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El sueño de los que crecimos jugando videojuegos ya está aquí. Imagina que en vez de sentarte frente a una pantalla a jugar tu videojuego favorito ahora puedes entrar en su mundo. Y todo gracias a la realidad virtual.

Aunque algo de esto vimos en los años 90’ (por ejemplo, la consola Virtual Boy o escenas en la —malísima— película Judge Dredd), la tecnología de la realidad virtual es un desarrollo novedoso para el siglo XXI. Ciertamente representa una nueva fase en la industria de los videojuegos, y como tal se espera que produzca miles de millones de dólares en ganancias en los próximos años. No obstante, la realidad se convertirá en la nueva norma en nuestra sociedad, y su alcance no se limitará estrictamente a la industria de los videojuegos, sino que se revolucionará el cine, la educación, y la atención médica.

Por lo mismo, no todo el mundo está entusiasmado con este avance tecnológico. Hay una amplia gama de preocupaciones, tanto de parte de los extremistas que reaccionan negativamente a cualquier avance tecnológico, como de los que perciben peligros legítimos para el ser humano y su percepción de la realidad (no virtual).

Para los cristianos, estos avances hacen que sea aún más urgente que desarrollemos una comprensión bíblica de la tecnología de la realidad virtual, si es que queremos interactuar de manera significativa con el desarrollo y la dirección cultural.

La creatividad humana, reflejo de Dios

En primer lugar, debemos entender que la tecnología no es algo malo en sí. En Génesis 1:28 y 2:15, Dios le dio a la humanidad el “mandato cultural”, a saber, cultivar la creación de Dios y así  formar una civilización conforme al carácter de Dios. Todo lo que el hombre hace de la creación de Dios para su propio beneficio es un producto cultural, como explica el Dr. Andrew Sandlin:

Un tomate no es un aspecto de la cultura; una pizza lo es. El oxígeno no es un ejemplo de cultura; una máscara de oxígeno lo es. . . . La cultura es la creación más la interacción beneficiosa del hombre con ella.

En esa línea de pensamiento, debemos ver la realidad virtual y su programación como productos culturales.

La realidad virtual, entonces, como producto cultural, trae gloria a Dios. ¿Cómo? Dios creó el universo y todo lo que en él hay. Es por eso que la realidad en la que vivimos es inteligible —es decir, es comprensible— para nosotros. Dios también nos creó a su imagen. Por eso no nos debe sorprender que la humanidad pueda crear su propio mundo virtual inteligible, escribiendo códigos que programan leyes y parámetros en dicha realidad virtual. Por supuesto, hay una distinción entre dichas creaciones: Dios crea ex nihilo (es decir, de la nada); nosotros creamos a partir de los materiales que Dios nos dio. Además, en el caso de la realidad virtual, el hombre meramente puede crear una copia virtual de la realidad en la que vive, y no una realidad completamente nueva y ajena a la experiencia humana, pues eso sería ininteligible.

Por ejemplo, en el nuevo juego Ark: Survival Evolved eres un sobreviviente en una isla desierta poblada por criaturas ahora extintas. A pesar de que la situación en la que estás es distinta a aquella en la que vives, en el juego no estás flotando en el espacio hacia un vacío virtual de datos sin sentido. El juego —creado con el fin de ser una simulación— sigue los mismos patrones de nuestro universo ordenado (es decir, las leyes de la naturaleza). Si bien es un invento tecnológico, no puede evitar ser un reflejo de la creación de Dios. Eso, en nivel más fundamental, trae gloria a Dios, quien es el Creador del cielo y de la tierra.

También, hay videojuegos que pueden estimular a los participantes a cumplir el mandato cultural. Juegos de estrategia tales como Zoo Tycoon, Age of Empires, y Civilization —que eran algunos de mis favoritos en mi infancia— promueven la mayordomía responsable y la creatividad artística, las cuales son parte integral del llamado de Dios a los hombres y mujeres. La novedosa tecnología de la realidad virtual podría servir como un espacio en el que se puede practicar mayordomía y creatividad, y eso traería gloria a Dios.

