Tengo un trabajo seguro que paga mis cuentas. Cuando empecé en este trabajo, lo disfrutaba. Pero desde hace poco empezaron a aterrorizarme los lunes. ¿Qué puedo hacer?
Todos hemos pasado por esto, ¿verdad?
Quizá actualmente tengas el trabajo que tanto anhelabas, por el que incluso orabas, y no veías la hora de empezar, pero ahora sufres del terror dominical. Te levantas arrastrándote de la cama el lunes por la mañana, solo para contar los días que faltan para el viernes.
O tal vez estés en un trabajo que realmente no querías, el cual tomaste por necesidad con la esperanza de encontrar algo diferente en poco tiempo, pero no lo has encontrado.
Entonces, ¿qué haces cuando ya no te emocionas por ir a trabajar?
1. Diagnostica la intranquilidad
Puedes empezar identificando en oración por qué te cuesta disfrutar de tu trabajo, incluso hablarlo con creyentes sabios que te conozcan bien. Podría haber razones legítimas para tu intranquilidad a través de las cuales Dios te convence para salir o te dirige para que te vayas. ¿Tu trabajo es moralmente malo o sirve a algún propósito contrario al buen diseño de Dios? ¿Te sientes cada vez más atraído a otro campo que empata mejor con los dones de Dios para tu vida?
Por otro lado, puede que haya fuentes de intranquilidad que tengas que superar descansando en quién es Dios y Sus propósitos eternos para tu trabajo terrenal. ¿Estás aburrido? Quizá el Señor te esté llamando a perseverar en lo rutinario. ¿Tal vez estás resentido por una falta de reconocimiento, de aplausos o de un ascenso? A lo mejor tengas que humillarte bajo la poderosa mano de Dios, sabiendo que Él te exaltará a su debido tiempo (1 P 5:6).
Puede que haya fuentes de intranquilidad que tengas que superar descansando en quién es Dios y Sus propósitos eternos para tu trabajo terrenal
¿No quieres trabajar tan duro? Quizás necesites apartarte de la tentación de la pereza y tomar el camino de la diligencia: no un camino que idolatre el trabajo, que busque la autoestima en los logros o que desobedezca los mandamientos de descansar, sino un camino que lleve con gratitud el yugo fácil y ligero de Cristo (Pr 6:6; Mt 11:30).
2. Recuerda tu porqué
¿Todavía recuerdas tu primer día de trabajo? ¿Recuerdas tu solicitud de empleo, las entrevistas o cuando averiguaste por primera vez sobre el puesto? ¿Por qué lo buscaste o lo aceptaste? ¿Era el trabajo de tus sueños, pero ahora que se ha desvanecido el glamur de la novedad lo das por sentado? ¿Alguna vez lo viste como una provisión por la que alabaste a Dios después de orar con desesperación?
Quizá el Señor necesite llamarte nuevamente al propósito y la gratitud. En lugar de murmurar o quejarnos (Fil 2:14), debemos dar gracias en toda circunstancia (1 Ts 5:18), incluso por nuestros trabajos, los cuales muchos probablemente aceptarían con gusto.
3. Considera el porqué de Dios
Más allá de tu propio porqué, considera cómo Dios puede estar utilizando tu trabajo para Sus buenos propósitos. Tal vez «solo» trabajes en un restaurante, un lugar donde Dios puede nutrir cuerpos y almas a través de tu servicio. Tal vez «solo» trabajes en un campo de golf, un lugar donde las personas pueden disfrutar de la hermosa creación de Dios que habla de Su gloria. Quizá «solo» trabajes en un consultorio médico, un lugar en el que puedes reflejar la obra de nuestro misericordioso Sanador, que un día abolirá la enfermedad y la muerte.
Confía en que Dios puede ser glorificado en cualquier trabajo que hagas con todo tu corazón como si fuera para Él
Como mínimo, siempre estaremos rodeados de personas a las que podemos animar, servir y apuntar hacia la verdad. Cada día está lleno de oportunidades para ver como Dios ve y amar como Él ama. A todos nos vendría bien una afirmación de lo que estamos haciendo bien. A todos les vendría bien tener recordatorios (o introducciones) de la Palabra de Dios. A todos les vendría bien recibir un cuidado compasivo en las dificultades. A todos les vendría bien tener un ejemplo de integridad, humildad y fidelidad en el lugar de trabajo.
Tus alumnos, colegas o clientes pueden ser tu campo misionero único y designado por Dios: personas en cuyas historias Dios te está convirtiendo en un personaje fundamental para el evangelio. Esto por sí solo le confiere una emocionante realidad misionera a tu trabajo.
En todas estas cosas, confía en que Dios puede ser glorificado en cualquier trabajo que hagas con todo tu corazón como si fuera para Él, y en que ninguna labor para el Señor jamás será en vano (Col 3:23; 1 Co 15:58).
4. Ponte el objetivo de disfrutar
A lo largo de la mayor parte de la historia, las opciones profesionales no eran tan amplias como lo son hoy en día. Para muchas personas, no había (y todavía no hay en la actualidad) ninguna opción. Pero, aun así, el maestro de Eclesiastés te invita a salir de tu desánimo para encontrar el disfrute en todo tu duro trabajo durante esta breve vida bajo el sol (Ec 5:18-20).
No te dice que esperes pasivamente a que te llegue el sentimiento de disfrute. Te dice que lo busques. A pesar de todo lo que no es ideal en tu ocupación en este mundo caído, ¿qué puedes encontrar para estar agradecido e incluso disfrutar?
5. Observa y trabaja
En medio del descontento, mientras sigas en tu puesto, continúa sirviendo fielmente mientras abres tus oraciones, tu atención y tus esfuerzos a la posibilidad de un nuevo capítulo. Participa en conversaciones. Explora las habilidades que quieres desarrollar. Presenta tu solicitud para otros roles que podrían encajar bien contigo. Busca el consejo de personas dignas de confianza que te conozcan bien y te digan la verdad.
A pesar de todo lo que no es ideal en tu ocupación en este mundo caído, ¿qué puedes encontrar para estar agradecido e incluso disfrutar?
Pero, mientras lo haces, no descuides el trabajo que se te ha encomendado hoy. Corre con todas tus fuerzas hasta la meta, por muy lejos que esté. Y recuerda que a aquellos que son fieles en lo poco, se les puede confiar mucho (Lc 16:10).
Podría ser que las relaciones que tienes hoy en tu lugar de trabajo te conecten algún día con la próxima tarea que Dios tiene para ti, como lo hizo el copero con José cuando estaba en la cárcel (Gn 40-41). Podría ser que tus responsabilidades actuales sean un campo de entrenamiento para las habilidades y la experiencia que necesitarás en tu próximo rol, así como el pastoreo de David lo preparó para enfrentarse a Goliat (1 S 17). Podría ser que tu línea de trabajo esté forjando en ti la visión y el carácter que necesitarás para lo que viene, así como los discípulos de Jesús fueron preparados como pescadores para que fueran pescadores de hombres (Mt 4:19).
Mientras esperas que Dios aclare tus próximos pasos, sé un fiel mayordomo de lo que Él te ha confiado mientras mantienes tus ojos fijos en Él.