¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Siendo apasionada por el ministerio de servir y edificar a los solteros cristianos, últimamente me ha animado ver este tema siendo más abordado en diversas plataformas con más gracia y una visión bíblica. Desde mi percepción, incluir a la soltería en la conversación sobre relaciones, como una etapa pasajera o permanente de la vida, era una deuda que teníamos en la iglesia, en especial la latinoamericana.

Sin embargo, aún queda mucho que aportar a esta conversación. Parte de mi ministerio consiste en diseñar recursos para solteros cristianos, que sirvan de apoyo para caminar en la vida abundante y plenitud garantizadas por Cristo a los creyentes en Él, independientemente de nuestro estado civil. En ese camino y en mi historia personal (habiendo estado soltera por 33 años), he descubierto que un paso clave para edificar a nuestra Iglesia en el tema de la soltería es que los pastores y líderes puedan también involucrarse en la conversación, e inclusive desafiar sus propias concepciones sobre la posibilidad de vivir una soltería plena en Cristo, no viéndola como un problema a resolver, sino como una oportunidad para crecer que Dios ofrece a muchos.

No siempre es algo fácil de escuchar para todos, pero muchas de las ideas que tenemos sobre la soltería provienen de un aprendizaje cultural derivado de la costumbre social y no de la Biblia. De hecho, la forma en que muchas veces interpretamos los preceptos bíblicos sobre la soltería pudiese estar siendo condicionada por la cultura en la que crecimos. 

Más específicamente, nuestra cultura latinoamericana es muy familiar. Celebra eventos como el compromiso, el matrimonio, y el nacimiento de hijos con especial alegría. Esto es muy positivo. No obstante, al mismo tiempo es una cultura para la cual a las mujeres que pasan sus treinta sin casarse “ya se les fue el tren”, o donde es difícil concebir la realización personal sin matrimonio o hijos. Esta herencia cultural, como es normal, ha permeado la Iglesia que somos. Esto da lugar a creencias inexactas sobre lo que la Biblia dice para el soltero. 

Plenitud en Cristo

Por muchos años escuché (y sigo escuchando) en muchas iglesias y grupos cristianos la referencia al matrimonio y la familia como “lo más importante”, “la bendición de Dios” o el “diseño original de Dios para nuestras vidas”. Comprendo la necesidad actual de que, como Iglesia de Cristo, elevemos la importancia de la familia frente a un mundo que relativiza cada vez más el valor del compromiso, el matrimonio, y la formación de una familia.

En Cristo, el matrimonio no es algo que viene a aportarnos sentido, realización o plenitud, sino una de las formas de vivir de manera sacrificial en servicio a Dios

No obstante, es posible que algunos hayamos caído en el error de darle un peso mayor a la necesidad de casarse, y de exaltar a la pareja o a la maternidad/paternidad, por encima de lo debido. Cuando los solteros están en una iglesia que plantea que el matrimonio es lo más importante o la mayor bendición de Dios, ellos se preguntan: “¿Entonces por qué Dios no me ha dado esta bendición? ¿Estaré haciendo algo mal?”. Confieso que, a pesar de haber crecido en una iglesia de sana doctrina, con un liderazgo amoroso y piadoso, viví por años este conflicto dentro de mí. Si la familia era lo más importante, ¿por qué yo tenía más de 30 años y Dios me seguía negando ese regalo?   

La Palabra dice, hablando de Jesús, que “de Su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia” (Jn. 1:16). Al participar de la herencia que tenemos en Cristo, recibimos también de Su plenitud que es absoluta, “Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud” (Col. 1:19). Por tanto, nos sabemos plenos y completos por medio de Él, no habiendo necesidad que no sea suplida por Dios. Como afirmó Pablo en Filipenses 4:12, podemos estar contentos en cualquier situación. Esto incluye nuestro estado civil. En Cristo, el matrimonio no es algo que viene a aportarnos sentido, realización o plenitud, sino una de las tantas formas de vivir de manera sacrificial en servicio a Dios. Esta verdad debe servir de fundamento en nuestras enseñanzas y conversaciones sobre la soltería.

Hacia una visión correcta de la soltería

En muchas iglesias es común hallar ministerios y espacios para matrimonios o padres, que los ayudan a equiparse y permanecer en Jesús en sus respectivas etapas, y ¡gracias a Dios por eso! Pero los solteros, especialmente los mayores de 30 años, necesitan de manera urgente encontrar esos espacios adaptados a las luchas inherentes a la soltería. De otro modo, sentir que sus dudas y luchas no tienen espacio en la iglesia puede contribuir a que sientan resentimiento y se alejen de la iglesia y, en los peores escenarios, buscar lo que ofrece el mundo secular.

La familia es un regalo, pero nunca puede tomar el lugar de Jesús como la mayor bendición y meta última de nuestras vidas

Es normal que muchos hayamos crecido escuchando la visión tradicional de que el propósito de nuestras vidas se llena formando una familia. Por otro lado, vivimos en un mundo secular que nos enseña que nuestro propósito de vida se consigue en la individualidad y los logros personales; por lo tanto, si nos casamos (nos dicen), esto no debe llevarnos a perder nada de nosotros mismos. Si la Iglesia de Cristo no es instrumental en aportar dirección y respuestas bíblicas a ambas distorsiones, muchos solteros pueden quedar atrapados en ellas.

Estas son algunas conclusiones al respecto y consejos para líderes:

  • La iglesia debe ofrecer un lugar para todos los creyentes —no solo para familias o matrimonios— porque ese lugar nos ha sido otorgado a todos en la familia de Cristo. En concordancia, debe tomar en cuenta ofrecer recursos y servicio para quienes viven la soltería de manera temporal o permanente. 
  • Es necesario que haya solteros que sean ejemplo y animen a otros solteros a vivir una soltería plena en Jesús. Si en tu iglesia hay solteros piadosos de buen testimonio, anímalos a ser parte de un espacio en el que se edifique a los solteros en su caminar con Cristo. 
  • Debemos comprender que las luchas de los solteros no son inferiores ni menos importantes que las de un matrimonio. Necesitamos desarrollar empatía con otros en este sentido, aunque sus luchas se vean diferentes a las nuestras.
  • Los espacios que dispongamos para solteros no deben enfocarse en resolver un problema o en juntar parejas (aunque esto último pudiese pasar de manera natural), sino que deben tener como fin proveer al soltero, según la etapa de la vida en que se encuentre, ánimo, apoyo, y herramientas para profundizar en la plenitud que le fue dada por medio de Cristo. 

Como Iglesia en Latinoamérica, enfrentamos el mismo reto de la Iglesia a nivel mundial: no hacer ídolos de las cosas para que tomen el lugar de Dios, en especial aquellas cosas que son buenas, como la familia, el matrimonio, o el ministerio mismo. La familia es un regalo y un diseño de Dios, pero nunca puede tomar el lugar de Jesús como la mayor bendición y meta última de nuestras vidas. Una iglesia que sepa conservar este balance no solo sabrá ministrar mejor a sus solteros y casados, sino que podrá permanecer fiel hasta el fin, aún cuando vengan tormentas que sacudan todas las bendiciones terrenales.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando