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El teólogo René Padilla pasó a la presencia del Señor el 27 de abril de 2021, a los 89 años de edad en Argentina. Este reconocido teólogo latinoamericano nació en Quito, Ecuador, aunque vivió en diferentes países desde muy joven.

Entre 1953 y 1959 estudió Filosofía y Teología en Wheaton College, Illinois, donde obtuvo una maestría. En 1959 empezó a servir en América Latina con The international fellowship of evangelical students (Movimiento Estudiantil Universitario), lo que le permitió tener encuentros con estudiantes universitarios de Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador, quienes en ese momento estaban bombardeados con el marxismo e ideas revolucionarias.

Fue en esos años que surge la teología de la liberación y lo que fue la contrarrespuesta de lo que Padilla denominó misión integral: la obligación del cristianismo tanto de predicar el evangelio como de participar en el activismo social. En este período de su vida, René Padilla se casó con Catharine Feser, con quien tuvo cinco hijos. Chatarine falleció en 2009. Su segunda esposa se llama Beatriz Vásquez.

Junto a Orlando Costas (Puerto Rico) y Samuel Escobar (Perú), René Padilla formó la Fraternidad Teológica Latinoamericana (FTL). Consiervo y amigo de John Stott, Padilla colaboró en la formación de documentos claves del Movimiento de Lausana, entre los cuales se incluye el Pacto de Lausana de la ciudad del Cabo, Sudáfrica (2010).

Padilla también obtuvo un doctorado en Nuevo Testamento de la Universidad de Manchester. Junto al título de Padre de la Misión Integral, otras manifestaciones de su pasión por Cristo se vieron en su desempeño como pastor en la Iglesia Bautista de La Lucila, Argentina.

La Misión Integral

Para comprender mejor los aportes de René Padilla sobre la Misión Integral es importante identificar el recorrido histórico que describe el contexto en el que se dieron dichos aportes. Aunque este no es el lugar para tal recorrido, baste con ubicarnos entre dos eventos importantes: el Congreso Mundial de Evangelismo en Berlín en 1966 y el Congreso Internacional de Evangelización Mundial en julio de 1974 (El Pacto de la Lausana).

El concepto de la misión integral se originó en los debates entre ecuménicos y evangélicos. Entre 1966 (Berlín) y 1974 (Lausana) se desarrollaron una serie de debates entre teólogos latinoamericanos sobre lo que implica la misión integral. Emilio Antonio Núñez señala que la “misionología evangélica latinoamericana surgió… en respuesta al movimiento ecuménico conocido como Iglesia y Sociedad en América Latina (ISAL)”.[1]

Padilla rechazó la teología ISAL sobre la relación entre la iglesia y la sociedad. Primero, la critica porque tomaba “como punto de partida de la teología la situación latinoa­mericana, pero esta era vista a través del lente del análisis marxista”.[2]

El aporte de Padilla fue contundente en el Congreso de Lausana junto con los de Samuel Escobar. En la Conferencia de Lausana (1974) sus ideas se volvieron globales e influyeron en la estrategia de la misión evangélica. Su libro más conocido es Misión a través de los tiempos: Ensayos sobre el reino de Dios (1985).

René Padilla buscó ayudar a la iglesia y a los cristianos a comprender mejor en qué forma la misión integral evita separar la acción evangelizadora de la función social de la iglesia a la luz de las Escrituras:

“La reducción de la misión a programas sociales que excluyen la proclama­ción explícita del evangelio es tan nociva para la causa de Cristo como la reducción de la misión a la proclamación que niega la responsabilidad social como un aspecto esencial de la misión. Ambos estrechamientos son expresiones de los efectos de la Ilustración en el cristianismo occi­dental. Hablar de ‘misión integral’, por lo tanto, es hablar de la misión orientada a la reconstrucción de la persona en todo aspecto de su vida, tanto en lo es­piritual como en lo material, tanto en lo físico como en lo psíquico, tanto en lo personal como en lo social, tanto en lo privado como en lo público”.[3]

René Padilla fue un pastor y un teólogo misional que mostró una fuerte pasión por cumplir los dos grandes mandamientos: amar a Dios y amar al prójimo. Presentó, junto a otros teólogos, una perspectiva balanceada en una época en la que imperaban movimientos extremos como el marxismo en lo político y la teología de la liberación en lo religioso. Aunque podemos tener ciertas reservas con algunas de sus opiniones y desarrollo teológico, podemos agradecer a Dios por su vida y legado.

Oremos y trabajemos para que en las instituciones teológicas haya maestros y estudiantes apasionados por amar a Dios, servir a la iglesia y compartir del evangelio a toda criatura de manera que refleje las mismas características del ministerio hecho por Cristo en la tierra.


[1] Emilio A. Núñez, “El reto de una misionología evangélica latinoamerica­na”, Kairós 26 (enero-junio 2000): 25. Citado por: James A. Gehman, “Definición de la misión integral e implicaciones para la hermenéutica bíblica”. Kairós No. 45 / julio – diciembre 2009.
[2] C. René Padilla, “Iglesia y sociedad en América Latina”, en Fe cristiana: 125.
[3] C. René Padilla, “Hacia una definición de la misión integral”, en El pro­yecto de Dios y las necesidades humanas: Más modelos de ministerio integral en América Latina, ed. C. René Padilla y Tetsunao Yamamori (Buenos Aires: Edi­ciones Kairós, 2000): 27-28.
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