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 “Necesitamos escuchar el evangelio todos los días porque todos los días lo olvidamos.” – Martín Lutero

Uno de los momentos más embarazosos de mi vida ocurrió durante una reunión con los ancianos de la iglesia a la que pertenecía cuando aún vivía en los Estados Unidos. Estaban discutiendo sobre mi capacidad y llamado como un pastor. La conversación se había convertido en una discusión de mis habilidades como expositor y ministro cuando de repente el pastor principal dijo, “Regresemos al corazón del asunto. Steven, ¿puedes articular el evangelio?”. Rápidamente respondí que sí y le presente el evangelio en mis propias palabras. “No, Steven” me respondió, “¿Puedes articular el evangelio con la Palabra?”. No sé si era por los nervios o por no haber llegado preparado, pero en ese momento, no pude pensar en un solo versículo que claramente articulaba el evangelio. Después de unos segundos medio tartamudeé: “Ju—Ju—Juan 3:16…”.

Al terminar esa reunión me sentí tan humillado. ¿Cómo iba a ser un pastor si ni podía recordarme de un solo versículo? Esa noche abrí mi Biblia y empecé a buscar versículos que contenían las palabras del evangelio. Y al leerlos me di cuenta de algo: regresar a la Palabra es la mejor manera de recordar el evangelio. Me sentía tan incompetente por no poder recordar unos versículos de la Biblia, pero cuando regresé a ella, me recordó que mi identidad no se basa sobre mi competencia, sino sobre la obediencia de Cristo. Al parecer, no solamente me había olvidado de unos versículos, ¡me había olvidado del mismo evangelio!

Todos somos amnésicos del evangelio. Profesamos creer en Cristo, pero lamentablemente, a veces actuamos como si creyéramos que la carga de nuestra salvación estuviera sobre nuestros hombros. Al igual que los israelitas, somos rápidos en olvidarnos de quién es Dios y lo que Él ha hecho por nosotros. Esto resulta en vidas que profesan amar a Dios, pero que en realidad sirven a otros dioses. Tal vez podamos articular el evangelio, pero nuestras vidas muestran que el evangelio no nos ha cautivado por completo.

Lo que muchos de nosotros olvidamos es que es imposible crecer en Cristo si te olvidas de cómo naciste en Cristo. Para el cristiano, la única manera de avanzar es ver hacia atrás, no a nuestro pasado, sino a lo que Cristo hizo en la cruz por nosotros. Recordar el evangelio es la manera en que crecemos en semejanza a Cristo.

La mejor manera de recordar el evangelio es al regresar a las Escrituras. En la Biblia, encontrarás luz en la neblina, calor en el invierno, y sombra en el desierto. En Su Palabra, el evangelio es reiterado una y otra vez para darnos aliento, recordarnos en Quién se encuentra nuestra identidad, y cuál es la razón de nuestro gozo.

Entonces, aquí hay 10 versículos que en una ocasión se me olvidaron. Oro que no te pasé lo mismo.

1. 1 Timoteo 1:15

Palabra fiel y digna de ser aceptada por todos: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, entre los cuales yo soy el primero.

2. 1 Pedro 2:24

El mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados.

3. Hebreos 4:15

Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino Uno que ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.

4. Isaías 53:5

Pero El fue herido por nuestras transgresiones,
Molido por nuestras iniquidades.
El castigo, por nuestra paz, cayó sobre El,
Y por Sus heridas hemos sido sanados.

5. Romanos 8:1

Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.

6. 1 Pedro 3:18

Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu.

7. 1 Juan 4:10

En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados.

8. Marcos 10:45

Porque ni aun el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y para dar Su vida en rescate por muchos.

9. Juan 3:16

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que cree en El, no se pierda, sino que tenga vida eterna.

10. 1 Corintios 15:3

Porque yo les entregué en primer lugar lo mismo que recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras…

 

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