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Todo pastor tiene un momento por el que se lleva las manos a la frente y piensa: «No puedo creer que haya predicado eso». El mío ocurrió cuando era un estudiante de diecinueve años en Rumanía, antes de haber tomado alguna clase sobre principios de interpretación bíblica. Me invitaron a predicar en la iglesia de un pueblo y elegí un pasaje que un amigo me había enviado recientemente como inspiración. Titulé el sermón «Buscando a Dios» y prediqué sobre Job 11:13-19:

Si diriges bien tu corazón
Y extiendes a Él tu mano,
Si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti
Y no permites que la maldad more en tus tiendas,
Entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha,
Estarás firme y no temerás.
Porque olvidarás tu aflicción,
Como aguas que han pasado la recordarás.
Tu vida será más radiante que el mediodía,
Y hasta la oscuridad será como la mañana.
Entonces confiarás, porque hay esperanza,
Mirarás alrededor y te acostarás seguro.

¡Qué hermoso pasaje sobre dirigir el corazón al Señor para recibir su bendición! ¿No es cierto? En mi entusiasmo, hice una breve exposición y llevé a la iglesia a través del texto, versículo por versículo.

El problema, por supuesto, era que mi sermón exponía el discurso de Zofar, uno de los tres amigos de Job, a los que Dios condena al final del libro. Era el mal amigo quien hablaba, dando consejos equivocados al hombre inocente que había sufrido tanto. Sin percatarme de lo que realmente ocurría en este texto de Job, prediqué el mensaje como si yo fuera Zofar, presentando una fórmula sencilla para abandonar el pecado y recibir el consuelo y la seguridad del Señor.

Mi peor sermón hasta ahora. Ningún otro se le compara.

Cuando el “versículo del día” puede traer confusión

Recordé ese momento de vergüenza hace poco cuando un lector me escribió sobre el «versículo del día» que recibía en su teléfono. En ocasiones, la aplicación presentaba versículos extraídos de los discursos de los amigos de Job, aquellos que no solo hablaron incorrectamente acerca de Dios, sino que también aumentaron el dolor de Job. Aquí hay un ejemplo:

Decidirás una cosa, y se te cumplirá,
Y en tus caminos resplandecerá la luz.

Es Job 22:28, pronunciado por Elifaz. El mensaje general de Job contradice lo que dice ese versículo. Seleccionarlo como versículo del día transforma el texto en poco más que un mensaje de pensamiento positivo que podría encontrarse en una galleta de la fortuna.

¿Es útil o perjudicial un versículo al día?

Esto me hizo reflexionar sobre los correos que nos llegan con el «versículo del día» y las selecciones del «versículo diario» en las aplicaciones de la Biblia. Hasta ahora, mi postura había sido principalmente positiva. Es mejor leer y meditar en un versículo de la Biblia al día que en ninguno, ¿verdad? ¿No es preferible animar a alguien que trata la Biblia como una vitamina a que desarrolle hábitos más sustanciales, en vez de que no tenga ningún contacto diario con la Palabra?

Cuando el sufrimiento irrumpe en sus vidas, las personas cuya lectura bíblica se limita a versículos en pequeñas dosis serán más propensa a desilusionarse

Ya no estoy tan seguro. Me he vuelto más cauteloso respecto a la eficacia de este enfoque, porque incluso cuando el versículo es verdadero en sí mismo (no algo tan escandaloso como lo dicho por los amigos de Job), el lector sin preparación podría ser desviado.

Cuando el versículo proviene de una declaración clara como Juan 1:1 —«En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios»—, puede ser un excelente punto de partida. Los lectores familiarizados con el Evangelio de Juan probablemente meditarán en esta declaración dentro de su contexto, contemplando la gloria eterna del Hijo de Dios, o tal vez siendo llevados a reflexionar sobre la encarnación, como se describe más adelante en el capítulo: el Verbo que se hizo carne y habitó entre nosotros.

De manera similar, un versículo como Mateo 5:3 —«Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el reino de los cielos»— evocará el Sermón del monte y quizás otras bienaventuranzas, esas características distintivas del pueblo del reino de Dios.

Pero para alguien que recién inicia su camino de fe, la práctica del «versículo del día» podría resultar más perjudicial que beneficiosa. Sin ayuda para interpretarlos, los versículos se consumen como si fueran un horóscopo o una galleta de la fortuna. El lector ocasional podría pasar por alto la ironía presente en una declaración de Eclesiastés, o malinterpretar el género literario y tomar un verso de Proverbios como una promesa específica para toda situación, en lugar de reconocerlo como una observación general sobre cómo funciona el mundo.

Más Biblia, más alimento

Me preocupa que los versículos inspiracionales fuera de contexto puedan inclinar las expectativas del lector inexperto hacia el evangelio de la prosperidad. Esto prepara a los nuevos creyentes para el fracaso.

La Palabra de Dios es un banquete, no un suplemento vitamínico ni una galleta de la fortuna

Cuando el sufrimiento irrumpe en sus vidas, las personas cuya lectura bíblica se limita a versículos en pequeñas dosis serán más propensa a desilusionarse. Probablemente desarrollarán una fe frágil, construida más sobre el bienestar emocional y las vibras positivas de «versículos diarios» que sobre el fundamento sólido de la soberanía y bondad de Dios reveladas en toda la Escritura, o la profunda enseñanza bíblica sobre la relación entre el pecado y el dolor.

Por eso ahora tengo mis reservas sobre el consumo de un «versículo del día», especialmente cuando el lector es alguien nuevo en la fe o principiante en las Escrituras. Me inclino más a desaconsejar esta práctica si es su único encuentro con la Palabra de Dios. En cambio, recomiendo otros recursos y hábitos que proporcionarán un sustento espiritual más nutritivo. La Palabra de Dios es un banquete, no un suplemento vitamínico ni una galleta de la fortuna.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Eduardo Fergusson.
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