×

Cuando la luz del evangelio llega a nuestras vidas, somos completamente transformados. Vida eterna nos es dada, ¡podemos conocer al Señor (Jn 17:3)! Nuestra mente empieza a ser renovada en la Palabra y nuestros ojos son abiertos. Nuestra visión del mundo cambia de manera radical. Podemos ver a Dios y a las personas alrededor como realmente son, y vemos al Creador, que tiene cuidado de sus criaturas.

“Desde los tiempos antiguos, el Dios de la Biblia destaca entre los dioses de todas las demás religiones como un Dios del lado de los desvalidos, y de justicia para el pobre”. (p. 34)

Ese es nuestro asombroso Dios. En numerosos pasajes podemos ver cómo el Señor tiene un lugar en especial en su corazón por aquellos miembros de la sociedad que son más vulnerables que el resto. Además, Él demanda que sus hijos tengan ese mismo amor y suplan las necesidades de los pobres (cp. Pr. 31:8; Dt. 27:19; Jer. 22:3, 16; Sal. 33:5; Jer. 9:23-24; Lc. 14:12-13; Stg. 2:15-17).

Justicia generosa: Cómo la gracia de Dios nos hace justos

Justicia generosa: Cómo la gracia de Dios nos hace justos

Publicaciones Andamio. 252 pp.
Publicaciones Andamio. 252 pp.

Una perspectiva bíblica de la justicia social

En “Justicia generosa”, Tim Keller nos da una perspectiva ricamente bíblica sobre la justicia social. Cuando estudiamos de cerca el tema de la misericordia y la justicia en la Escritura, es difícil no sorprendernos de lo importante que es para Dios (Pr. 14:31).

Los cristianos solemos irnos a uno de dos extremos: ignoramos nuestra responsabilidad de hacer justicia con el pretexto de que el evangelismo es lo que realmente importa, o ayudamos a los desvalidos pero nuestras obras están completamente separadas del evangelio de Jesús.

Keller propone una combinación que es relativamente rara hoy en día, pero que es en realidad lo que enseña la Escritura: la justicia social brotará de un corazón transformado por el evangelio.

“Cuando el Espíritu nos capacita para entender lo que Cristo ha hecho por nosotros el resultado es una vida invertida en actos de justicia y compasión por el pobre”. (p. 19)

Una vez más, el correcto entendimiento del evangelio se traducirá en una vida que busca la justicia y la misericordia ¿Por qué debemos dar? No porque nos sentimos culpables de que otros no tienen nada, sino porque entendemos que todo lo que tenemos y aún lo que somos nos ha sido dado.

Un tejido completo

“Si miras a alguien sin los recursos adecuados y no haces nada al respecto, […] tu fe está ‘muerta’, no es la verdadera fe salvadora”. (p. 125)

La enseñanza es clara (Stg. 2:15-16). No cometamos el error de separar el evangelio de las obras; tienen su lugar, no son la causa de la fe sino su fruto.

Como Keller menciona en el capítulo 3, la teología de Jesús entreteje la moralidad privada y la justicia social como parte del mismo tejido. Cuando nuestro corazón es transformado de codicioso a generoso, nuestras manos serán abiertas para dar.

¿Decimos que amamos a Jesús? La actitud de nuestro corazón hacia los pobres revelará nuestra actitud hacia Cristo:

“‘Porque tuve hambre, y ustedes Me dieron de comer; tuve sed, y Me dieron de beber; fui extranjero, y Me recibieron; estaba desnudo, y Me vistieron; enfermo, y Me visitaron; en la cárcel, y vinieron a Mí.’ Entonces los justos Le responderán, diciendo: ‘Señor, ¿cuándo Te vimos hambriento y Te dimos de comer, o sediento y Te dimos de beber? ‘¿Y cuándo Te vimos como extranjero y Te recibimos, o desnudo y Te vestimos? ‘¿Cuándo Te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a Ti?’ El Rey les responderá: ‘En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron’” (Mateo 25:35-40).

Justicia generosa” nos confrontará con verdades bíblicas y nos hará considerar nuestra forma de ver al mundo y a los que tienen necesidad. ¿Realmente vivimos como el Señor nos enseñó? ¿Estamos conscientes de que nada nos pertenece? A medida que seamos conscientes de cómo la gracia de Dios obra en nuestras vidas, nuestras manos se moverán en obras de justicia que transformen nuestras comunidades, ¡para la gloria de Dios y su evangelio!

CARGAR MÁS
Cargando