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Cada vez más personas, tanto creyentes como no creyentes, ven el matrimonio como algo pasado de moda, innecesario, y puramente burocrático, y creen que lo único que realmente importa es el amor. Si dos personas se aman de verdad, ¿le importa al Señor que tengan o no un papel que pruebe que están legalmente casadas? Después de todo, se trata de amor.

La Biblia tiene bastante que decir sobre esta cuestión, incluso más de lo que pueda parecer a primera vista. Lo que dice es que a los ojos del Señor, el matrimonio es muy importante. De hecho, es el único contexto en el cual las relaciones sexuales tienen su aprobación. A continuación, sin pretender ser exhaustivo ni mucho menos, llamo la atención a siete textos bíblicos que arrojan luz sobre este tema.

1. Cásate primero: Génesis 2:24

“Por tanto el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Este verso trata de la institución del matrimonio al principio, en la Creación. “El hombre” se casaría haciendo tres cosas:

  1. Dejando a su padre y a su madre.
  2. Uniéndose a su mujer.
  3. Siendo una sola carne con su mujer.

¿Cuál es la diferencia entre el paso 2 y 3 en el proceso? Pues yo diría que el segundo paso se refiere a la unión en matrimonio –es decir, a la boda–, y que el tercer paso se refiere a la expresión más íntima del amor entre los dos: la relación sexual entre ellos.

El matrimonio es el único contexto en el cual las relaciones sexuales tienen Su aprobación.

Si es así, cuando el Señor instituyó el matrimonio, estableció un orden: primero, la boda; y solo después de la boda, la unión sexual. Y el resto de la Biblia parece confirmar ese orden establecido por el Señor.

2. Una terrible ofensa: Génesis 34:1-7

Aunque se suele hablar de la violación de Dina por Siquem, existe cierta duda en cuanto a si fue un caso de violación o de seducción. Ahora, con respecto al tema que nos ocupa, las palabras clave son estas: “Los hijos de Jacob regresaron del campo al oírlo. Y aquellos hombres estaban muy tristes e irritados en gran manera porque Siquem había cometido una terrible ofensa en Israel acostándose con la hija de Jacob, pues tal cosa no debe hacerse” (Gn. 34:7).

Sí, es posible que se trate de una violación.¹ Pero si fue un acto de seducción, este relato presentaría el sexo antes del matrimonio como “una terrible ofensa en Israel”, y como una cosa que “no debe hacerse”.

3. Un caso de deshonra: 2 Samuel 13:1-19

Tras el adulterio con Betsabé y el asesinato de Urías perpetrados por David, uno de los hijos de David, Amnón, violó a Tamar, una hermanastra suya.

Tamar le dijo a Amnón: “No, hermano mío, no abuses de mí, porque tal cosa no se hace en Israel; no cometas esta terrible ofensa. Pues, ¿adónde iría yo con mi deshonra? Y tú serías como uno de los insensatos de Israel. Ahora pues, te ruego que hables al rey, que él no me negará a ti” (2 S. 13:12-13).

El lenguaje aquí parece hacer eco de Génesis 34 (la deshonra de Dina). Pero es interesante que Tamar le dijera a Amnón: “Te ruego que hables al rey, que él no me negará a ti” (v. 13b). Todavía había una salida honrosa: podrían casarse. (Abraham y Sara se habían casado siendo hermanastros). Si Amnón deseaba a Tamar, podría pedirle permiso a su padre David para casarse con ella. Pero el sexo fuera del matrimonio era una “terrible ofensa” y una “deshonra”.

4. Una situación embarazosa: Mateo 1:18-24

¿Quién habría pensado que el relato del anuncio del nacimiento de Jesús pudiera ser un argumento a favor del matrimonio? Pero pensemos en la situación:

  1. José y María eran novios formales, pero sin haberse casado todavía.
  2. No habían tenido relaciones sexuales (porque sabían que eso hubiera sido pecado).
  3. El embarazo (sobrenatural) de María suponía un problema moral y social: todo el mundo sacaría la conclusión (por otra parte muy lógica) de que José y María sí habían tenido relaciones sexuales, lo cual sería un escándalo.
  4. El ángel convenció a José de que no tuviese ningún reparo en casarse con Maria, y José lo hizo (v. 24).

Nada de todo esto tendría mucho sentido si el sexo entre dos novios antes de casarse hubiera sido algo aceptable a José y María o en la cultura judía de la que ellos formaban parte.

5. Vivir juntos no es estar casados: Juan 4:16-18

En un momento de su conversación con la mujer samaritana, Jesús le dijo: “Ve, llama a tu marido y ven acá”. “No tengo marido”, respondió la mujer. Jesús le dijo: “Bien has dicho: ‘No tengo marido’, porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido…” (Jn. 4:16-18).

