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Tere es una mujer que ama al Señor y que, como toda creyente, lucha con su pecado. Ella ve en su corazón distintos patrones que desea cambiar porque sabe que deshonran a Dios, y afectan su vida y la de los demás. Tere está tratando, hace su mejor esfuerzo, piensa en cosas que debe dejar de lado y otras que tiene que comenzar a hacer; ella está decidida a cambiar.

Las cosas comienzan a mejorar un poco y Tere puede ver ciertos cambios en su vida. Sin embargo, en la medida que pasa el tiempo, todas esas áreas de pecado comienzan a resurgir y poco a poco Tere regresa a ese lugar en el que no quería volver a estar.

Puede que la historia de Tere se parezca a la tuya; definitivamente en muchas ocasiones se ha parecido a la mía. Hacemos, hacemos, y hacemos, pero el cambio en nuestra vida es como una ráfaga de viento que puede llegar, hacerse sentir por un momento, pero luego se va.

Una receta de tres ingredientes

En un artículo que escribí hace un tiempo hablé de que una de las razones de nuestra falta de cambio es la ausencia de la meditación en nuestras vidas; nuestra falta de contemplación del Señor y su Palabra. Hoy me gustaría añadir otra parte del proceso de cambio, relacionada a lo anterior, que solemos dejar afuera.

Efesios 4:22-24 nos enseña «que en cuanto a la anterior manera de vivir, ustedes se despojen del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos, y que sean renovados en el espíritu de su mente, y se vistan del nuevo hombre, el cual, en la semejanza de Dios, ha sido creado en la justicia y santidad de la verdad».

En este capítulo del libro de Efesios, Pablo nos habla de una nueva vida en Cristo y nos exhorta a que no caminemos como los que andan en la vanidad de su mente, separados de la vida de Dios por la dureza de sus corazones, porque nosotros no hemos aprendido a Cristo de esta manera. Luego de esto, Pablo expone cuál debe ser nuestra respuesta para vivir conforme a Cristo: despojar, renovar, y vestir.

Este pasaje nos habla de tres ingredientes, aunque nosotros solemos enfocarnos en solo dos de ellos: despojarnos y vestirnos. Se nos hace fácil tratar de dejar de hacer algo mal para tratar de comenzar a hacer algo bien, pero olvidamos la parte fundamental, aquello que marca la diferencia entre el legalismo y una transformación genuina: la renovación.

Sin renovación no hay cambio

Sin darnos cuenta, muchas veces buscamos el cambio en nuestras vidas de manera legalista, enfocándonos en lo externo y dejando de lado la renovación que nuestra mente necesita para que realmente podamos cambiar.

El conocido pasaje de Romanos 12:2 resuena con este llamado que vemos en Efesios, enseñándonos cómo la transformación viene a través de la renovación de nuestra mente. El despojarnos y vestirnos es parte y fruto de un proceso en el que nuestra mente va siendo transformada por la Palabra de Dios.

Las obras externas sin renovación interior no tienen poder contra los apetitos de la carne. En todo pecado o llamado a la obediencia de la Escritura hay una verdad mayor que debe estar impregnada en nuestras mentes; eso es lo que producirá como fruto el despojarnos y vestirnos.

Por lo tanto, al enfrentarnos al pecado en nuestras vidas necesitamos ir más profundo que lo que vemos a simple vista.

Las obras externas sin renovación interior no tienen poder contra los apetitos de la carne.

¿Luchas con el pecado de la mentira y el levantar calumnias contra otros? Para que tu mente sea renovada frente a este pecado debes buscar el principio bíblico que es la raíz para este cambio. El mismo libro de Efesios nos enseña que debemos dejar la falsedad y que debemos hablar verdad unos con otros, porque somos miembros los unos de los otros. Entonces, una de las verdades que me llevará a despojarme de la falsedad y vestirme de la verdad es entender que somos un solo cuerpo, miembros los unos de los otros (4:25).

¿Luchas contra la falta de perdón y misericordia hacia los demás? Efesios 4:31-32 nos enseña que estamos llamadas a ser misericordiosas y a perdonar así como Dios nos perdonó en Cristo. Nos despojamos de la ira, el enojo, la falta de perdón, y nos vestimos de amabilidad, misericordia y perdón, mientras renovamos nuestra mente con la verdad de que fuimos perdonadas en Cristo.

Necesitamos estar llenas

Para todo este proceso de renovación nuestra mente necesita estar llena de la Palabra de Dios, porque esta es la fuente de toda la verdad que necesitamos. A medida que nos exponemos a la Escritura de manera fiel y sistemática, nuestra mente va siendo llenada. Así nuestras vidas van siendo transformadas por la verdad de la Palabra y el poder del Espíritu Santo que mora en nosotras.

Como expone John Piper, «cuando tu mente está llena del amor de Cristo y con toda la plenitud de Dios, entonces el espíritu de tu mente se renueva y se libera del engaño del mundo. Y de esa mente renovada surgen nuevas actitudes, emociones y prácticas, y te visten de justicia y santidad. Y esta nueva persona en la que te conviertes es en verdad la creación de Dios mismo, y a Él pertenece toda la gloria por los siglos de los siglos. Amén».


LA PRE-CONFERENCIA «MUJER DE LA PALABRA» Y LA CONFERENCIA DE TGCW «LISTEN AND LIVE»  SE LLEVARÁN ACABO DEL 13-16 DE JUNIO DEL 2018, EN EL CENTRO DE CONVENCIONES DE LA CIUDAD DE INDIANÁPOLIS, ESTADOS UNIDOS. PUEDES REGISTRARTE O ENCONTRAR INFORMACIÓN ADICIONAL ACERCA DE ESTOS EVENTOS EN LOS SIGUIENTES ENLACES: CONFERENCIA / PRE-CONFERENCIA.
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