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Hablo de todo un poco con mis amigas. Hablamos sobre los programas que ven nuestros hijos y los libros que leen. Hablamos de los pros y los contras de nuestras opciones escolares. Consideramos las políticas más recientes en nuestra comunidad y sus implicancias para nuestras familias. Intercambiamos ideas sobre qué cultivar en el jardín y cómo estamos cuidando nuestra salud. Hablamos de lo que estamos aprendiendo de la Palabra de Dios y cómo nos está cambiando. Todos los días, a través de apps, mensajes de texto, redes sociales y en persona, intercambiamos información e ideas.

Pero eso no es todo lo que hacemos. También hablamos desde el corazón y al corazón. Creamos ciclos de retroalimentación, en los que un tema rebota de un lado a otro y cada persona suma, resta, persuade, responde y lo pasa a las demás. No solo intercambiamos información, damos forma a las ideas.

Aunque me gustaría pensar que mis ideas son objetivas, que son el resultado de una consideración en oración de la Palabra de Dios y mis circunstancias, esa no es toda la historia. También reflejo mi infancia, mis experiencias de vida, personalidad, la cultura en general y la microcultura en la que existo, es decir, mi grupo de amigas. Mis amigas influyen en cómo defino lo que es «normal» y «sabio». Las ideas de mis amigas dan forma a mi vida.

El poder de «todo el mundo»

¿Alguna vez has sentido que todo el mundo se está casando y teniendo hijos? ¿O quizás que todo el mundo está comunicándose con su representante local, asistiendo a una reunión de la junta escolar o hablando en contra de un tema en particular? Tal vez has sentido que todo el mundo está iniciando su propio negocio, comprando una casa o siguiendo a un influencer en particular en línea. ¿Es eso cierto? ¿Son todas las personas que conoces o es solo un puñado de tus amigos?

El concepto de «todo el mundo» es poderoso, en especial cuando buscamos la retroalimentación, conocimiento y camaradería en cada área de la vida en nuestro círculo más cercano de amigos. Esto no es solo una realidad sociológica, también la podemos ver en las Escrituras. En la Carta a los Gálatas, Pablo le escribe a una iglesia que adopta normas culturales que son contrarias al evangelio. Estas normas implicaban que los cristianos debían observar ciertos días santos, meses, estaciones y años, y que los cristianos debían circuncidarse y seguir la ley para ser justificados ante Dios (Gá 3:1-3; 4:10). Pablo insistió en que Cristo los había liberado de esas cosas (Gá 4:31).

La mala doctrina puede convertirse en una norma social

No es difícil imaginar grupos de amigos dentro de la iglesia de Galacia discutiendo sobre la importancia de observar estas cosas y dándose unos a otros aparentes buenas razones por las que Pablo estaba equivocado. A medida que estas ideas circulaban entre amigos, tal vez ganaron impulso y reforzaron la desobediencia a Cristo. La mala doctrina puede convertirse en una norma social.

Necesitamos discernimiento

La respuesta de Pablo a los gálatas incluye una pregunta y un reconocimiento importante: «Ustedes corrían bien, ¿quién les impidió obedecer a la verdad? Esta persuasión no vino de Aquel que los llama» (Gá 5:7-8). En esencia, Pablo insta a los lectores de su carta a mirar a su alrededor y preguntar: «¿De quién estoy escuchando esto? ¿Quién me está persuadiendo para que crea esto?». Es posible que los cristianos de Galacia hayan notado que estas ideas antievangélicas fueron instigadas o reforzadas por un amigo. Pablo termina esta sección de su carta con una severa reprensión y un llamado a los cristianos de Galacia a liberarse de estas ideas antievangélicas y abrazar la verdadera libertad de la cruz (Gá 5:12-13).

Hay muchas normas inofensivas y asuntos de conciencia en nuestros grupos de amigos de hoy: el hecho de que tengamos tres amigos con el mismo suéter, que siguen los mismos blogs de comida o usen el mismo programa de ejercicios es bastante benigno. Pero ¿qué sucede cuando esos mismos amigos nos alientan a leer libros que predican un falso evangelio o a seguir a influencers que tuercen la verdad? ¿Qué sucede cuando nos dan consejos antibíblicos al enfrentarnos a un sufrimiento profundo o una decisión de vida difícil?

Para estos casos y otros más, necesitamos discernimiento. Podemos prestar atención a la advertencia de Pablo y darnos cuenta de que, aunque amamos a nuestros amigos y rara vez compartimos cosas los unos con los otros en un espíritu de malicia, aún los amigos pueden hacer daño. Nuestros amigos pueden impedirnos que seamos obedientes a Cristo, así como nosotros también podemos ser un obstáculo para su obediencia.

Sin ser demasiado suspicaces, cínicos o contrarios, podemos (en ciertas ocasiones y de manera razonable) dar un paso atrás y preguntarnos cómo nuestros amigos influyen en nuestras decisiones y doctrina.

¿Quién te está persuadiendo?

Fuimos creados para existir en comunidades específicas de amistad, para estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras (He 10:24). Estamos destinados a edificarnos unos a otros en Cristo, aconsejarnos y ayudarnos unos a otros a aplicar la sabiduría bíblica y a caminar en obediencia (1 Ts 5:11; Pr 15:22). Es un tremendo regalo tener amigos que aman a Jesús, caminan en el Espíritu y poder examinar la vida juntos, desde las decisiones sobre la iglesia hasta las discusiones sobre los padres que envejecen. Alabado sea el Señor por los amigos que nos permiten ser vulnerables, que se meten en la maleza con nosotros y que nos ayudan a avanzar hacia la piedad.

Necesitamos darnos cuenta de que aunque amamos a nuestros amigos… aún los amigos pueden hacer daño

En lugar de negar el poder de la amistad y su capacidad para dar forma a nuestras vidas, debemos ser conscientes de ello. Podemos pedirle a Dios que nos ayude a ver las cosas sobre las cuales estamos siendo persuadidos por los amigos y que nos ayude a discernir si estas son veraces, sabias y correctas para nuestras vidas. Tal como nos enseñó la escuela secundaria: no solo hagas lo que tus amigos hacen o creas lo que ellos creen.

Si bien ninguno de nuestros amigos terrenales es perfecto, podemos tener un Amigo eterno que lo es. Si somos verdaderos seguidores y amigos de Jesús, podemos escuchar su voz, ser persuadidos en la verdad y saber que aun cuando luchamos por evaluar la ayuda de nuestros amigos, hay gracia (Jn 15:14-15; Gá 5:8). Habla con el Señor. Compártelo todo. Deja que su voz resuene fuerte y deja que sus mandamientos guíen tus pasos. Con el amigo adecuado al timón de nuestros corazones, hoy podemos vivir con sabiduría en medio de nuestras amistades.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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