El tiempo no tiene un olor o sabor específico, pero tiene un sonido específico. O lo tenía desde el siglo XIII hasta aproximadamente 1956, cuando D. E. Protzmann patentó el primer reloj despertador digital.
Durante aquellos siete siglos, «tictoc» se convirtió en un sinónimo de los tradicionales relojes mecánicos. Ese sonido, que venía con movimientos precisos y regulares de los engranajes del reloj, era emblemático del paso del tiempo, marcado por intervalos metódicos y predecibles.
En un sentido más amplio, «tictoc» simboliza lo que podría llamarse el «tiempo mecánico». Esta forma de tiempo es característica del énfasis de la era industrial moderna en la precisión, la puntualidad y la segmentación del tiempo en unidades uniformes y medibles. Refleja un período en la historia en que el tiempo se convirtió en un factor crucial para organizar la sociedad y el trabajo, llevando a un estilo de vida más estructurado y programado.
El tiempo mecánico no desapareció, sino que ahora se sienta junto al «tiempo digital». Este tipo de tiempo no está representado por un sonido, sino por una plataforma de redes sociales: TikTok. Así como el tictoc de la segunda manecilla del reloj reflejaba la era mecanizada, TikTok encapsula la fluidez y la inmediatez de la percepción del tiempo en la era digital. A diferencia de la naturaleza constante y predecible de los relojes mecánicos, el tiempo en TikTok es acelerado, se desvanece rápidamente y, en su mayoría, carece de un contexto más amplio. Los videos son cortos, cautivadores y diseñados para un consumo rápido, reflejando el flujo rápido y, con frecuencia, no lineal de la información digital y el entretenimiento.
La aplicación de TikTok ha sido descargada más de tres mil millones de veces (en un planeta de ocho mil millones de habitantes), lo cual la convierte en un símbolo pertinente de cómo se percibe y valora el tiempo en la cultura contemporánea global. En una era en la que el toque de un dedo abre una cascada de imágenes y sonidos momentáneos, TikTok epitomiza la naturaleza efímera de nuestras interacciones digitales. Para miles de millones de personas en todo el globo, esta red social provee un torrente de contenido infinito, en el que cada video es simplemente una onda momentánea que pronto se pierde en las aguas de una incesante novelería.
Aun si no usas la aplicación, TikTok representa la experiencia que probablemente hayas sentido al vivir en una era que enfatiza el compromiso momentáneo y la gratificación instantánea. TikTok refleja un cambio social de las estructuras rígidas, aunque unificadoras, del tiempo mecánico hacia un entendimiento del tiempo más fragmentado, individualista y flexible en el mundo digital.
La cultura del “ahora… esto”
Aunque TikTok no fue la primera plataforma de redes sociales en tomar control de nuestra atención, es el ejemplo preeminente de una era en la que la información no solo es transitoria, sino que lo es de manera intencional.
Las plataformas de redes sociales están diseñadas para promover lo que muchos de nosotros buscamos hoy: un flujo incesante de experiencias pasajeras. Los videos de TikTok, que con frecuencia solo duran unos pocos segundos, están optimizados para capturar la atención por un momento, antes que otro video tome su lugar instantáneamente. Esta rotación rápida es el distintivo de la cultura digital actual, en la que las tendencias cambian de un día para el otro, y lo que es viral hoy pasó de moda mañana. El único elemento que permanece igual es la búsqueda infinita de novedades.
Este ritmo implacable y el cambio constante en el contenido reflejan un giro social más amplio, hacia una preferencia por lo que es inmediato y efímero. El cambio en la preferencia no es una innovación reciente, por supuesto. Los seres humanos siempre se han antojado de nuevo contenido. Esa es la razón por la que el chisme ha permanecido en los primeros lugares de nuestra lista de actividades por milenios. Sin embargo, lo que ha cambiado es la velocidad en la que una persona promedio puede diseminar el nuevo contenido.
En un mundo cada vez más diseñado para la gratificación instantánea, la naturaleza efímera de las redes sociales es tanto un síntoma como un catalizador de la capacidad de atención que constantemente disminuye en nuestra sociedad; es decir, el tiempo que podemos concentrarnos en una tarea sin distraernos es cada vez más corto. Este acortamiento en la duración de la atención suele ser el factor que más lamentamos. Pero el problema con la disminución de nuestra capacidad de atención no es solo que no podamos enfocarnos durante largos periodos, sino que hace que sea más difícil concentrarnos en el contexto.
