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Cuando era adolescente, pensaba que podía llegar a algunos acuerdos con Dios. “Dios” oraría, “sacrificaré esto si tú me das esto otro”. En esa época creía que decir esto era increíblemente piadoso. Pensaba que la santidad significaba estar dispuesto a sacrificar cosas, pero solamente con la condición de recibir algo a cambio. Este es un acercamiento no bíblico en cuanto a la oración y al sacrificio.

En realidad, esta forma de pensar, la cual muchos comparten hoy, está en el corazón de cómo las religiones paganas entienden los sacrificios. Las personas se cortan a sí mismas, masacran animales, y se involucran en actos terribles de manera que su dios les muestre su favor dándoles algo a cambio. Es una transacción egoísta e interesada, la cual incidentalmente y por definición, contradice el propósito de los sacrificios. Los sacrificios hebreos, por otro lado, no se trataban de que Dios quisiera todas las mejores ovejas de Israel, sino del pecado de las personas y su necesidad de expiación.

La palabra sacrificio no es foránea entre los cristianos. Todos conocemos acerca del sistema sacrificial en el Antiguo Testamento. Todos sabemos acerca de los israelitas y cómo ellos tenían que preparar un cordero sin defectos para el sacrificio; que este cordero representaba al Cordero que vendría una vez y por todas para morir por el pecado.

Pero la pregunta permanece, ¿fueron los sacrificios de los hebreos lo mismo que los sacrificios de las naciones paganas que se encontraban alrededor de ellos?

Hebreo vs. pagano

La cultura hebrea no era la única en el antiguo Cercano Oriente que tenía un sistema práctico, sacrificial. En realidad, muchas culturas antiguas mataban animales en un intento por complacer a sus dioses. Usted puede, incluso, leer poemas sobre ellos. Los egipcios tienen un himno dedicado a Osiris; los babilonios tienen un himno titulado “Poema para el justo sufriente”; entre los mitos ugaríticos está el Mito de Baal y los sumerios tienen su himno real “El nacimiento de Shulgi en el templo de Nippur”.

Sin embargo, las similitudes entre los sistemas sacrificiales en las culturas del antiguo Cercano Oriente y los sacrificios de los hebreos son a lo sumo superficiales. De hecho, no podrían ser más diferentes.

Biblemesh (plataforma de aprendizaje interactivo de la Biblia) dice,

En contraste con el acercamiento de los paganos, el sacrificio hebreo representa la seriedad del pecado. No fue instaurado para satisfacer las necesidades de Dios, pues Él no carece de nada. En vez de esto, el Señor prescribió las ofrendas de animales para tratar con el corazón del hombre y su necesidad del perdón. Sin vidas piadosas que los respaldaran, los sacrificios eran repugnantes a Dios. De ahí pasajes como estos: “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22); “Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmo 51:16-17); “El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; mas la oración de los rectos es su gozo” (Proverbios 15:8); “Porque misericordia quiero, y no sacrificio” (Oseas 6:6). 

Cuando abordamos el asunto de los sacrificios en la Escritura, encontramos que es increíblemente diferente a los sacrificios en otras culturas. Incluso entre culturas más cercanas a nuestra época (en comparación a los grupos del antiguo Cercano Oriente), como los mayas. Estos habitaban en Guatemala, donde hay todavía rastros de su cultura y creencias, y ofrecían sacrificios a los dioses. Pero esto es muy diferente a los sacrificios en el Antiguo Testamento. Aquellos se practicaban para apaciguar a los dioses, ganar su favor, y no encaraban la seriedad del pecado en sus vidas.

El máximo sacrificio

En el Antiguo Testamento, Moisés estableció el sistema sacrificial. Los animales, que representaban a los pecadores, eran sacrificados como un reconocimiento de pecado y necesidad de perdón. Implicaba dependencia en Dios. Implicaba necesidad de expiación. El pecado debía tratarse y los sacrificios fueron la manera que Dios estableció para ello. En el Nuevo Testamento, se nos dice en Hebreos 10:4: que “la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”.

El sistema no es suficiente para la máxima expiación. Un máximo sacrificio es necesario para la máxima expiación. Isaías 53 nos da una imagen perfecta de la promesa del Cordero en quien la máxima expiación se lleva a cabo. En Cristo, los sacrificios concluyen y ya no son necesarios.

Los hebreos ofrecían sacrificios no porque estuvieran tratando de ganar algo más grande, sino porque sabían que su pecado debía ser expiado.

Permítame resumir estos pensamientos en algunos puntos:

  1. Los sacrificios hebreos no eran sobornos. Ellos (y usted) no pueden sobornar a Dios porque implicaría dos cosas falsas acerca de Él. La primera, que Dios es corrupto o al menos, corruptible. La segunda, que nosotros tenemos algo con lo cual podemos sobornarlo. No hay nada que no le pertenezca y no hay nada que pudiera corromperle para aceptar un soborno.
  2. Los sacrificios hebreos revelaban la seriedad del pecado. Los hebreos ofrecían sacrificios no porque estuvieran tratando de ganar algo más grande, sino porque sabían que su pecado debía ser expiado. Sabían que eran pecadores y los sacrificios eran el modo de tratar con el pecado.
  3. Los sacrificios hebreos revelaban su necesidad de perdón. Donde hay pecado, hay perdón. Los sacrificios no tenían la intención de simplemente mostrar el pecado de Israel, sino de ¡tratar con el mismo! Era necesario para restaurar la relación con Dios.
  4. Los sacrificios hebreos no eran para satisfacer las necesidades de Dios. Nuevamente, ellos (y usted) no estaban ofreciendo sus mejores corderos a Dios porque eran sus animales favoritos y estaba armando una bonita colección. Dios no necesita nuestros sacrificios. No son instaurados para su beneficio sino para el nuestro. Nosotros somos los que necesitamos de restauración.
  5. Los sacrificios hebreos revelaban su necesidad de confesión y arrepentimiento. Primero, reconocimiento de pecado; luego reconocimiento de la necesidad de perdón; después necesidad de confesión y arrepentimiento; los sacrificios estaban directamente relacionados al corazón del adorador y su relación con Dios.
  6. Los sacrificios hebreos apuntaban más allá de los mismos a un sacrificio máximo y de una vez por todas. Aquí es donde los sacrificios hebreos no podrían ser más diferentes que cualquier otra definición. Servían a un propósito mayor. Tenían un significado más grande. Ellos proveían una imagen del sacrificio de Cristo, después del cual no se necesitaría ninguno más.

Solamente al poner algún sentido dentro del significado hebreo de sacrificio, entonces podemos usar la palabra sacrificio apropiadamente hoy. Los sacrificios hebreos pueden haber sido la forma de expiación entonces, pero tenemos algo, o más bien, alguien mucho más grande que expió por nuestros pecados: Cristo.

Cristo es la muerte de los sacrificios y el nacimiento de la fe. A causa de su sacrificio, ya no estamos obligados a hacer sacrificios por nuestra expiación, además ¡nos habilita para sacrificar todo por Él porque no tenemos nada que perder cuando tenemos a Jesús! ¡Él pagó todo! Sí, la noción común pero desinformada tiene alguna traza de verdad, pero no lleva el peso completo de la misma hasta que Cristo aparece en el cuadro. ¡Sé cuidadoso al definir los términos aunque parezcan comunes!

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