¿Por qué dijo Jesús eso? Porque la mujer había estado casada cinco veces, pero no se había casado con el hombre con quien estaba viviendo en ese momento. Pero el hecho de vivir juntos no convertía la relación en matrimonio. Jesús distingue entre personas casadas y personas simplemente viviendo juntas; no reconoce “el matrimonio de hecho”, ¡solo el matrimonio bien hecho!

6. Un pecado grave: 1 Corintios 6:9-10

“Ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios. Y esto eran algunos de ustedes; pero fueron lavados…” (1 Co. 6:9-11).

Los primeros en ser nombrados en esta “lista negra” son “los inmorales” (otras traducciones tienen “los fornicarios”). En toda la Biblia la fornicación (la inmoralidad sexual) es un pecado grave. Claro, todos los pecados son graves, pero algunos lo son aun más por sus consecuencias. De hecho, los fornicarios no arrepentidos no pueden entrar en el cielo; van al infierno. Y la fornicación consiste en tener relaciones sexuales fuera del único contexto para el cual el Señor las diseñó: el matrimonio entre un (solo) hombre y una (sola) mujer.

Ahora, en aquella iglesia en Corinto había algunos exfornicarios que ya no lo eran. Por la gracia de Dios se habían arrepentido de su inmoralidad sexual, entendiendo que el sexo era solo para dentro del matrimonio.

7. No te quemes, cásate: 1 Corintios 7:8-9

Como parte de su enseñanza sobre el matrimonio, el apóstol Pablo escribió lo siguiente: “A los solteros y a las viudas digo que es bueno para ellos si se quedan como yo. Pero si carecen de dominio propio, cásense. Que mejor es casarse que quemarse” (1 Co. 7:8-9).

Pablo, siendo soltero (con toda probabilidad), reconoce que la vida del soltero no es para todo el mundo, porque no todo el mundo tiene el dominio propio necesario en el área sexual. Los que puedan vivir sin sexo, que lo hagan, y los que no, que se casen.

¿Qué implica eso? Pues, que el matrimonio es el único contexto legítimo para el sexo. Si no fuera así, Pablo no habría recomendado el matrimonio como la única “solución” para las personas sin dominio propio. No hay nada aquí que indique que las relaciones sexuales sean aceptables fuera del matrimonio… ¡todo lo contrario!

Conclusión

La Biblia habla claro sobre este tema. Dios instituyó el matrimonio como el único contexto para el cual Él mismo diseñó y nos dio su maravilloso regalo del sexo.

Cuando se sale fuera de ese diseño suyo, el resultado es una “terrible ofensa”, algo que “no debe hacerse”, y una gran “deshonra” para las personas implicadas.

La Biblia habla claro sobre este tema. Dios instituyó el matrimonio como el único contexto para el cual Él mismo diseñó y nos dio su maravilloso regalo del sexo.

El dilema moral ante José cuando se supo que María estaba embarazada solo se puede entender a la luz de esa ética sexual bíblica.

En su conversación con la mujer samaritana, Jesús dejó claro que él distinguía entre las personas que estaban casadas y las que no.

Pablo refleja la misma ética sexual cuando describe la fornicación como algo que impide la entrada en el cielo y de lo cual hay que arrepentirse. Y anima a las personas sin dominio propio en el área sexual a casarse, como la única alternativa legítima a “quemarse”.

En vez de dejarnos llevar por un mundo sin norte en el área del sexo, es hora de que volvamos al Señor, a su Palabra, y a la ética sexual establecida por Él al principio, una ética sexual que, lejos de quitarle importancia al matrimonio o de tratarlo como un mero trámite burocrático, lo coloca en el centro de los planes del Creador para el bien y la verdadera felicidad de sus criaturas humanas.

Ahora bien, gracias a la buena noticia del evangelio, hay esperanza para todas las personas que hayan caído (o que hayan vivido) en cualquier tipo de pecado sexual. ¡Esa esperanza consiste en el increíble amor de Dios, en la obra de Jesús por nosotros, y en la obra del Espíritu Santo en nosotros!


[1] Las palabras hebreas que se usan parecen significar humillación y deshonra, lo cual podría apuntar o bien a un acto de violación, o bien a un acto de seducción (de parte de Siquem hacia Dina). Si fue lo segundo, parecería más comprensible que el padre y los hermanos de Dina llegasen a un acuerdo con Siquem y con su padre (aun teniendo en cuenta las intenciones engañosas y asesinas de los hermanos de Dina), y que Dina misma aceptase casarse con Siquem.


Imagen: Lightstock
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