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Estuvo perdida por 17 años.

De vez en cuando hurgaba en el ático de la casa de mis padres o buscaba en varias gavetas, tratando de encontrar una vieja cinta de video que contenía ocho episodios de una comedia que creé y filmé con la ayuda de mis hermanos y algunos amigos de la iglesia.

Hace veinticinco años transformamos la mitad de mi habitación en una sala de estar para un programa de televisión, escribimos y distribuimos guiones, grabamos un tema musical y aun incluimos una pista de risa. The Room (La habitación) no fue nuestra primera producción; fue la culminación de varios años de creatividad que ya habían generado múltiples programas de radio inspirados en las antiguas comedias radiales.

La creatividad infantil

Empecé a grabar cuando tenía 12 años. Mi equipo mejoró con el paso de los años: primero un boom box, luego un mezclador para múltiples casetes.

En un período de dos años, mi vecino John y yo grabamos más de 100 episodios de The Trevin and John Show (El show de Trevin y John). Hicimos un programa derivado protagonizado por mi hermano llamado Herbert (en el que interpretó a un adorable nerd con una voz aguda y la personalidad de Steve Urkel).

Hicimos un programa que incluyó a mi hermana como una joven viuda con niños (They Love Kelly) y luego más de cuatro docenas de episodios de The Trevin Show (El show de Trevin), que duró dos «temporadas» e incluyó múltiples cambios de personajes y arcos narrativos. Al final, este programa contó con la participación de todos mis hermanos, mis padres, mis primos e incluso algunos de mis amigos de la iglesia como actores de doblaje, a veces contrastados con una partitura musical. Cuando tenía 14 años, nos habíamos graduado en «radio hablada» y produje un programa con mi hermano donde él interpretaba el papel de un inglés («Jet Davis») que hablaba sobre los acontecimientos políticos de mediados de la década de 1990.

Pero la cumbre fue The Room. ¡Ya estábamos en video!

El hallazgo

Un fin de semana de octubre cuando murió mi abuelo, encontré la cinta de video que asumimos habíamos perdido para siempre. Compré algunos equipos para digitalizar el audio y el video. Una semana después, la familia hizo una «fiesta» para verla junto con mis hermanos y sus hijos, todos emocionados de echar un vistazo a la creatividad de nuestra infancia.

Al ver The Room después de todos estos años y notando que la calidad del audio y video no era tan buena, me pregunté cuánto más pudimos haber hecho si el iPhone hubiera estado disponible cuando éramos niños. Llegamos 15 años muy temprano como para beneficiarnos de la revolución de los teléfonos inteligentes.

Por otra parte, me pregunto si tener iPhones nos habría impedido crear esos programas en primer lugar. Aun entonces, la mayoría de mis amigos estaban demasiado ocupados jugando Super Nintendo o Nintendo 64 para molestarse en escribir guiones, grabar programas o crear personajes e historias. Mi familia disfrutaba de los videojuegos en los días lluviosos, pero la mayor parte de nuestro tiempo libre (especialmente el verano) lo pasábamos al aire libre o en actividades creativas.

¿Perdiendo la creatividad de la infancia? 

Hoy en día, el teléfono inteligente hace posible una mayor creatividad en las manos de un niño que antes. Pero ¿resulta en una producción creativa?

Algunas veces.

Me maravillo de los mundos que mi hijo crea en Minecraft. Disfruto jugando los niveles que hacen mis hijos en Super Mario Maker.

Pero la mayoría de las veces, el teléfono inteligente parece más una droga que drena la creatividad de la próxima generación. Pasas junto a los niños pequeños en el carrito de la compra del supermercado, ajenos a su entorno, cautivados por un iPad. La próxima vez que estés en un semáforo, mira a las personas en los automóviles que te rodean y es probable que veas adultos, adolescentes y niños con las caras iluminadas por el suave resplandor de sus dispositivos. Peor aún, puedes encontrar al conductor enviando mensajes de texto.

Por supuesto, podemos estar agradecidos por todo lo bueno que la tecnología actual hace posible. Las capacidades de estos dispositivos nunca dejan de sorprendernos.

Pero ¿qué pasa si, en lugar de depender de la tecnología para el desarrollo creativo, estamos atrofiando el crecimiento imaginativo de la próxima generación? ¿Qué pasa si los horizontes  infinitos disponibles en la pantalla del iPhone nos impiden explorar el horizonte del mundo que nos rodea o aprovechar las profundidades de nuestra creatividad?

¿Disfrutará la próxima generación de recuerdos de una torre imaginaria en el patio, conocerá la emoción de navegar por el arroyo después de una tormenta eléctrica o las historias de reinos imaginarios con sus guerras, castillos y los anales del reinado de cada rey?

La creatividad no ha desaparecido; todavía está presente en los videos ingeniosos de TikTok o en los momentos de Instagram que entretienen o educan. Nunca ha sido tan fácil crear y consumir contenido.

Pero aun si el teléfono inteligente nos permitiera hacer más que antes, me pregunto si las condiciones culturales reprimen la creatividad porque recurrimos al teléfono como la solución para el aburrimiento. ¿Hemos eliminado lo que Todd Henry llama «espacio negativo»? Henry escribe:

«El tiempo entre tus momentos activos es cuando se forman las ideas, se adquieren conocimientos, se forjan conexiones mentales. Si tu vida es una confusión constante de actividad, concentración y obligación, es probable que pierdas avances críticos porque no tendrás el beneficio de marcar el ritmo y el espacio negativo. Lo que no está ahí tendrá un impacto en tu vida tanto o más que lo que sí está».

El aburrimiento no es un problema, sino una condición para la creatividad.

¿Cuántos escritores potenciales nunca intentarán crear una historia de aventuras?

¿Cuántos músicos potenciales nunca se sentarán al teclado para tocar una nueva melodía?

¿Cuántos constructores potenciales nunca construirán una fortaleza o una casa en el árbol?

¿Cuántos niños crecerán sin haber realmente observado el mundo que los rodea, porque han sido absorbidos por el mundo más pequeño de la pantalla frente a ellos?

Padres, por el bien del arte que el mundo está esperando, por el bien de la salud mental y emocional de la próxima generación, por el bien de las imaginaciones llenas de diversión que hacen que los años de la niñez sean un placer, por favor limita el acceso que sus hijos tienen a su teléfono inteligente.

Te lo agradecerán más tarde. Además, ellos disfrutarán contigo para siempre del fruto de la creatividad en su niñez.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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