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Nota del editor: 

Este es un fragmento adaptado del libro Escatología práctica (Poiema Publicaciones), que estará disponible en febrero del próximo año.

Los siete sellos, las siete copas y las siete trompetas que menciona Apocalipsis son símbolos del juicio final de Dios sobre las naciones. Cada uno de estos símbolos está debidamente identificado en Apocalipsis y podemos conocer qué representan. Pero antes de seguir, permíteme hacer algunas aclaraciones de interpretación bíblica.

Cuando leemos Apocalipsis, encontramos un panorama de eventos que abarca desde la primera venida de Jesús hasta su segunda venida. Este periodo también es conocido en la Biblia como “los últimos (o postreros) días”.

En lugar de leer este libro como un relato cronológico de eventos exclusivamente futuros, podemos leerlo como relatos cíclicos paralelos. Hay siete ciclos de visiones en el libro (en paréntesis el tema central de la visión):

  1. Capítulos 1-3 (las iglesias).
  2. Capítulos 4-7 (sellos).
  3. Capítulos 8-11 (trompetas).
  4. Capítulos 12-14 (dragón).
  5. Capítulos 15-16 (copas).
  6. Capítulos 17-19 (ramera).
  7. Capítulos 20-22 (nueva ciudad).

Como ejemplo del paralelismo dentro del libro que muestra su naturaleza cíclica, encontramos similitudes significativas en el séptimo juicio de los sellos, trompetas y copas. Relámpagos, voces, truenos, un terremoto y características de la segunda venida son descritas cada vez que se terminan los juicios. Considerando que la tribulación que lleva a la segunda venida es descrita como dolores de parto (Mt 24:8, Jn 16:21; 1 Ts 5:3), podemos ver que Apocalipsis muestra un cuadro parecido a este en donde cada serie de juicios representa una intensificación hacia el final:

Diagrama de los juicios de Apocalipsis

 

“El día del Señor”

Los profetas del Antiguo Testamento están llenos de profecías sobre “El día del Señor” en relación al juicio sobre los impíos y la liberación de los santos (Jl 2:32-3:1, 16b-21; Am 5:15, 18-20; Ab 15, 17; Sof 2:3; 3:11, 16; Zac 14). ¿En qué momento de la historia sucede “El día del Señor”? “El día del Señor” concluye “los últimos días” (comenzando en Hechos 2:16) como son descritos por Joel (Jl 2:30-31).

Las señales en los cielos son la señal y símbolo del juicio final de Dios sobre las naciones (Mt 24:29; Ap 6:12-14). Hebreos 12 ratifica la profecía de Hageo 2:6 y su cumplimiento final (He 12:26-27). Pero no debemos pensar en el juicio de Dios como un evento futuro solamente. El juicio de Dios se ha manifestado en este mundo desde que Adán y Eva fueron expulsados del huerto. Sus juicios se vieron especialmente contra el pecado de su propio pueblo escogido, Israel, en la historia del Antiguo Testamento.

Los siete sellos: Su significado en los Evangelios y Apocalipsis

En Apocalipsis encontramos que hay tres series de siete juicios (y una serie de juicios de truenos que se menciona en Apocalipsis 10:3-4). Los juicios de los sellos son descritos también por Jesús en Mateo 24 y sus pasajes paralelos del mismo sermón en los Evangelios sinópticos:

Diagrama de Louis A. Vos, The Synoptic Traditions y the Apocalypse(Kampen: Kok, 1965) p. 181-92.

 

Es importante ver que los capítulos 24 y 25 de Mateo tratan sobre dos juicios contra la incredulidad de las naciones. Primero, Jesús predice la destrucción del templo de Jerusalén que sucedió en el año 70 d. C., como juicio de Dios sobre la incredulidad de Israel, y como confirmación de la revelación del Mesías y su sacrificio perfecto (Dn 9:24-27). Después exponen el juicio sobre las naciones en la segunda venida.