El uso de la realidad virtual

Pero la realidad virtual no va a ser exclusiva de la industria de los videojuegos. Hace poco los investigadores del Departamento de Ingeniería Biomédica del Hospital de Basilea lograron utilizar la realidad virtual en la planificación de procedimientos quirúrgicos: “Los médicos pueden usar la última generación de gafas de realidad virtual para interactuar en un espacio tridimensional con un hueso de la cadera que requiere cirugía, acercarse al hueso, verlo desde cualquier ángulo deseado, ajustar el ángulo de iluminación y cambiar entre la vista en 3D y las imágenes de CT normales”. La tecnología de la realidad virtual está revolucionando la atención médica, ya que los cirujanos ahora pueden obtener un “panorama visual y entender qué es posible hacer”.

Esta nueva tecnología también se está integrando en el atletismo, en donde “algunos equipos deportivos están recurriendo a la realidad virtual para entrenar a sus jugadores” en una variedad de deportes. Como producto cultural, la realidad virtual puede ser usada para glorificar a Dios. Ya sea practicando la mayordomía, mejorando las destrezas, o aprendiendo a ejecutar un procedimiento quirúrgico, sus aplicaciones son diversas y tienen el potencial de hacer mucho bien.

El abuso de la realidad virtual

Sin embargo, aunque la tecnología de la realidad virtual se puede usar para el bien, también se puede usar para el mal. No me refiero simplemente a los videojuegos que promueven la violencia injustificada y la anarquía, los cuales hace poco inspiraron a un niño de once años a robar el coche de sus padres y conducir imprudentemente en la carretera (te estoy mirando, Grand Theft Auto). Hace unos meses, mientras mi esposa y yo estábamos probando el auricular de realidad virtual en una tienda local de Microsoft, un cliente a mi lado le preguntó al vendedor cuál era la pregunta más frecuente de los clientes. “Mucha gente me ha estado preguntando cuándo podrían esperar que el porno sea introducido a la realidad virtual”, respondió el vendedor. Mi esposa y yo nos quedamos horrorizados.

Actualmente se están desarrollando muchas aplicaciones para esta nueva tecnología, y no cabe duda que más de alguno de esos proyectos está enfocado en la pornografía. Como si ver la degradación de hombres y mujeres en una pantalla no fuera lo suficientemente malo, ahora los adictos a la pornografía podrán vivir en sus fantasías virtuales y ser capaces de realizar sus deseos más pecaminosos. Esto nos apunta a otro peligro de la realidad virtual: el ‘perdernos’ en el mundo virtual, algo que es común en la industria del videojuego. Si bien unos caen en esto, otros lo hacen a propósito, intentando escapar del mundo real en el que viven.

El problema de fondo

La realidad virtual puede, y con frecuencia será, abusada; no será percibida como una herramienta educativa para el avance de la civilización humana, sino como un escape de la realidad a un mundo ilusorio. Estas son preocupaciones legítimas, pero, a fin de cuentas, ¿quién tiene la culpa? ¿La realidad virtual en sí? Si se prohibiera la realidad virtual, ¿se eliminaría la pornografía? ¿Se impediría que los hombres y mujeres busquen escapar de la realidad?

El problema de fondo no es la tecnología sino la pecaminosidad del hombre. Si el hombre pudiera crear su propia realidad virtual donde pudiera escapar de Dios, ciertamente lo haría, pero eso es mera futilidad (Salmo 139:5-12). Si el corazón del hombre no es rectificado y si el pecado continúa dominándolo, el hombre no podrá evitar el abuso y la tergiversación de la creación de Dios y de todos los productos culturales que surgen de su interacción con ella. Mientras antes nos demos cuenta de que el verdadero problema es el pecado, antes podremos comprender que la realidad virtual es un producto cultural que se puede utilizar para mucho bien, para la gloria de Dios, y que no es en sí algo que reduce a la humanidad a estupidez depravación.

Solo entonces la realidad virtual podrá alcanzar su pleno potencial, cuando el ser del hombre sea hecho justo delante de Dios por medio del arrepentimiento, la fe, y la renovación del evangelio. Como escribe el salmista:

El principio de la sabiduría es el temor del Señor; buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos; su alabanza permanece para siempre. (Salmo 111:10)

Como enseñó Cornelius Van Til, es sólo en la libertad y transformación del evangelio que el hombre puede llevar a cabo el rol de interpretar este mundo a la luz de Dios, dedicarlo a Él, y gobernarlo para Él.


Crédito de imagen: Lightstock.

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