La Biblia representa al tiempo como un don sagrado de Dios, encomendado a la humanidad para su mayordomía y su uso con propósito
El contexto involucra entender las circunstancias más amplias, el trasfondo y las implicaciones de la información. Requiere tiempo, esfuerzo y experiencia para discernir, lo cual falta con frecuencia en la naturaleza acelerada e inmediata del consumo moderno de la información. El contexto es necesario para la sabiduría, como lo observó el crítico cristiano de medios de comunicación, C. Sommerville, puesto que la sabiduría tiene que ver con ver las cosas en un contexto mayor. Pero hoy en día mucha información, desde las noticias por cable hasta los videos de TikTok, se transmite a través de canales que eliminan ese contexto tan necesario.
El crítico de medios, Neil Postman, escribió en una ocasión que los medios de comunicación nos han dado la conjunción: «Ahora… esto», la cual «no conecta nada, sino que hace lo contrario: separa todo». Él continúa:
«Ahora… esto» se usa comúnmente en noticieros de radio y televisión para indicar que lo que uno acabó de ver u oír no tiene relevancia con lo que está a punto de ver u oír, o posiblemente no tiene que ver con nada que se pudiera ver u oír. La frase es un medio para reconocer el hecho de que el mundo, tal como está esquematizado por los medios electrónicos acelerados, no tiene orden ni significado, por lo que no debe tomarse en serio. Ningún asesinato es tan brutal, ningún terremoto es tan devastador, ningún error político es tan costoso —en ese sentido, ningún marcador deportivo es tan tormentoso ni ningún reporte del clima es tan amenazante— que no pueda borrarse de nuestras mentes cuando un presentador de noticias dice: «Ahora… esto».
Postman escribió esas palabras en 1985. Un estudio de 2011 descubrió que la duración promedio de un paquete noticioso en una cadena televisiva era de aproximadamente dos minutos y veintitrés segundos. En contraste, el video promedio de TikTok para los videos producidos por las cuentas de hasta quinientas vistas es de treinta y cuatro segundos, y el usuario promedio pasa noventa y cinco minutos al día en la aplicación. Eso significa que, dentro de esa hora y media que una persona pasa en TikTok, él o ella está cambiando el contexto, experimentando un cambio de «ahora… esto» aproximadamente cuarenta y ocho veces. (Debido a que la mayoría de los usuarios desliza a otro video antes de verlo por completo, esa cifra probablemente sea mucho más alta).
Las implicaciones de este cambio efímero de contextos tienen grandes alcances. Esto afecta la forma en que consumimos la información, cómo interactuamos unos con otros e incluso la forma en que vemos nuestras vidas. En este infinito desplazamiento de contenido, los momentos se consumen velozmente y se olvidan con la misma rapidez, lo cual crea un sentido de no permanencia y una desvinculación de la continuidad de nuestras experiencias.
La naturaleza transitoria de la información descontextualizada en plataformas como TikTok puede tener un efecto profundo en nuestra cosmovisión. Cuando se celebra lo efímero como la norma, mientras se pasa por alto y se evita lo perdurable, podemos valorar los éxitos fugaces por encima de los logros a largo plazo, los placeres instantáneos por encima del gozo duradero y las interacciones a nivel superficial por encima de las relaciones profundas. Esto no solo influye en nuestras vidas personales, sino que moldea nuestras normas sociales y expectativas.
Para los cristianos, esto plantea un desafío importante. La naturaleza a corto plazo de la información que se emite en el tiempo de TikTok se levanta como un contraste extremo con las verdades eternas de la Escritura. Por tanto, debemos cuestionar y reflexionar en cómo interactuar con los medios de comunicación y la información que opera en el tiempo de TikTok, así como en la forma en la que permitimos que moldee nuestras percepciones y valores. Debemos encontrar el equilibrio apropiado entre interactuar con el mundo y mantener nuestro enfoque en lo eterno.
Perspectivas bíblicas del tiempo
La perspectiva cristiana del tiempo, arraigada en la Escritura, ofrece un contraste opuesto a la cultura del «ahora… esto». Como observamos a lo largo de la Palabra de Dios, el tiempo no es simplemente un paso cronológico de eventos descontextualizados, sino que está impregnado de sacralidad y propósito. La Biblia representa al tiempo como un don sagrado de Dios, encomendado a la humanidad para su mayordomía y su uso con propósito.