Así como en la vida cristiana estamos experimentando “el ya y todavía no” de la redención (ya somos justificados del pecado y de su poder pero la victoria final contra el pecado y la muerte todavía son futuros), también el juicio de Dios tiene un “ya” (la destrucción del templo en Jerusalén) y un “todavía no” (el juicio de todas las naciones). El juicio de Dios ya comenzó, pero todavía no termina. Se irá incrementando “como dolores de parto” (Mt 24:8).

Todo el pasaje alterna entre estos dos juicios junto con las descripciones de lo que los acompañan (cuáles descripciones pertenecen a qué profecías es un tema de mucho debate y controversia). Sin embargo, apostasías, guerras y rumores de guerras, pestes, hambres, terremotos y persecución (Mt 24:6-12) son realidades que han existido siempre para la iglesia, y han llevado a muchos a especular que ellos son la última generación de cristianos antes del regreso de Cristo (dependiendo de la época y la parte del mundo donde se viva). Sin embargo, el juicio final por la incredulidad solo es la conclusión del juicio inicial de incredulidad sobre Jerusalén en 70 d. C.

Así que el énfasis de la profecía sobre los juicios de Dios deben interpretarse como juicios que siempre han existido pero que se intensificarán al acercarse el final de esta era.

Las siete trompetas y las siete copas en Apocalipsis

Como vimos en la tabla anterior, los sellos de Apocalipsis y las profecías de Jesús son paralelas en cuanto a la intensificación de juicios en la historia de la Iglesia. Pero las visiones de los juicios de Apocalipsis deben ser interpretadas como alusiones simbólicas del Antiguo Testamento. Estos juicios son simbólicos, porque la naturaleza del género literario apocalíptico es simbólico. Por ejemplo, encontramos que los juicios de trompetas y copas se basan en los juicios de las 10 plagas contra Egipto en Éxodo. El siguiente diagrama muestra algunos de los paralelos:

Diagrama tomado de Mark Wilson, Charts on Revelation (Grand Rapids: Krefeld, 2007) p. 80.

 

Nota que así como a pesar de los juicios contra Faraón y Egipto nunca resultaron en arrepentimiento genuino, los juicios de Dios en esta era nunca resultan en arrepentimiento de los seguidores de la bestia (Ap 9:20; 16:11).

El juicio de Dios descrito aquí sobre el pecado es un juicio parcial, solo para que la gravedad y las consecuencias del pecado sean evidentes. La enfermedad, los desastres naturales y la muerte son un recordatorio constante de que el pecado es serio para Dios y sus consecuencias son devastadoras. Pero cualquier dolor y tristeza causado por el pecado en esta era no es nada en comparación con la consecuencia final que traerá en el juicio final que concluirá esta era.

La proclamación del evangelio puede ser dulce o amarga

La misma predicación del evangelio representa juicio para los que lo escuchan y lo rechazan.  Este juicio es representado por el sabor amargo del librito que Juan come, que es paralelo a la experiencia de Ezequiel (Ap 10:9-10; cp Ez 2:8-3:3). La proclamación del evangelio es dulce para los que la reciben como un tesoro y es amarga para los que la rechazan para juicio. En toda la Biblia tenemos ambas realidades siendo experimentadas simultáneamente: salvación en medio de juicio (p. ej., Éx 11-15). En Apocalipsis encontramos ambas realidades expresadas para describir al Cordero como sacrificio y como Juez que condena, para describir la siega de la cosecha, redimiendo las primicias y pisando el lagar de la ira de Dios (Ap 5:6-12; 6:16-17; 14:4, 18-20).

Así que el juicio de Dios sobre el mundo va incrementando hasta que llegue el juicio final. Todos queremos justicia por cada crimen y cada injusticia cometida en la historia. Este es el anhelo y la oración de los santos en Apocalipsis 6:10, que encuentra su cumplimiento en la séptima trompeta. Pero al terminar los juicios, el templo de Dios será revelado para descender a la tierra como la Nueva Jerusalén, que significa que Dios habita con su pueblo para siempre (Ap 11:15-19).

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