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Cuando The Chosen se convierte en una tentación

Al observar el rostro sonriente y amable de Jonathan Roumie, me sentí incómoda. El actor que interpreta a Jesús en la serie The Chosen [Los elegidos] era diferente a todos los demás actores de Jesús que había visto. Para empezar, tenía el color de piel adecuado. Pero, además, su rostro transmitía al mismo tiempo una fuerza y una bondad que me captaba y atraía. Sentí la necesidad de recordarme a mí misma que no era Jesús, y ese pensamiento me hizo reflexionar.

Felicito a Jonathan Roumie por transmitir estos atributos de Jesús tan bien. Del mismo modo, los demás actores de The Chosen hacen un trabajo magnífico al representar a sus personajes de forma convincente. He oído a muchos cristianos decir lo mucho que disfrutan y se identifican con ellos, y estoy de acuerdo. ¡Por fin hay una interpretación cinematográfica creíble de la vida y el carácter de Jesús y Sus discípulos!

¿Por qué, entonces, esta sensación persistente de inquietud?

Otros han escrito sobre los méritos de The Choseneste artículo en particular es útil— y no discuto ninguno de ellos. De hecho, estoy de acuerdo en que «si The Chosen nos ayuda a recordar esa esperanza [que Jesús ofrece], o la introduce a algunas audiencias por primera vez, entonces solo eso es motivo para que animemos su éxito y la compartamos con otros». Sin embargo, al reflexionar sobre la intranquilidad en mi corazón, finalmente llegué a una conclusión. A pesar de sus méritos, esta serie representaba una tentación para mí.

El poder de los sentidos

Es indiscutible que los medios audiovisuales tienen una capacidad única para evocar emociones y respuestas fuertes. Mientras veía la primera y la segunda temporada de The Chosen, no es de extrañar que me sintiera conmovida por las historias de los discípulos que dejaban su antigua vida para seguir a Jesús. De la misma manera, hay aspectos del propio Jesús que me provocaron reacciones muy fuertes al ser retratados. Por ejemplo, hay una escena en el episodio tres de la segunda temporada en la que Jesús regresa al campamento a altas horas de la noche después de pasar el día sanando a una multitud de enfermos. La imagen de Jesús totalmente agotado por su servicio desinteresado (especialmente en contraste con las discusiones de los discípulos) es conmovedora. No hay nada como ver las expresiones faciales de dolor y el lenguaje corporal o escuchar un tono de voz cansado, suspiros y gemidos para producir simpatía por la situación de otro. Me sentí nuevamente atraída por Jesús y queriendo adorarle por estar dispuesto a sufrir por nosotros.

La Escritura es el único lugar completamente confiable al que podemos acudir para encontrar al Jesús verdadero

Pero me hizo pensar. ¿Era realmente el Jesús verdadero al que yo estaba respondiendo? Y si así era, ¿por qué respondía con mucha más fuerza a esta escena que a los versículos de la Palabra de Dios que hablan de la fatiga a la que Jesús estuvo sometido (como Jn 4:6, Mr 6:31, Lc 8:23 y Sal 69:3)?

La primera pregunta es difícil de responder, y volveré a ella. Pero la segunda me parece más sencilla. Una representación audiovisual del concepto de fatiga humana hace todo el trabajo duro por nosotros. Los productores han tomado una realidad de la que nos habla la Biblia —que Jesús se cansó— y han demostrado a nuestros sentidos cómo podría haber sido. Al verlo así, nos resulta muy real y provoca una respuesta casi visceral. Así es como nuestros sentidos están diseñados para funcionar.

El desafío de las palabras    

Las palabras, en cambio, presentan conceptos a nuestras mentes más que a nuestros sentidos. Leemos que «Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo» (Jn 4:6), y tenemos que pensar en ello para comprender qué significa. Si queremos estimular una respuesta del corazón, tenemos que imaginar lo que es estar cansado y luego conectarlo con la idea asombrosa de que el Creador del universo condescendió a experimentar esa fragilidad humana.

Aquí radica el riesgo. Nuestros sentidos físicos hacen que sea mucho más fácil responder con el corazón a una representación de Jesús en una pantalla. Es mucho más difícil obtener una respuesta similar a partir de las palabras escritas de la Escritura. Esto significa que es muy probable que tengamos una respuesta más fuerte a la representación audiovisual de Jesús que a Jesús tal y como se nos presenta en la Biblia.