En una cultura que con frecuencia glorifica lo inmediato y lo efímero, la perspectiva bíblica del tiempo nos desafía a buscar profundidad, propósito y valor eterno
En el Antiguo Testamento, el relato de la creación en Génesis ordena el escenario, presentando un ritmo para el tiempo: días, estaciones y años ordenados por nuestro Creador (Gn 1). Este ritmo subraya no solo el paso del tiempo, sino su orden y sacralidad. Eclesiastés 3:1-8 captura con intensidad la orquestación divina del tiempo: «Hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el cielo». Estos versículos expresan una verdad sobre el tiempo divinamente designado para cada aspecto de la vida, lo cual sugiere que nuestros momentos no son aleatorios o descontextualizados, sino que son parte de un tapiz más grande y ordenado por Dios.
El Nuevo Testamento expande esta idea, presentando una comprensión más matizada del tiempo y haciendo la diferencia entre el cronos (tiempo cuantitativo y cronológico) y el kairós (el tiempo cualitativo y oportuno). El concepto de cronos y kairós como aspectos diferentes del tiempo es un elemento profundo a lo largo del Nuevo Testamento, a pesar de que los términos están implícitos en el texto, sin que estén definidos explícitamente.
El término griego cronos se refiere a un tiempo cronológico o secuencial. Es la palabra de la que obtenemos «cronología» o «crónica». Representa el tiempo como normalmente lo medimos: en segundos, minutos, horas, días y años. En el Nuevo Testamento, cronos se usa en varios pasajes, pero no siempre está resaltado explícitamente como un tema. Más bien, se refiere al paso continuo y cotidiano del tiempo, como en Mateo 25:19: «Después de mucho tiempo [cronos] vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos».
En contraste, kairós se usa en el Nuevo Testamento para indicar un aspecto más cualitativo del tiempo. Se refiere a un momento oportuno, un «tiempo preciso» o un «tiempo designado por Dios». Se relaciona con los momentos cruciales que poseen un potencial importante o la oportunidad para la acción o el cambio. Un pasaje clave en el que se menciona explícitamente el kairós es en Marcos 1:15. Jesús anuncia: «El tiempo [kairós] se ha cumplido […] y el reino de Dios se ha acercado; arrepiéntanse y crean en el evangelio». Aquí Jesús se refiere a un tiempo específico, designado divinamente, cuando se llevarán a cabo eventos significativos en el plan redentor de Dios.
Cuando examinamos el ministerio de Jesús en los evangelios, podemos ver que muchas de Sus acciones y enseñanzas ocurren en momentos kairós. Estos eran momentos precisos para una revelación o transformación, tales como Su bautismo, transfiguración, crucifixión y resurrección. En estos eventos, el momento justo era crucial, puesto que eran mucho más que simples entradas cronológicas; fueron momentos cruciales en la historia de la salvación.
La Biblia no nos llama a desentendernos del mundo, sino a interactuar con él a través de los lentes de la eternidad
Por consiguiente, aunque el Nuevo Testamento no despliega explícitamente una teología que contraste el cronos y el kairós, su narrativa y enseñanzas ciertamente encarnan esta distinción. La forma en que se desarrollan la vida y el ministerio de Jesús, y el modo en que la iglesia primitiva entendió y respondió frente a estos eventos, refleja una profunda consciencia tanto del flujo continuo del tiempo como de los momentos críticos y oportunos que poseían una relevancia espiritual. Los creyentes modernos deben recuperar esta consciencia de los dos tipos de tiempo, y entender cómo esto nos distingue.
Esta distinción entre el cronos y el kairós es una diferencia entre una perspectiva mundana y temporal (un mero cronos) y una perspectiva sobrenatural y eterna (un kairós infundido divinamente). La Biblia continuamente nos apunta hacia esta perspectiva eterna y nos llama a adoptarla. A lo largo de la Escritura, lo temporal se yuxtapone con lo eterno, instando a los creyentes a que fijen su enfoque más allá de la inmediatez del mundo físico sujeto al cronos. Por ejemplo, en 2 Corintios 4:18, Pablo nos anima a fijar nuestros ojos no en lo que se ve (lo temporal), sino en lo que no se ve (lo eterno). Este no es un llamado a desentendernos del mundo, sino a interactuar con él a través de los lentes de la eternidad, infundiendo nuestro tiempo terrenal con la relevancia eterna.
Por lo tanto, entender el tiempo desde una perspectiva bíblica tiene implicaciones importantes para la forma en que los cristianos deberíamos vivir. Exige una mayordomía minuciosa de nuestro tiempo, que reconoce cada día como un don precioso y útil de Dios. Esta mayordomía involucra disciplinas personales como la oración y el estudio de la Biblia, y afecta en la forma en que nos relacionamos con los demás y con el mundo que nos rodea.
Abrazar la postura bíblica del tiempo nos inspira a buscar esos momentos kairós en nuestras vidas: las oportunidades para el crecimiento, el servicio y el evangelismo. En una cultura que con frecuencia glorifica lo inmediato y lo efímero, la perspectiva bíblica del tiempo nos desafía a buscar profundidad, propósito y valor eterno en nuestra vida cotidiana.
El contraste es agudo y claro: mientras que la era digital, con plataformas como TikTok, acentúa la naturaleza volátil del tiempo, la Biblia nos invita a una comprensión más profunda e intencional del tiempo como un don sagrado de Dios. Para los cristianos, esto presenta un desafío: cómo permanecer en un mundo que se mueve a la velocidad del tiempo de TikTok sin perder de vista nuestro enfoque eterno.
Cómo interactuar en el tiempo de TikTok
Entonces, ¿cómo deberían los cristianos interactuar con el tiempo de TikTok?
Un paso necesario sería adoptar una perspectiva bifocal sobre el tiempo. Como seres humanos, fuimos diseñados para vivir en el cronos, para experimentar el tiempo como «la secuencia continua de la existencia y de los eventos que ocurren en una sucesión aparentemente irreversible del pasado, a través del presente y hacia el futuro». Sin embargo, como cristianos, también estamos en Cristo y, por consiguiente, en el kairós. Como nos dice Pablo: «en [Cristo] vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17:28).
¿Cuánto de mi tiempo Dios quiere que pase en lo trivial y lo efímero y cuánto en lo que es realmente significativo y eterno?
Puesto que somos criaturas temporales, existimos —y debemos enfocarnos— en las experiencias momento a momento de nuestras vidas. Puesto que somos criaturas eternas que existen en unión con un Ser eterno (Jesucristo), también debemos enfocarnos en aquello que es eterno. Para los discípulos de Jesús, estas dos perspectivas se superponen y cruzan dentro de la voluntad revelada de Dios. Como nos dice Jesús: «El mundo pasa, y también sus pasiones, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre» (1 Jn 2:17). Una manera clave de cambiar nuestra mentalidad sobre el tiempo es enfocarnos en la voluntad de Dios haciendo frecuentemente la pregunta: ¿cuánto de mi tiempo Dios quiere que pase en lo trivial y lo efímero y cuánto en lo que es realmente significativo y eterno?
Hacer esta pregunta puede ayudarnos a redescubrir la sacralidad del tiempo. No requerirá que eliminemos la información y las actividades triviales y terrenales, pero esto puede ayudarnos a encontrar un equilibrio más apropiado entre el cronos temporal y el kairós eterno.
Esto nos llevará a priorizar el tiempo para la oración, la reflexión y la comunidad, puesto que reconocemos cada momento como un don de Dios que debe ser usado sabiamente. Puede ayudarnos a ver mejor la necesidad de compensar nuestro consumo de contenido efímero con un compromiso con las prácticas espirituales duraderas. Al hacerlo, abrazamos el llamado bíblico a ser mayordomos de nuestro tiempo, usándolo tanto para la edificación personal como para el servicio de los demás, para la gloria de Dios.
Aunque el tiempo de TikTok define gran parte de nuestro panorama cultural actual, no tiene que definir nuestras experiencias individuales o colectivas del tiempo como cristianos. Cuando abrazamos la perspectiva bíblica del tiempo como un don sagrado y buscamos vivir de manera práctica este entendimiento en nuestras vidas cotidianas, podemos navegar los desafíos de la era digital con sabiduría y propósito. Este enfoque nos permite usar las herramientas de nuestro tiempo sin perder nuestro enfoque eterno, y nos proporciona un modo de ser de testimonio a un mundo que observa el poder transformador de vivir en el tiempo de Dios.