¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Una de las mayores alegrías de mi vida es ser testigo del poder del evangelio en dar nueva vida a los que me rodean. Recuerdo la primera vez que conocí a Ron en una cafetería local. Aunque Ron no había ido a la iglesia por mucho tiempo, había estado asistiendo a nuestros servicios los domingos por la mañana, y le sorprendió que había encontrado una experiencia significativa en la iglesia. Ron tenía muchas preguntas acerca de la fe cristiana, entonces hicimos una cita para reunirnos y tomar una taza de café. A primera vista, Ron mostró muchos atributos atractivos de una carrera exitosa en ventas. Ron era amable y confiado. Sus años de trabajo habían hecho sus habilidades sociales y relacionales en una competencia de gran nitidez, pero mientras que hablábamos más, Ron transparentemente comenzó a revelar más sobre las corrientes turbulentas en su vida.

Ron había experimentado el dolor de dos matrimonios fracasados y un sentimiento cada vez mayor de descontento y desilusión en su mundo corporativo. Él estaba buscando sabiduría y orientación sobre cómo vivir bien. Quería saber lo que era la fe cristiana y cómo se conecta con el mundo real de su vida desordenada y el ambiente competitivo de su trabajo. Durante los próximos meses, Ron y yo nos reunimos varias veces, y compartí las buenas nuevas del evangelio con él. Tuvimos una conversación sobre cómo el evangelio nos transforma desde adentro hacia fuera. También conversamos acerca de cómo el evangelio nos da una nueva forma de ver el mundo, nuestra vida y nuestro trabajo. Ron y yo hablamos mucho sobre cómo la fe cristiana penetra toda la vida y cómo conecta lo que profesamos creer el domingo y lo practicamos en nuestro trabajo el lunes.

La historia de la nueva creación de Ron

Ron parecía realmente sorprendido cuando empezó a entender que la fe cristiana, bien entendida, no solo trae propósito y significado, sino también una coherencia integral a toda la vida. Como el descubrir el código de ADN, descubrir el evangelio ha desbloqueado el código de la realidad. El evangelio le dio sentido de la vida. Nunca olvidaré la mirada de alegría en los ojos de Ron mientras contemplaba la verdad de que la fe cristiana no se trata de ser lo suficientemente bueno para ser aceptado por Dios. A lo largo de su vida, él había pensado que el cristianismo se trataba de ser lo suficientemente bueno para que Dios permitiera a una persona entrar al cielo. Ahora Ron se dio cuenta de que el evangelio lo llama a poner su confianza en lo que Jesús había hecho por él en la cruz. No había ninguna manera de ganar una posición correcta delante de un Dios santo; la salvación es un regalo que él iba a recibir en arrepentimiento y fe.

Al día siguiente, Ron vino a mi oficina. Después de ponernos al día brevemente, Ron me dijo que ahora entendía el evangelio y quería ser un cristiano. Le pregunté si estaba seguro de hacer un compromiso tan importante. Ron asintió. Nos arrodillamos y Ron aceptó a Cristo como su Señor y Salvador personal. Durante las siguientes semanas y meses, empecé a ver la evidencia del poder transformador del evangelio en la vida de Ron. El amor que Ron tenía por Cristo y el fruto del Espíritu eran cada vez más evidente. El compromiso de Ron en su matrimonio fue fortalecido. Aunque los problemas muy reales de cada día en su trabajo no cambiaron inmediatamente, la actitud de Ron hacia su trabajo cambió profundamente. Ahora vio que el trabajo importaba y abrazó a su trabajo con una renovada pasión y creatividad. Debido a que las cosas en su alma estaban en un mejor lugar, Ron estaba más enfocado en el trabajo. Él tenía una tranquilidad nueva y una confianza nueva en el lugar de trabajo. Veía a sus compañeros de trabajo a través de los lentes de la gracia común, afirmandoles y realmente buscando su éxito y superación. El evangelio no sólo hizo a Ron una persona más integral, sino que también lo hizo un mejor empleado.

A veces pensamos profundamente sobre nuestro trabajo sin pensar profundamente sobre el evangelio. Pero en realidad no hay buenas nuevas sobre nuestro trabajo sin las buenas nuevas del evangelio. Porque el evangelio es el poder transformador que nos cambia. Gustaf Wingren hace este punto importante: “Solo el evangelio, no la vocación de uno, puede quitar esa sentencia de juicio contra el corazón pecaminoso y dar paz a la conciencia”.

Los hijos pródigos

En el Evangelio de Lucas, Jesús cuenta una historia no de un sirviente doméstico que huyó, sino de un hijo que huyó. Huir de la familia no es un asunto pequeño, por supuesto. Antes de salir corriendo a un país lejano, este hijo pródigo hizo lo impensable. Él deshonró a su familia y exigió de su padre su parte de la herencia familiar. Sin embargo, el padre misericordioso concede los deseos de su hijo. El joven se fue, abrazando una vida de autoindulgencia, inmoralidad y pereza. Con el tiempo, el hijo necio desperdició todas las ganacias de su padre y, finalmente, se quedó con nada. Después de caer hasta el fondo, un hijo pródigo arrepentido regresó a los brazos amorosos de su padre que estaba esperando por él. Su padre hizo una fiesta para él y, con gracia lujosa, recibió a su hijo en la familia.

Pero antes de celebrar el regreso del hijo pródigo, debemos recordar que las buenas nuevas de Jesús no terminan aquí. Hay otro hijo en la historia de Jesús. Mientras que el hijo menor era perezoso, el hijo mayor era un buen trabajador en la casa. Sin embargo, ambos hijos estaban separados de su padre amoroso.

El hermano mayor se quedó en casa, siguió las reglas, y obedientemente trabajó duro. A pesar de que no había dejado físicamente la casa, el hermano mayor había dejado el corazón de su padre. Había trabajado duro, pero su trabajo no estaba conectado a una relación amorosa con su padre. La tragedia de las buenas nuevas de Jesús es que mientras que el hermano menor estaba perdido y luego fue encontrado, el hermano mayor no se dio cuenta o se negó a admitir que estaba perdido y nunca fue encontrado. Tim Keller reflexiona sobre esta impresionante historia: “Jesús, el narrador, deja deliberadamente al hermano mayor en su estado alienado. El hijo malo entra en la fiesta del padre, pero el hijo bueno no lo hace. El amante de las prostitutas se salvó, pero el hombre moralmente recto sigue perdido”.

Una vida de trabajar duro —aunque sea noble— sin una relación con el Padre demuestra ser vacía, sin sentido y sin esperanza. El hermano mayor realmente estaba trabajando por sí mismo. Un objetivo lamentable y trágico. El trabajo que hacemos no nos va a ganar el favor de nuestro Padre. Sin embargo, como nuevas criaturas en Cristo, transformadas desde adentro hacia afuera, somos capaces de volver a hacer el trabajo para el cual fuimos creados.


Publicado originalmente para The Gospel Coalition. Traducido por Jonathan Pierson
Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando