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“No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca”, Hebreos 10:25.

Es complicado vivir en comunidad. Aun en el contexto familiar de lazos sanguíneos, misma cultura y experiencias compartidas, muchas veces hay grandes e irreconciliables conflictos. Cuánto más en el contexto de la comunidad de fe donde nos encontramos con personas muy diferentes a nosotros, con trasfondos, culturas y costumbres que inclusive a veces no entendemos, valoramos y compartimos.

Esta es una razón por la que muchos descartan la comunidad de fe. Es simplemente muy diferente a como el Señor la diseñó o muy similar a cualquier otro grupo de personas sin reflejar los valores contra-culturales del reino. Y es que los conflictos, mal entendidos, y diferencias de encare al ministerio se hacen también presentes en las comunidades de fe de manera que las descalifica en la mente de muchos, pensando estos entonces que es mejor vivir su fe solos.

Bueno, es cierto que muchas veces nos quedamos cortos de la idea de ser un hospital de pecadores en lugar de un club de personas decentes. Nos falta mucho para poder reflejar las dinámicas de “unos a otros” del Reino de Dios. Sin embargo, la iglesia local sigue siendo la familia de Dios que Él mismo ha formado y que cumple con Sus propósitos para el mundo, y Sus propósitos para nosotros.

Porque, ¿qué tal si es en las frustraciones de vivir en una comunidad de personas muy diferentes a nosotros que Dios hace también la obra en nosotros? ¿Qué tal si la comunidad donde Él nos ha puesto es exactamente el lugar perfecto para hacer la obra de transformación de nuestro carácter, y Su obra de santificación en nosotros?

Sí, como dice el capítulo, es una bendición el saber que el sacrificio de Cristo en nuestro favor nos da permite el acceso a la presencia de Dios. Sí, no hay más sacrificios (como el de tener que lidiar con nuestras diferencias) para poder disfrutar de Su presencia. Sí, por la obra mediadora de Cristo como nuestro Sacerdote perfecto somos llamados a acercarnos a Dios con confianza (v. 22).

Sin embargo, el estimularnos al amor y las buenas obras (v.24), así como el exhortarnos (v.25) cuando no estamos viviendo en línea con el evangelio, es algo también imprescindible en la vida de fe y solo se da en el contexto de la comunidad.

Es algo que necesitamos para nuestro crecimiento y madurez espiritual y es un regalo de Dios para Sus hijos para completar la obra de gracia que Él comenzó en nosotros.

Piensa en esto y encuentra tu descanso en Él.

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