Respondiendo al Jesús verdadero

Lo que me lleva de nuevo a la primera pregunta que me hice. Cuando respondo a Jesús tal y como se retrata en The Chosen, ¿estoy respondiendo al Jesús verdadero? Puede que sí. En la medida en que mi respuesta se relaciona con los atributos de Jesús establecidos por la Biblia, creo que sí. La fuerza y la bondad que vi en el rostro de Jonathan Roumie me remitieron a esas mismas cualidades que aparecen en Jesús en las Escrituras. Del mismo modo, la escena que representa el cansancio de Jesús me ayudó a comprender la idea bíblica de Su condescendencia con la fragilidad humana.

El problema para mí era que no solo funcionaba en esa dirección (apuntándome a las Escrituras). Lo que me resultaba inquietante era la forma en que las imágenes de la serie empezaban a reproducirse en mi cabeza cuando leía ciertas historias de la Biblia. En algunos lugares, la serie se había apoderado de mi respuesta imaginativa a la palabra escrita. Mi capacidad para meditar sobre las historias y formar mis propias ideas se había visto seriamente afectada. De hecho, las emociones fuertes que experimenté en conexión con la forma en que The Chosen las interpretaba hicieron que una parte de mí ni siquiera quisiera hacerlo.

Estoy segura de que es obvio que eso presenta un problema serio. Nuestra respuesta a Jesús debe provenir principalmente de la lectura de Su Palabra, ya que es el único lugar completamente confiable al que podemos acudir para encontrar al Jesús verdadero. Así que cuando me di cuenta de la propensión de mi corazón a estar más fuertemente influenciado por The Chosen que por las Escrituras, tuve que tomar la decisión de dejar de ver la serie. La tentación era simplemente muy fuerte como para no tomarla en serio.

¿Dónde encajas tú?

¿Cuál es entonces el propósito de que escriba sobre esto? Reconozco que se trata de mi propia experiencia, y no puedo suponer que todos los demás tengan la misma. Tal vez, para aquellos que tienen poco o ningún conocimiento del Jesús bíblico —o para quienes han visto distorsionadas sus impresiones sobre Él por otras tradiciones humanas— The Chosen podría ser una forma útil de volver al Jesús de las Escrituras. Quizá otros puedan disfrutar de los aspectos beneficiosos de la serie sin que esta domine su imaginación cuando se acerquen a la Biblia.

Parte de la humildad consiste en reconocer nuestras debilidades y ajustar nuestras vidas para corregirlas por amor a Cristo

Sin embargo, estoy segura de que hay otras personas como yo a las que les resultará más difícil dejar atrás esas imágenes tan poderosas. Al fin y al cabo, «no [me] ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres» (1 Co 10:13). Así que quiero plantear algunas preguntas y una cita a mis lectores como una especie de prueba decisiva para terminar.

Primero, ¿qué impacto ha tenido ver The Chosen en tu forma de ver a Jesús tal y como se presenta en la Biblia? ¿Ver la serie te ha ayudado a reflexionar profundamente sobre el significado de los relatos de los evangelios para ti? Segundo, ¿has sido capaz de mantener la suficiente distancia emocional con la serie como para rechazar cualquier interpretación que pueda estar en desacuerdo con las Escrituras? ¿Has logrado reconocer que los elementos especulativos son exactamente eso?

Espero sinceramente que otros sean más fuertes que yo en esta área. Si tú lo eres, y mi experiencia no resuena contigo, me alegra. «Dichoso el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba» (Ro 14:22).

Pero para aquellos que no lo son, permítanme decirles que está bien. Parte de la humildad consiste en reconocer nuestras debilidades y ajustar nuestras vidas para corregirlas por amor a Cristo. Esto se conoce como la práctica de la vigilancia. Como dijo el puritano Richard Rogers: «Debemos contentarnos con que se nos trate como a niños, a los que no se permite manejar o jugar con cuchillos; o como a quienes tienen demencia, que se les evita la ocasión de hacerse daño» (Holy Helps for a Godly life [Ayudas santas para una vida piadosa], p. 42). Cómo se ve ese cuchillo probablemente varía según la persona; el punto es que, una vez que descubrimos uno, la sabiduría dicta que lo guardemos en la alacena.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition: Australia. Traducido por Equipo Coalición.
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