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La Biblia cobró vida para mí cuando tenía 12 años. Recuerdo quedarme despierta hasta tarde para leerla debajo de mis sábanas. La llevaba conmigo a donde quiera que fuera, robando tiempo para leerla, devorando algunos versos aquí y allá. Con el tiempo, mi apetito voraz por la Biblia encontró un ritmo y una dieta constante. En la universidad, encontré un ritmo diario de lectura que se adaptaba a mi horario y que mantuve hasta el matrimonio. Sin embargo, todo eso pareció cambiar cuando Dios me dio niños pequeños.

Todavía quería leer su Palabra, pero me costaba encontrar un ritmo que funcionara para mí. Debido a que los bebés y los niños pequeños tienen necesidades y horarios cambiantes, mi horario también cambiaba. ¡Las cosas siempre estaban cambiando! Desde las siestas, la cantidad de horas que dormían en la noche y hasta las prioridades de educación en el hogar, mis días con varios niños pequeños fueron una extraña mezcla de repetición incesante y constante adaptación al cambio.

El caos me dejó preguntando lo que muchas madres cristianas se han preguntado en un momento u otro: ¿En qué momento mamá puede pasar tiempo con Dios?

Las madrugadas para las mamás

Mientras luchaba por encontrar una manera consistente de leer la Biblia, recuerdo claramente la sensación de impotencia cuando una persona bien intencionada me dijo que solo necesitaba levantarme muy temprano y leer antes de que los niños se despertaran. En ese momento, me despertaba varias veces durante la noche con un recién nacido mientras seguía atendiendo a niños pequeños todo el día. La idea de sacrificar más horas de sueño parecía no solo imposible desde el punto de vista físico, sino extremadamente imprudente tanto para mi bienestar como para el de los niños que dependen de mi cuidado.

No hay libro tan relevante o poderoso para convertirte en una esposa o madre más piadosa que la Biblia

Tal vez, como yo, te encuentras en una situación similar. Quizás renunciar a las horas físicamente necesarias (y con frecuencia muy pocas) de descanso nocturno ordenado por Dios no es una solución sostenible para tu problema de lectura de la Biblia inconsistente o inexistente. Entonces, ¿cuál es la solución? Primero, debes conocer tu necesidad desesperada de la Palabra de Dios para cada día. Después, debes reconocer que la Palabra de Dios es más preciosa de lo que puedes imaginar y tus ideales sobre cómo leerla son menos valiosos de lo que imaginas.

Necesitas la Biblia todos los días

Una dificultad al comenzar a leer la Biblia es que nuestro apetito por leerla no se despertará hasta que comencemos a leerla con regularidad. En otras palabras, nuestra hambre de Dios en su Palabra se despierta no antes de leerla, sino al leer.

La Biblia es la gran reveladora. Nos muestra al Dios que nos hizo, es nuestro dueño, está justamente enojado con nosotras por nuestro pecado y nos ama tanto que absorbió su enojo por nosotras enviando a su Hijo a morir en nuestro lugar y resucitar a la vida. Nos muestra a nosotras mismas: nuestra rebelión, nuestros miedos, nuestro orgullo, nuestra vergüenza, nuestro desierto y nuestra redención a través de la sangre de Jesús. Nos cuenta nuestra historia, la historia del pueblo de Dios, con todos sus colosales pecados y gloriosos momentos de obediencia. Nos muestra qué no hacer y qué hacer. No hay ningún libro en la tierra que pueda brindarte tanta ayuda práctica diaria para hacer morir el pecado y vivir para Dios. No hay libro tan relevante o poderoso para convertirte en una esposa, madre, hija, hermana o amiga más piadosa.

La Palabra de Dios no es una novela que consumes y guardas. No es una botella de vino que se guarda para una ocasión especial una vez al año. Es nuestro pan espiritual de cada día (Lc 4:4). Como tal, cuando la leemos, simplemente nos estamos nutriendo y fortaleciendo para un caminar diario con Jesús. Fortalecemos nuestros brazos para nuestras tareas cristianas diarias. Estamos fortaleciendo nuestros ojos para ver todo lo que nos rodea con los ojos de Cristo. Estamos afinando nuestros oídos para discernir la verdad de la falsedad y para distinguir la voz de Dios de la voz del maligno.

Cuando dejamos de comer la Palabra de Dios todos los días, nos volvemos espiritualmente débiles, y no necesariamente el tipo de “débil” que Dios ama (2 Co 12:9). Una debilidad llena de fe alimenta la desesperación diaria por conocer a Dios a través de la lectura de su Palabra. Ese es el tipo de debilidad a través de la cual el poder de Dios se perfecciona.

Puedes leer la Biblia todos los días

Cuando mi padre era joven en la escuela militar de West Point, se sintió abrumado por la dificultad de sus clases. Con frecuencia me contaba historias sobre su compañero de habitación que aprovechaba todos sus momentos “intermedios” para estudiar. Su compañero de habitación pudo completar sus estudios redimiendo los momentos perdidos, ya sea utilizando los minutos libres al esperar en la fila para almorzar o aprovechando los espacios de tiempo entre clases. Mi padre aprendió estos hábitos y descubrió que las clases que antes lo abrumaban ahora eran manejables.

Usé sus mismos métodos de estudio en mis días de universidad, pero me tomó un poco más de tiempo darme cuenta de que también eran aplicables a mi abrumadora vida como madre. Comencé a notar que tenía minutos aquí y allá que podían usarse para leer la Biblia si estaba dispuesta a ajustar mis expectativas de cómo era mi tiempo de lectura de la Biblia.

¿Qué tal si puedo leer mi Biblia mientras amamanto al bebé? ¿Qué tal si puedo leer mi Biblia mientras los niños juegan abajo y el bebé toma su siesta? ¿Quizás podré leer sentada en el automóvil después de llegar a casa del parque, mientras los niños duermen en sus sillas? ¿Tal vez sea posible que cuando no pueda volver a quedarme dormida en medio de la noche después de estar despierta con el bebé, abro mi Biblia y la leo, en vez de rumiar los problemas de la vida? ¿Quizás pueda despertar esa hambre por la Palabra de Dios de cuando tenía 12 años, cuando llevaba la Biblia conmigo a todas partes y me apresuraba a leer algunos versículos aquí y allá?

Queridas mamás, pueden leer la Biblia, pero aún más que eso, tienen la oportunidad de leerla

Más allá de encajar la Biblia en los tiempos “intermedios”, ¿qué tal si aprendo a retrasar deberes menores y priorizar esta necesidad que me da vida? ¿Quizás leer esos tres capítulos de Esdras fuera más importante que limpiar inmediatamente después del almuerzo? ¿Qué pasaría si hago que mi horario gire en torno a mi lectura de la Palabra, en lugar de hacerlo al revés? ¿Y si la Palabra de Dios no está vacía, pero realmente es nuestra propia vida (Dt 32:47)? ¿Cómo cambiaría eso mi consumo diario?

Flexibilidad y consistencia

Verás, el consejo de levantarse muy temprano antes de que los niños se despierten para leer la Biblia es básicamente un buen consejo. Si ese es tu hábito, te animo a que continúes en él. Este consejo asume que leer la Palabra de Dios es mejor que dormir. ¡Y lo es! Pero en el caso de las mamás con niños pequeños, también asume que leer la Palabra de Dios es un esfuerzo inflexible y solitario en el que debemos elegir entre el descanso necesario y la lectura necesaria de la Palabra de Dios. Si bien ese puede ser el caso en ciertos momentos, no siempre es así.

Leer la Palabra de Dios es algo que se puede hacer con los niños alrededor. Se puede hacer con un bebé en brazos. Puedes hacerlo si tu esposo te lee las Escrituras en voz alta durante la cena. Se puede realizar en la mañana, en la tarde o en la noche.

Cuando eres madre de niños muy pequeños, una herramienta importante que necesitas para mantenerte alimentada con la Palabra de Dios durante esos años muy cortos (pero también muy largos) es la flexibilidad en la forma como la lees, junto con la consistencia en tu lectura. Sé flexible en cuanto a cómo lees la Palabra de Dios y sé inquebrantablemente consistente con la lectura. “Prueben y vean que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia!” (Sal 34:8).

Leer la Palabra de Dios es un deber del mismo modo que tomar un trago de agua en el desierto es un deber. Es un trabajo de la misma manera que desayunar es un trabajo. Es laborioso de la misma manera que correr para encontrarte con tu Padre amoroso es laborioso. Es tedioso del mismo modo que recibir una herencia es tedioso. Queridas mamás, pueden leer la Biblia, pero aún más que eso, tienen la oportunidad de leerla. Deja a un lado todas y cada una de las razones que te impiden hacerlo, y deja que Dios despierte tu hambre por Él mientras lo escuchas en su Palabra.


Publicado originalmente en The Gospel Coalition. Traducido por Equipo Coalición.
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