Esta es la carta del editor presentada en la sexta edición de nuestra Revista Coalición: La iglesia frente a la ideología de género. Te invitamos a descargarla haciendo clic en el enlace.
El mes de julio del 2015 mostró uno de los momentos icónicos de nuestra era secular. Bruce Jenner, célebre atleta olímpico estadounidense, se presentó al mundo como Caitlyn Jenner en la portada de la revista Vanity Fair, donde apareció en una fotografía con cierto aspecto femenino, con la ayuda de cirugías y edición fotográfica.
Por supuesto, permanecían rasgos masculinos innegables. De hecho, algo quedó oculto de manera extraña en la fotografía, lo que fue señalado por diversos comentaristas: Jenner tiene sus brazos hacia atrás, por lo que sus manos no se pueden ver. No necesitamos ser detectives para suponer por qué la imagen fue capturada así: existen cosas tan reales que jamás cambiarán, como el hecho de que las manos de un hombre suelen ser más grandes y gruesas que las de una mujer. Así, la fotografía no pudo evitar contener pistas de que hay algo falso en ella y de que la «transición» de Jenner no pudo ayudarlo en verdad.
Con todo, la portada se hizo viral como una celebración del movimiento transgénero en los principales medios de Occidente. Para muchos analistas, este fue el momento en que el movimiento salió a la luz pública como nunca antes. Finalmente se hizo llamativo y empezó a formar parte de la cultura general que nos rodea.
Nada de esto debió sorprender al observador cultural atento, pues el movimiento transgénero es hasta ahora la conclusión más evidente de la ideología de género, con sus raíces en el individualismo expresivo que antepone los sentimientos y los deseos del individuo por encima de la realidad misma. Además, tiene un impacto cada vez más grande en la política, en las universidades y en el mundo hispano en general.
Esta ideología afirma que nuestra «identidad de género» es independiente de nuestro sexo biológico. De acuerdo con ella, tu biología no determina si eres hombre, mujer o algo más. Eso lo determinas tú. Además, según la ideología de género, los conceptos «hombre» y «mujer» son solo construcciones sociales opresivas que deben ser desechadas para que el individuo pueda disfrutar su sexualidad en libertad, identificándose como le plazca y siendo reconocido como tal. Si estamos en desacuerdo con ella, nos dicen que somos ignorantes, intolerantes, transfóbicos, odiosos y más.
Hoy la ideología de género es promovida por toda clase de gobiernos, empresas, medios y organismos internacionales. No hay rincón en la sociedad donde no esté siendo impuesta cada vez con más presión. De hecho, pretende de manera especial moldear a nuestros hijos, trayendo daños irreversibles —en este lado de la eternidad— a las vidas y los cuerpos de quienes en su confusión y crisis de identidad abrazan su engaño.
No podemos ignorar cómo esta ideología atenta contra el diseño de Dios para nuestra humanidad, contra el significado de nuestro valor único como hombres y mujeres, contra la institución del matrimonio como uno de los pilares fundamentales para la sociedad, contra el crecimiento saludable de nuestros hijos, contra la libertad religiosa de la iglesia y contra mucho más. Las víctimas y la presión de esta ideología no paran de crecer, pero si amamos la verdad y a nuestro prójimo, no podemos callar al respecto.
Por esa razón, nuestra Revista Coalición busca invitarte con esta edición a profundizar en el tema, al presentarte algunos de nuestros escritos que lo abordan. Esperamos ayudarte a responder al desafío de la ideología de género de manera bíblica, valiente y compasiva. Nuestra oración es que estos recursos te animen a proclamar la verdad en amor a un mundo confundido, mientras confías en el Dios que nos diseñó de manera perfecta y nos satisface.
Sin importar cuán grande sea la presión de esta ideología, no olvidemos que la verdad está a nuestro favor para responder a la mentira. El ADN en nuestra sangre nos lo recuerda, al igual que las manos ocultas de Jenner.