¡Únete a nosotros en la misión de servir a la Iglesia hispana! Haz una donación hoy.

×

Este poema confronta el activismo y la frialdad en la vida de los creyentes, y nos anima a levantarnos en una vida de servicio honesto a Dios.


Una vida ocupada
en el mucho servicio,
no es necesariamente
el correcto sacrificio.

Una vida ocupada
y por el ministerio saturada,
no es necesariamente
una vida santificada.

Joven, sé prudente,
ve en busca del consejo.
No hables prontamente,
presta oído al hombre añejo.

Se puede hacer mucho
sin pasión en el corazón.
Y se puede hacer poco,
pero con buena motivación.

No es valioso lo que hacemos,
si al Señor no queremos.
No es valioso lo que sabemos,
si con soberbia procedemos.

¡Ay del flojo que no obra!
Que con salvación se siente seguro.
Que no conoce del Señor su obra.
Está viviendo en un engaño puro.

Pues no hay siervo que no sirva,
ni esclavo que a su amo no obedezca.
Lo más seguro para el ocioso
es que su alma perezca.

Pero el Señor espera paciente
que se proceda al arrepentimiento.
Vanidad es esta vida,
pero en Él hay contentamiento.

¡Levántate hermano mío!
Aférrate a su gracia y a sus promesas.
Que este mundo no te conquiste
con sus afanes y riquezas.

Pon las manos a la obra
por quién es digno de adoración.
Que Él sea en todo tiempo
el centro de tu meditación.

¡Aleluya, aleluya!
A quien derramó la sangre suya:
Honor y santidad
para quien nos regaló la eternidad.

Recibe cada día los artículos, podcasts, y vídeos más recientes.
CARGAR MÁS
Cargando