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5 palabras de ánimo para mujeres en la mediana edad

Hace varios meses, mi hijo de ocho años me dijo que debía teñirme las canas para no parecer vieja. Para colmo de males, también he recibido consejos de miembros de la familia de que debo empezar a teñirme el cabello para no avergonzar a mis hijos (¿no es ese mi trabajo como madre?).

Cuando hace unos años cumplí los cuarenta, noté que estaba empezando a parecer mayor. Tenía más canas (tal como la gente me sigue diciendo), noté el comienzo de las líneas de expresión y mis ojos a menudo estaban hinchados por la mañana. Parecía haber tres opciones: luchar contra los signos del envejecimiento con todas las intervenciones posibles, tirar la toalla y «rendirme» o aceptar que tengo que aprender a cuidar mi cuerpo a medida que envejece.

Elegí la tercera opción.

Existe una presión increíble en las mujeres de mediana edad para aparentar como si todavía tuviéramos veinticinco. ¿Aparecen canas? Tíñelas. ¿Arrugas en tu cara? Hay cremas, tratamientos, inyecciones e incluso cirugías para tratarlas. ¿Está cambiando la forma del cuerpo? Hay toda una industria para eso. Sería fácil descartar estos tratamientos como mera vanidad, pero estas preguntas incómodas apuntan a una conversación más amplia que debemos tener.

Además de los cambios físicos que experimentan las mujeres de mediana edad (perimenopausia y menopausia), para muchas de nosotras, la mediana edad también conduce a una evaluación de nuestra identidad, expectativas, preguntas existenciales y legado. Se hace más evidente que nuestros cuerpos se están consumiendo y que algún día moriremos; solo pregúntale a alguien mayor de cuarenta qué sucede si duerme en la posición incorrecta.

Si somos sabias, aprenderemos a escuchar nuestros cuerpos y a cuidar bien de ellos. Pero el tema más importante es cómo administrar nuestras vidas desde la mediana edad hasta que nos encontremos con el Señor.

El tema más importante es cómo administrar nuestras vidas desde la mediana edad hasta que nos encontremos con el Señor

Entonces, la pregunta es: ¿Cómo pueden las mujeres cristianas atravesar la mediana edad de una buena manera en una era que glorifica la juventud y está llena de nuevas presiones, tensiones y roles cambiantes?

No hay una respuesta simple, pero estas son cinco palabras de ánimo que pueden ayudarnos a mantener los pies sobre la tierra a medida que envejecemos.

1. Mira la Palabra y la iglesia

No necesitamos ninguna técnica o intervención nueva para superar la mediana edad. Las buenas nuevas del evangelio siguen siendo nuestro fundamento. Las Escrituras y la iglesia todavía son necesarias para la mujer de mediana edad que intenta seguir a Jesús.

Si bien los detalles de la mediana edad se ven diferentes a los del pasado, la verdad de la Palabra inmutable de Dios puede aplicarse en todas las etapas. La Palabra de Dios nos recuerda su gran amor por nosotras revelado en Jesucristo y nos llama a amarlo con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas, y amar a nuestro prójimo como a nosotras mismas (Mr 12:30-31).

No necesitamos ninguna técnica o intervención nueva para superar la mediana edad. Las buenas nuevas del evangelio siguen siendo nuestro fundamento

Además, la iglesia puede considerar formas prácticas de acompañar a las mujeres que se sienten atrapadas entre la crianza de adultos jóvenes, las muchas responsabilidades laborales y el cuidado de padres ancianos. Algunas de estas situaciones pueden volverse sumamente agotadoras y la iglesia puede ayudar. La iglesia podría hacer un llamado a las mujeres mayores para que oren por aquellas que se encuentran en medio de las circunstancias difíciles de la mediana edad, hacer un calendario de preparación de comidas para otras o conectar a mujeres en situaciones similares para que no se sientan solas en esta temporada.

2. Ejercita la sabiduría

Debemos reconocer que hay una diferencia entre cuidar nuestro cuerpo a medida que envejecemos y obsesionarnos por ocultar los signos de nuestro envejecimiento. Esta no es una línea fácil de trazar.

En lugar de crear una lista de las intervenciones que son aceptables, es más útil alentar a las mujeres de mediana edad a recordar que Dios está con nosotros en medio de nuestras luchas. Vivimos para agradarlo, no para estar a la altura de los estándares poco realistas de juventud.

A medida que navegamos por decisiones prácticas sobre cómo cuidar nuestros cuerpos envejecidos, debemos considerar no solo qué intervenciones usar, sino por qué las estamos usando. Podemos buscar la ayuda del Señor en oración para glorificarlo a Él con nuestro cuerpo (1 Co 6:20). También podemos buscar a otras mujeres piadosas en nuestras comunidades para que nos ayuden a navegar las normas y opciones particulares en nuestro contexto.

3. Encuentra confianza en la obra de Cristo

Necesitamos tener confianza en la obra de Cristo, no en la nuestra. Evitar que nuestro cuerpo muestre signos de envejecimiento no hace que Dios nos ame más. Aun si nos volvemos irrelevantes a los ojos de la cultura, podemos animarnos porque nuestras vidas están escondidas con Cristo en Dios (Col 3:3).

Podemos animar a nuestras hermanas que luchan con las expectativas y la desilusión a profundizar en su identidad en Cristo, poner sus mentes en las cosas de arriba (Col 3:1-2) y correr la carrera ante ellas como quien corre por el premio (1 Co 9:24).

Este no es un mensaje que necesitamos escuchar solo una vez. Necesitamos escucharlo con regularidad para que sea más fuerte que los mensajes del mundo.

4. Recuerda lo que es verdadero

También es importante reconocer que somos bombardeadas de manera continua por imágenes irreales. Estas imágenes tienen filtros, han sido editadas y están en todas partes, aun en los sitios web de nuestra iglesia y en las cuentas de redes sociales.

Debemos ser conscientes de que lo que vemos no siempre es la realidad y debemos dejar de comparar nuestras selfies sin editar con los anuncios editados de manera profesional. La mayoría de la gente sabe esto en teoría, pero parece olvidarlo en la práctica.

5. Invierte en relaciones

También necesitamos un énfasis renovado en las relaciones personales. Las relaciones virtuales y de larga distancia pueden ser útiles, pero hay algo especial en conectarse con otros creyentes en persona. Las amistades de la vida real son el contexto en el que vivimos el evangelio cuando nos amamos y nos servimos las unas a las otras.

Las amistades de la vida real son el contexto en el que vivimos el evangelio cuando nos amamos y nos servimos las unas a las otras

Necesitamos amigas que nos apunten de manera amorosa hacia nuestra identidad en Cristo cuando empezamos a sentir que nos han pasado por alto. Necesitamos personas que nos animen y oren con nosotras y por nosotras cuando estemos atravesando los altibajos de la mediana edad.

En última instancia, ya sea que nuestra piel sea suave o arrugada, aferrémonos al autor y consumador de nuestra fe, confiando en que Él nos guiará a través de las turbulentas aguas de la mediana edad (Heb 12:1-3; Fil 1:6).


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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