Dios.
Para Su gloria
En primer lugar, es importante aclarar que en el reino de Dios no hay trabajos «cristianos» y otros seculares. Podemos ser ingenieros o meseros, diputados o albañiles, pastores o mecánicos y dar mucha gloria a Dios. Cuando los hombres cristianos trabajamos, debemos iniciar con el entendimiento de que todo lo que hacemos es una oportunidad para darle gloria a Dios (1 Co 10:31).
Esta verdad explica por qué la remuneración o el prestigio del trabajo que podamos tener no define nuestro éxito. Como hombres cristianos, el éxito se encapsula en nuestra semejanza a Cristo, de modo que utilizamos nuestras capacidades únicas para glorificar a nuestro Padre celestial por medio del trabajo que hacemos.
Por Su carácter
Entonces, los hombres cristianos buscamos que nuestra masculinidad bíblica refleje el carácter de Dios, el cual va en la dirección opuesta a los patrones laborales que este mundo nos señala. Déjame explicártelo con dos ejemplos.
Según la Palabra de Dios, debemos trabajar diligentemente con un entendimiento de que Dios es nuestro proveedor
Primero, el mundo te dice que el descanso es opcional, que puedes agotarte trabajando para luego tomar una semana completa de vacaciones. Aunque no estoy en contra de las vacaciones, veo que Dios marca otro ritmo: apartar un día completo a la semana, para pausar las actividades del trabajo y adorar. El descanso fue un concepto que Dios mismo modeló (Gn 2:2-3).
El orgullo y la ambición te quieren convencer de que el descanso es para hombres que no tienen metas, pero la sabiduría de Dios nos muestra que es para hombres que tienen fe en Él.
Como segundo ejemplo, la masculinidad de este mundo te grita que debes hacer muchos sacrificios para llegar a tener dinero, siendo esta la meta última de tus esfuerzos. Sin embargo, según la Palabra de Dios, debemos trabajar diligentemente con un entendimiento de que Dios es nuestro proveedor.
Este cambio sutil tiene implicaciones enormes en nuestra vida laboral, ya que, debes ser tan diligente en trabajar como para pedirle a Dios que Él provea tu pan diario. Fácilmente puedes caer en el engaño de creer que como hombre tú eres el proveedor absoluto. Al fijar este título sobre tu identidad, dejas de depender del Único que te sostiene realmente. Además, entender esta verdad libera tu corazón para trabajar con excelencia en expandir Su reino y cultivar «el jardín» en donde Él te ha puesto.
¿Cómo estás trabajando?
Te invito a reflexionar en las siguientes preguntas, para girar tu mirada hacia la verdad que Dios nos ha revelado en Su palabra y busques glorificarle.
¿Tienes ritmos predecibles de descanso?
Jesús enseña que el día de descanso fue diseñado por Dios para nosotros (Mr 2:27). ¿Tu ritmo actual refleja la sabiduría y el diseño de Dios? ¿Confías en tu propia capacidad de proveer más que en la provisión de Dios?
¿Muestras el carácter de Cristo en tu lugar de trabajo?
No necesitas ser un pastor para compartir el evangelio, defender al débil y vivir una vida de integridad. Cuando los hombres se presentan a su lugar de trabajo con una ética laboral centrada en Cristo, los prójimos serán amados, los necesitados serán defendidos y Dios será glorificado (Ef 6:6-8).
¿Entiendes tu rol como mayordomo de todo lo que está en tus manos?
Cuando te crees dueño y proveedor absoluto, te entronizas en un lugar que le corresponde solo a Dios. Esto tiene repercusiones en tu salud mental y espiritual, y afectará negativamente a las personas que amas.
Cuando los hombres tienen una ética laboral centrada en Cristo, los prójimos serán amados, los necesitados serán defendidos y Dios será glorificado
El corazón es engañoso y el trabajo fácilmente puede convertirse en un argumento para que te creas superior y dejes de depender de Aquel que ha dado Su vida por ti (Ti 2:14).
Empieza el día delante del Señor
Considerando la naturaleza engañosa de nuestro corazón, la lucha por ser un hombre como Cristo se presenta cada mañana. Antes de comenzar cualquier día laboral, evalúa tu corazón delante del Señor y hazte preguntas como las siguientes:
- ¿Estoy sirviendo a Dios y a los demás por medio de mi trabajo o estoy utilizando mi trabajo para servirme a mí?
- ¿Estoy actuando con integridad y humildad en mi lugar de trabajo?
- ¿Estoy representando a Cristo con mis palabras y acciones?
Cuando entiendes tu rol como hijo de Dios, la carga laboral se vuelve más sencilla. No trabajas para ganar la aprobación de Dios ni tienes que medir tu éxito por las cosas que compras. Puedes sudar y descansar con la libertad que nace del entendimiento de tu identidad verdadera.
Hermano, Dios te invita a seguirlo en cada faceta de tu vida siendo representante de Su Hijo, quien trabajó con mucho esfuerzo para amar a Su prójimo, liderar con excelencia y humildad y para dar toda la gloria a Dios. Así que, cuando te desvíes de este camino y busques probar tu hombría por medio de tu trabajo, recuerda que así no sigues los pasos de Cristo; el Hombre perfecto que trabajó y descansó para llevar toda la gloria a Su Padre.