Números 18 – 20 y Hechos 19 – 20
“Tomó Moisés la vara de la presencia del SEÑOR, tal como El se lo había ordenado; y Moisés y Aarón reunieron al pueblo ante la peña. Y él les dijo: Oíd, ahora, rebeldes. ¿Sacaremos agua de esta peña para vosotros? Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la peña dos veces con su vara, y brotó agua en abundancia, y bebió el pueblo y sus animales”, Números 20:9-11.
Cuando las cosas se nos ponen difíciles, nada es más fácil que renunciar. Muchas de las cosas de las que hoy disfrutamos como las cosas más normales del mundo, hace poco tiempo atrás eran consideradas como imposibles de realizar, pero la tenacidad, el empuje y el sacrificio de hombres y mujeres los hicieron una realidad. Sin ir muy lejos, CNN tiene aproximadamente 30 años. Cuando Ted Turner propuso la idea de una cadena de noticias por cable las veinticuatro horas del día, la mayoría de los “especialistas” pensaron que se había vuelto loco. Más loco todavía era porque quería establecerse en Atlanta, una ciudad provinciana, y no en Washington o Nueva York, donde las cosas suceden. Sin embargo, la fuerza y la tenacidad de este visionario lo llevó, al cabo de dos décadas, a tener millones de televidentes alrededor del mundo y a cientos de empresarios tratando de emularlo.
Cuando el Señor llamó a Moisés no lo convocó para una tarea sencilla, sino a un trabajo que no sería “nada de fácil”. Al no rehuir a las demandas, este gran Legislador supo pasar a la historia como uno de los mayores estadistas de la antigüedad. Sin embargo, en el texto del encabezado vemos a un Moisés que sucumbió ante la presión y que después de cuarenta años de fiel servicio se dejó llevar por la presión y la tensión del momento, terminando en un acto de desobediencia al Señor. “Y el SEÑOR dijo a Moisés y a Aarón: Porque vosotros no me creísteis a fin de tratarme como santo ante los ojos de los hijos de Israel, por tanto no conduciréis a este pueblo a la tierra que les he dado”, Números 20:12. El riesgo del fracaso siempre estuvo presente, la lectura del Pentateuco nos muestra las mil y una situación grave en las que Moisés estuvo involucrado, pero no por eso renunció al llamamiento que el Señor le había hecho.
Encontré en un rincón de mi biblioteca un libro viejo de páginas amarillentas titulado “Padres de la Industria” en donde, en forma de pequeñas biografías, se narran las historias de hombres que con tesón y sacrificio produjeron la modernidad. Por ejemplo, James Watt, el padre de la máquina de vapor, en 1771 tuvo que ver con tristeza como su máquina recibía las burlas del Tribunal de Quiebras de Londres al considerarla sin valor alguno, ni siquiera para rematarla por un cuarto de penique. Años de esfuerzo y sacrificio parecían no valer nada. Varios años después, la tenacidad de Watt pudo conquistar las mentes de los ingleses.
Otro nombre famoso es el de Charles Goodyear, el padre de la industria del caucho. Justamente, cuando se le honraba por ser el descubridor de la vulcanización del caucho estaba confinado en una prisión para deudores. Muchas veces, mientras perfeccionaba su invento, tuvo que mendigar para mantener a su familia. Durante toda su vida estuvo experimentando y experimentando, soñando con la posibilidad del éxito y nunca disfrutó de las utilidades de su invento. Posterior a su muerte, el Congreso norteamericano quiso ayudar a la familia del inventor con la ampliación de sus derechos de patente. En su homenaje se dijo que su sacrificio sirvió para la “creación de los adelantos que han enriquecido considerablemente al mundo en estos cinco años, y que aún… contribuirán en forma inimaginable al enriquecimiento del hombre”.
Igual esfuerzo lo puso Berta Ringer en apoyar a su esposo Karl Benz, considerado como uno de los padres del automóvil. Fue la señora Benz la que impulsó a su marido durante años y años a no deprimirse con las tremendas dificultades financieras y técnicas que tuvieron que enfrentar. Fue ella quien siempre estuvo en las pruebas de cada vehículo y que, en el lugar de copiloto, aún sufrió algunos heridas en las accidentados ensayos. No fue nada de fácil, dieciocho largos años habían pasado desde que este sueño se incubó en los corazones de los esposos Benz hasta convertirse en realidad.
El apóstol Pablo también fue un visionario y un aguerrido vanguardista. Él conoció el significado práctico del sacrificio en la búsqueda del logro de un ideal. Ya cuando terminaba una etapa, se reunió con sus queridos discípulos de Éfeso en las costas de Mileto. Era la despedida, y sus palabras están llenas de enseñanza para los que sueñan con no dejarse vencer cuando las cosas no son “Nada de Fáciles”.
Las pruebas eran evidentes: “ …Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer día que entré en Asía, sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas y pruebas… ”, Hechos 20:18,19. Mientras más grande sea el desafío, mientras más alto sea el beneficio que se va a obtener, más dispuestos estaremos a no renunciar ante la dificultad. ¿Por qué estás luchando? ¿De qué vale tanto esfuerzo? Son preguntas cuyas respuestas son fundamentales para no doblegarnos ante la prueba. Pablo dice: “cómo no rehuí declarar a vosotros nada que fuera útil, y de enseñaros públicamente y de casa en casa, testificando solemnemente, tanto a judíos como a griegos, del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”, Hechos 20:20-21.
Creo que el apóstol Pablo nos enseña que no hay mayor alegría que el ir pasando los obstáculos que en la vida se nos presentan. Lamentablemente, somos nadadores de cien metros que en los noventa metros preferimos regresar… porque nos sentimos cansados. “Será para la próxima”, solemos decir. Pero, la persistencia no se logra cuando ya empezaron las dificultades, sino antes. Cuando estamos en la etapa de las propuestas, de los proyectos, allí es cuando debemos preguntarnos si lo que estamos soñando vale la pena como para arriesgar nuestra tranquilidad, si estamos dispuestos a luchar hasta conseguir la meta, a pasar por pruebas y dificultades con el fin de coronar nuestros sueños. Así lo testifica el gran apóstol: “Pero en ninguna manera estimo mi vida como valiosa para mí mismo, a fin de poder terminar mi carrera y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio solemnemente del evangelio de la gracia de Dios”, Hechos 20:24.
Moisés, Watt, Goodyear, Benz, Pablo, todos ellos reconocieron en algún momento de sus vidas que sus tareas no eran “Nada de Fáciles”, pero salieron adelante y nos proporcionaron con su sudor y sus lágrimas semillas de bienestar de las que todos disfrutamos en la actualidad. Por eso es que Pablo terminó su discurso de despedida con las siguientes palabras: “ … recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: MÁS BIENAVENTURADO (feliz) ES DAR QUE RECIBIR”, Hechos 20:35b. Y esto “NUNCA HA SIDO FÁCIL”.